Cómo la guerra contra Hamas se convirtió en el “pase libre” para las fuerzas israelitas en 2024
Al dar prioridad a la “aniquilación de Hamás”, Netanyahu dejó en un segundo plano el rescate de unos cincuenta rehenes que se cree que aún están vivos.
Bajo el trauma del ataque sorpresa en el que los militantes de Hamás masacraron a 1.200 personas y secuestraron a casi doscientas, Israel finalizó el año 2023 bombardeando intensamente la Franja de Gaza, donde vivían 2 millones de palestinos. A lo largo de 2024, la lluvia de misiles continuó, incesantemente, acompañada de una incursión terrestre, y la guerra contra Hamás se convirtió en una especie de pase libre para que las fuerzas armadas israelíes cazaran enemigos en todas partes: en Líbano, Siria, incluso en Irán, donde se realizan operaciones quirúrgicas.
En su ataque, Israel recogió supuestos trofeos, teñidos de venganza. Ismail Haniyeh, líder del ala política de Hamas, murió cuando una bomba explotó debajo de su cama durante una visita a Teherán. Sayyed Hassan Nasrallah, que había comandado Hezbolá desde 1992, murió en su búnker bajo un edificio derrumbado en Beirut. El último recurso llegó con Yahya Sinwar, el cerebro de los ataques del año pasado, que recibió un balazo en la cabeza mientras se escondía en un apartamento en Gaza.
La contrapartida del triunfo militar de una operación que aún no ha terminado es trágica. Al priorizar la “aniquilación de Hamás”, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu dejó en un segundo plano el rescate de aproximadamente cincuenta rehenes que se cree que todavía están vivos. En toda Gaza, los cadáveres se amontonan, los heridos se amontonan y las multitudes viven en tiendas de campaña, moviéndose de un lado a otro mientras caen las bombas.
Las autoridades locales cuentan casi 50.000 muertos (de los cuales 15.000 son terroristas según Israel), entre ellos muchos niños y ancianos. A pesar de la presión de todo el mundo, el suministro de alimentos, combustible, medicinas y agua potable es precario. La expansión del conflicto al Líbano, que Israel invadió en octubre para desmantelar a Hezbollah, una milicia financiada por Irán con el propósito declarado de diezmar el Estado judío, repite el guion de muertes y desplazamientos de poblaciones. La elección de Donald Trump, que apoya al gobierno de coalición israelí de línea dura, podría darle a Netanyahu la confianza para negociar un alto el fuego en sus términos. En este punto, cualquier acuerdo es mejor que nada.