Cómo la pandemia alteró cuatro grandes crisis en 2020 (y cómo las hereda 2021)

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Foto: Reuters

No ha habido un año como 2020. El coronavirus infectó a más de 67 millones de personas, afectó a 80% de los puestos de trabajo y confinó a miles de millones de personas.

Es tentador imaginar cuán diferente pudo haber sido el año sin la pandemia. ¿Cuánto tiempo extra hubiéramos pasado con nuestros seres queridos? ¿Cuáles cumpleaños, bodas y celebraciones no nos hubiésemos perdido?

Y aunque la crisis nos afectó a todos personalmente, también le dio forma a varios acontecimientos noticiosos en todo el mundo, los cuales han tenido repercusiones en millones de personas.

Te presentamos cuatro acontecimientos políticos, de cuatro continentes, que fueron alterados por la pandemia.

1. Las elecciones de Estados Unidos

La elección presidencial estaba destinada a ser muy diferente. Debió haber habido manifestaciones estridentes y viajes ajetreados a lo largo de la campaña.

En cambio, la pandemia significó que los mítines en persona se retrasaran. Por ejemplo, Joe Biden aceptó la nominación demócrata en un salón casi vacío.

Varios asistentes a un evento de la Casa Blanca se contagiaron con el nuevo virus, mientras que el propio presidente, Donald Trump, fue trasladado al hospital después de dar positivo.

Los expertos creen que hay varias razones por las que Trump perdió, pero su manejo de la pandemia fue uno de los factores más determinantes.

“Está claro que el impacto de la pandemia afectó considerablemente a Trump”, dice Alan Abramowitz, profesor de ciencias políticas en Emory College. Trump no introdujo medidas adecuadas y “hasta cierto punto desalentó” las directrices de salud pública como el distanciamiento social y el uso de mascarillas, indica.

Y eso desanimó a un número suficiente de votantes en los estados indecisos como para inclinar la balanza a favor de Biden.

Irónicamente, añade el profesor Abramowitz, la gente suele apoyar al presidente en una crisis. “Si Trump hubiera abordado la pandemia con seriedad y eficacia, creo que habría ganado las elecciones con bastante facilidad“.

La pandemia también provocó una recesión económica, que generalmente perjudica a los presidentes en ejercicio.

Allan Lichtman, un historiador que ideó un sistema de “13 claves” con el que ha predicho correctamente cada contienda presidencial en Estados Unidos desde 1984, le atribuyó, en agosto, el triunfo de las elecciones de noviembre a Biden.

Entre varios factores que tomó en cuenta estaba la economía a corto y largo plazo.

“Fue la respuesta fallida de Trump a la pandemia lo que terminó en su derrota”, dice Lichtman, profesor de historia en la American University, en Washington. Trump restó importancia a la pandemia y, por lo tanto, no logró contener las infecciones rápidamente, lo que “le costó la clave económica a corto plazo y la clave económica a largo plazo”.

La pandemia también hizo que el Partido Demócrata impulsara la mayor parte de su campaña por internet, lo que también pudo haber ayudado a su candidato.

“Biden es famoso por meter la pata y decir cosas inapropiadas”, dice Miles Coleman, editor asociado de Crystal Ball de Sabato, un boletín de análisis político de la Universidad de Virginia.

La pandemia significó que Biden adoptara un perfil más bajo y que la elección se convirtiera en “solo un voto a favor o en contra de Trump“, en lugar de “una elección entre dos candidatos”.

Sin embargo, agrega Coleman, el hecho de que los republicanos continuaran con las campañas tradicionales en persona también repercutió en que “Trump ganara entre los votantes no blancos en áreas rurales, donde la gente no siempre tiene la mejor conexión a internet, donde es necesario ir de puerta en puerta para llegar a los electores”.

El profesor Lichtman cree que la pandemia también ayudó a impulsar la mayor participación de votantes en más de un siglo.

La pandemia “creó una sensación real de emergencia nacional. Creo que convenció a los estadounidenses, tanto a favor de Trump como de Biden, de que esta elección fue el evento más crítico de sus vidas”.

2. Las protestas de Hong Kong

En 2019, el mundo atestiguó una crisis que se estaba desarrollando en Hong Kong.

Casi cada semana, el centro financiero internacional vio protestas a favor de la democracia, las cuales a menudo incluían enfrentamientos con la policía, gases lacrimógenos y, en ocasiones, disparos.

Si bien las manifestaciones provocaron la condena de Pekín y algunas empresas, la ciudadanía pareció en gran medida simpatizar con las mismas, como se demostró en las elecciones locales a fines de 2019, en las que los grupos a favor de la democracia ganaron por abrumadora mayoría.

Sin embargo, para 2020, las calles de Hong Kong se encontraban en su mayoría tranquilas, el movimiento se moderó y los legisladores prodemocracia renunciaron o abandonaron el territorio. ¿Qué cambió?

La pandemia, que afectó a Hong Kong en enero, provocó una disminución de las manifestaciones, dice Joey Siu, una activista estudiantil. “Los habitantes de Hong Kong son conscientes de la gravedad del virus, ya que hemos tenido experiencia con el brote de SARS de 2003”.

Sin embargo, las primera y segunda olas de la pandemia se contuvieron con relativa rapidez. Los analistas sostienen que el mayor impacto provino de cómo la pandemia llevó a que se implementaran restricciones a las reuniones en espacios públicos. De hecho, esas medidas se usaron para penalizar a los manifestantes.

Victoria Hui, profesora de política en la Universidad de Notre Dame, dice que las autoridades siempre habían querido detener las protestas contra el gobierno y que “la pandemia les dio una excusa” para hacerlo con el pretexto de la salud pública. Varios activistas a favor de la democracia han sido multados y se han prohibido las protestas bajo pautas de distanciamiento social.

Siu dice que anteriormente muchos habían estado dispuestos a arriesgarse a participar en manifestaciones no autorizadas, ya que todavía existía “la posibilidad de que no nos arrestaran y la posibilidad de que ganáramos en los tribunales”.

“Pero ahora, con la prohibición de las concentraciones públicas, la policía puede enjuiciar a cualquiera que parezca participar en una protesta a favor de la democracia y multarlo con 2.000 dólares de Hong Kong (US$ 260)”.

El gobierno dice que sus regulaciones se basan en la ciencia y son necesarias para prevenir infecciones.

También hubo dos sucesos importantes: la imposición de una ley de seguridad nacional radical y el aplazamiento de las elecciones parlamentarias. Se considera que ambos hechos han limitado el movimiento prodemocrático de Hong Kong.

La ley de seguridad nacional hizo que “incitar el odio” hacia el gobierno, pedir a los países que impongan sanciones a funcionarios chinos o utilizar ciertos lemas de protesta, sean delitos punibles con cadena perpetua.

Durante mucho tiempo, Pekín ha sostenido que esa ley es necesaria para proteger la integridad de Hong Kong, pero algunos argumentan que el momento en que se empezó a implementar (en mayo), fue “moldeado fundamentalmente por la covid-19”.

“Pekín calculó que el resto del mundo estaría preocupado”, dice la profesora Hui.

El impacto de la legislación fue instantáneo. Algunos grupos a favor de la democracia se disolvieron y las tiendas quitaron los carteles que apoyaban a los manifestantes. Los activistas tuvieron mucho más miedo de protestar, señala Siu.

Los partidarios de la legislación, sin embargo, argumentaron que era necesaria para restaurar la estabilidad después de un año de protestas a menudo violentas.

Un mes después, en medio de una tercera ola de infecciones, el gobierno anunció que las elecciones legislativas se pospondrían un año, a pesar de que algunos expertos en salud dijeron que aún era posible realizar las elecciones de manera segura.

El gobierno dijo que el aplazamiento era necesario dado el “inmenso riesgo de infección” y que decenas de otras elecciones en todo el mundo también se habían postergado.

Sin embargo, grupos de derechos humanos creen que se trató de una movida política, ya que los grupos a favor de la democracia esperaban obtener la mayoría en el parlamento. En los meses siguientes, la policía presentó acusaciones contra otros políticos prodemocracia o los descalificó por completo.

En noviembre, todos los legisladores prodemocracia de Hong Kong renunciaron en protesta, con lo que dejaron el poder legislativo casi sin voces disidentes por primera vez en la historia.

3. La crisis de Tigray en Etiopía

Antes de 2020, muchas personas fuera de África no habían oído hablar de Tigray, una región del norte de Etiopía.

Pero en noviembre, estalló un conflicto entre el gobierno etíope y el partido regional Frente de Liberación Popular (FLPT), que gobierna en Tigray.

Hubo reportes cientos de muertos y más de 40.000 personas que huyeron a la vecina Sudán. Se temía que los combates pudieran desestabilizar toda la región.

Uno de los desencadenantes de la crisis fue la forma en que el gobierno manejó la crisis constitucional que se desató después de que las elecciones nacionales se pospusieran debido a la covid-19.

“El aplazamiento de las elecciones es una de las causas fundamentales de esta guerra”, dice Tsedale Lemma, editora en jefe de Addis Standard.

Con la llegada al gobierno del primer ministro Abiy Ahmed, Etiopía se comprometió en 2018 a implementar una serie de reformas democráticas.

Las elecciones nacionales previstas para agosto de 2020 representaron la primera oportunidad para que la mayoría de los grupos de oposición compitieran, “después de décadas de ausencia en el espacio político”, indica. “Todos estaban emocionados”.

“Había muchas tensiones políticas entre grupos rivales, y aunque algunos habían expresado su preocupación por una posible violencia postelectoral, la gente tenía la esperanza de que las elecciones resolvieran las tensiones”.

Cuando se desató la pandemia en marzo, la mayoría de los grupos de la oposición aceptaron la decisión inicial de la comisión electoral de posponer la votación. Sin embargo, también provocó una crisis constitucional, ya que el mandato del gobierno debía terminar en septiembre.

El gobierno no logró comprometerse con los partidos de la oposición sobre lo que debía suceder a continuación, señala Tsedale. En cambio, un consejo legal partidista tomó la decisión de extender el mandato del gobierno y posponer las elecciones indefinidamente hasta que la pandemia terminara, y esto fue votado por la cámara alta del parlamento, que está completamente controlada por el partido gobernante, agrega.

Eso significó que el gobierno perdiera legitimidad frente a sus rivales.

Comfort Ero, directora del programa para África de la organización International Crisis Group, dice que “la pandemia y la decisión en torno a las elecciones agregaron más combustible a lo que ya era una situación inflamable”.

Etiopía ya se encontraba en una “transición frágil”, con tensiones entre el gobierno y las regiones y amenazas de violencia entre grupos, explica.

La oposición vio el aplazamiento de las elecciones “como un ejemplo más de que el primer ministro no le consulta a sus rivales y actúa unilateralmente”.

En respuesta, el FLPT, que ya tenía tensiones de larga data con Abiy, celebró sus propias elecciones regionales el 9 de septiembre, desafiando al gobierno federal.

“Esa fue la gota que colmó el vaso: el TPLF no reconocía al gobierno central, mientras que el gobierno federal se negó a reconocer al TPLF. Entraron en una fase de deslegitimación mutua y después de eso, la guerra fue una cuestión de cuándo, no de si (podía haber una)”, dice Tsedale.

Las tropas etíopes capturaron la capital de Tigray a fines de noviembre y declararon la victoria, pero los combates han continuado en zonas de la región y las Naciones Unidas advirtió de “un impacto terrible en la población civil”.

El conflicto es “un resultado trágico y triste. Perdimos una oportunidad de oro de construir una política basada en el consenso”, indica Tsedale.

4. Crisis política de Israel

En abril, algunos analistas políticos comenzaron a decir que la pandemia había “salvado” la carrera política de Benjamin Netanyahu.

El mandatario acababa de juramentarse para un quinto mandato como primer ministro, en un gobierno de unidad junto a su rival Benny Gantz.

El país había estado en un limbo político durante casi un año, a pesar de haber celebrado tres elecciones entre 2019 y 2020, ya que ningún bloque tenía suficientes escaños para formar una coalición gubernamental.

De hecho, en las elecciones más recientes, celebradas en marzo, se invitó a Gantz a formar primero un gobierno, ya que tenía una escasa mayoría de diputados que lo respaldaban y cuyo objetivo en común era sacar del poder a Netanyahu.

Sin embargo, la oposición “tuvo dificultades para formar un gobierno porque provenían de una amplia gama de partidos, desde nacionalistas de derecha hasta comunistas de izquierda “, dice Anshel Pfeffer, comentarista del periódico Haaretz.

Y llegó la pandemia, mientras Netanyahu seguía actuando como líder interino.

“La gente sintió de repente que había un estado de emergencia, y Netanyahu se hizo cargo de las medidas por el covid, diciendo que era la única persona que dirigía al país en una emergencia”, indica Pfeffer.

“La pandemia se produjo en el mejor momento político posible para Netanyahu; ciertamente ayudó a presionar más a Gantz para que se uniera a él”.

Gantz, que había prometido nunca sentarse en el gobierno con Netanyahu como primer ministro, defendió su cambio de postura y dijo que “estos no son tiempos normales“.

Según los términos del gobierno de unidad, Netanyahu y Gantz rotarían como primer ministro y Netanyahu iría primero.

El acuerdo fue visto por muchos como una victoria para Netanyahu, quien había desafiado los llamados de sus oponentes a renunciar después de haber sido acusado de corrupción meses antes. El líder niega las acusaciones de soborno, fraude y abuso de confianza.

La pandemia le dio un respiro a Netanyahu, dice Tal Schneider, corresponsal diplomática de Globes. “Todo el problema detrás de escenas es el proceso penal; él solo intenta ganar más tiempo”.

Por el contrario, agregó la experta, Gantz ya no representaba una amenaza política porque se consideraba que había “engañado a sus votantes” y a su base al unirse a Netanyahu en el gobierno.

Y el gobierno de unidad no permaneció unido por mucho tiempo: solo ocho meses después, colapsó en medio de una disputa por los presupuestos estatales.

Los votantes israelíes tendrán su cuarta elección en dos años en marzo, y Netanyahu ha prometido regresar con una “gran victoria”.