Santo Domingo, la capital de República Dominicana, será el escenario del encuentro entre 22 países, tanto de la Unión Europea como de América Latina. Varios jefes de Gobierno, como Pedro Sánchez, de España; Alberto Fernández, de Argentina o Gabriel Boric, de Chile, se darán cita para conversar de medio ambiente y seguridad alimentaria, entre otros temas. La Cumbre también quiere ser el punto de encuentro entre ambas regiones, cuya relación había quedado oxidada en los últimos años.
Dos días deberán bastar para la amplia agenda que convoca a los países de habla hispana y portuguesa de Europa y América Latina esta semana. La 28ª edición de la Cumbre Iberoamericana tendrá lugar el 24 y 25 de marzo en Santo Domingo, la capital de República Dominicana, y busca encontrar respuestas comunes a desafíos globales: la crisis climática, la seguridad alimentaria, los derechos en el mundo digital o el comercio internacional.
En total, son 22 los estados que conforman la organización internacional. Sin embargo, se prevé que a la cumbre acudan catorce jefes de Estado y de Gobierno en un encuentro que, además, es el primero desde la normalización de los viajes y los eventos presenciales después de la pandemia del Covid-19. La edición anterior, celebrada en Andorra en 2021, todavía se desarrolló en medio de fuertes prevenciones sanitarias.
Sin el listado definitivo de mandatarios que acudirán al encuentro, hay algunas presencias ya confirmadas, como las del presidente español, Pedro Sánchez, y el rey de España, Felipe VI. También viajarán a Santo Domingo el mandatario argentino Alberto Fernández y su homólogo chileno Gabriel Boric. De parte de la Unión Europea, Josep Borrell, su Alto Representante para Asuntos Exteriores, asistirá a la cita. A la vez, hay ausencias que resuenan como el presidente salvadoreño Nayib Bukele -que será representado por su vicepresidente- o el mandatario de Brasil, Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva.
Más allá de la agenda concreta de la cumbre, este encuentro iberoamericano se desarrolla con un telón de fondo que estará presente en todas las conversaciones: el relanzamiento de las relaciones entre la Unión Europea y América Latina. Después de varios años de silencios y desencuentros, por ejemplo alrededor del acuerdo comercial entre el bloque europeo y el Mercosur, se espera que los puentes vuelvan a tenderse en esta ocasión, especialmente aprovechando la presidencia de España del Consejo de la Unión Europea en la segunda mitad de 2023.
Medio ambiente y seguridad alimentaria, dos ejes de la Cumbre
El lema de la Cumbre ofrece pistas sobre algunas de las piedras angulares del encuentro: “Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”. Los retos climáticos, a la vez que la seguridad alimentaria, son dos de los ejes que guiarán los diálogos multilaterales de alto nivel. De hecho, se espera que los países firmen la Carta Medioambiental Iberoamericana, un documento no vinculante que busca una hoja de ruta común para hacer frente al calentamiento global y a la pérdida de biodiversidad y de recursos.
El hambre en América Latina también será protagonista del encuentro. Más de 267 millones de habitantes de la región vive en inseguridad alimentaria, lo que equivale al 40,6% de su población, según el último informe publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Los estados definirán un plan de acción conjunto para solucionarlo, con énfasis en la innovación y la inversión en el mundo rural.
Este punto también será clave para las relaciones entre América Latina y la Unión Europea, que, a raíz de la guerra en Ucrania, busca diversificar las opciones de abastecimiento de alimentos y de recursos con el objetivo de depender menos del llamado “granero del mundo”.
La tecnología y las finanzas, a debate
Otro de los temas en la agenda oficial es la Carta de Principios y Derechos Digitales, un compromiso que tampoco es vinculante pero que podría convertirse en el primero que se firma a nivel internacional en este ámbito. El objetivo es preservar los derechos fundamentales en entornos digitales y servir de marco de referencia para las legislaciones nacionales.
Además, los estados debatirán alrededor del sistema financiero actual con miras a emitir un Comunicado Especial sobre Arquitectura Financiera Internacional que haga un llamado a construir una alternativa “más justa, inclusiva y sostenible”. El yugo de la deuda pesa sobre muchos países latinoamericanos y amenaza con entorpecer una recuperación económica que ya se prevé difícil en un contexto pospandémico, al que se le suma el impacto de la guerra en Ucrania.
El viceministro dominicano de Política Exterior Multilateral, Rubén Silié, justificó la importancia de este debate porque la arquitectura financiera actual “no toma en consideración la situación de crisis que están viviendo” los países latinoamericanos ni “responde adecuadamente a su situación de endeudamiento”. República Dominicana es, precisamente, el país impulsor de este eje de debate en la Cumbre.
Unión Europea y América Latina: ¿viejos nuevos amigos?
Más allá de los puntos previstos en la agenda oficial, que se debaten en la superficie, en cumbres como ésta siempre hay más temas que se mueven a nivel freático y que marcan las conversaciones entre los jefes y representantes de los Gobiernos presentes. El contexto nacional y geopolítico se hace inevitablemente presente en encuentros de alto nivel.
Una de las principales apuestas de la Cumbre Iberoamericana es volver a vincular América Latina con Europa. En un momento donde las divisiones entre Occidente y Rusia se han profundizado a raíz de la guerra en Ucrania, el viejo continente quiere asegurarse de que la región latinoamericana, que se ha mantenido relativamente al margen del conflicto, vea a la Unión Europea como un socio imprescindible.
A las preocupaciones europeas se suma la influencia económica de China en la región, que ha crecido en los últimos años hasta convertirse en el principal socio comercial de la mayoría de países latinoamericanos. Para construir un dique de contención, los mandatarios a lado y lado del Atlántico buscarán acelerar las negociaciones para el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur (el mercado común que incluye a Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), a la vez que los tratados bilaterales con Chile y México.
En la misma línea, la Cumbre Iberoamericana se convierte en la antesala del próximo encuentro entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la UE, que se celebrará en julio de este año, después de ocho años de distancia.
La migración y la seguridad atraviesan la Cumbre Iberoamericana
Otro eje que atraviesa la región de forma común es la migración y, a pesar de que no consta dentro de la agenda oficial, hay mandatarios como Gabriel Boric que ya han declarado sus intenciones de abordarlo con sus homólogos. En el caso chileno, la principal preocupación es la migración venezolana que llega al país a través de Bolivia, pero no es el único caso de flujo de personas donde se cruzan los derechos humanos y la seguridad: la frontera entre Colombia y Panamá se ha convertido en un punto crítico para la migración internacional y el embajador de la Cumbre, República Dominicana, también enfrenta una situación compleja con su vecino, Haití.
La respuesta de Boric a la migración en su país ha sido aumentar la militarización: desplazó 600 efectivos en la frontera norte del país y quiere que cada persona que llega de forma irregular “pueda ser reconducido por donde vino”, según sus propias palabras. Salvando las distancias de los contextos nacionales particulares, es la misma respuesta que han adoptado muchos líderes latinoamericanos a los recientes desafíos domésticos.
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Por ejemplo, la gestión del salvadoreño Bukele frente al crimen organizado se ha basado en los encarcelamientos masivos amparados por el estado de excepción, una política que levanta cuestionamientos alrededor de los derechos humanos. En la misma línea, Guillermo Lasso, presidente de Ecuador, ha endurecido su discurso en torno a la seguridad y la respuesta a la violencia carcelaria en el país, mientras que la comunidad internacional se plantea reforzar a la policía y al ejército haitiano para hacer frente a las bandas armadas que controlan amplios territorios del país.
No deja de ser un momento definitorio para la región: con una desigualdad agravada por las sucesivas crisis económicas que se esconde, en muchas ocasiones, como causante última de la violencia, ¿buscará responder con políticas sociales o endureciendo las fuerzas de seguridad? Frente a nuevas y viejas divisiones que salen a relucir en el mapa global, ¿podrá emerger como un socio comercial estable o será castigado por sus problemas de gobernabilidad? Ante un desafío de la magnitud del cambio climático, ¿logrará estar a la altura y ser ejemplo de una región sostenible o seguirá el camino marcado de la industrialización desbocada?
Todavía sin certezas, la Cumbre Iberoamericana podría convertirse, al menos, en el inicio de estas respuestas que ponen a América Latina y a su relación con Europa frente al espejo.