Cumbre sudamericana: ¿qué se espera del encuentro que busca impulsar la integración regional?

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Cumbre sudamericana, Lula y Maduro, américa latina
Foto: Gustavo Moreno | AP

La reunión comienza este martes 30 de mayo. La mayoría de sus sesiones se desarrollarán a puerta cerrada. Se prevé que asista la gran parte de los jefes de Estado y Gobierno de la región, entre los que se encuentra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Por su parte, Dina Boluarte no estará en la reunión, pues está siendo investigada por presunto genocidio.

Un nuevo intento de potenciar la integración regional. Este martes 30 de mayo, Brasilia, capital ejecutiva de Brasil, será la sede de una cumbre regional que genera expectativas. En la mira: el regreso y reestructuración de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).

Se trata de un organismo creado en 2008 por los entonces líderes regionales (la mayoría con tendencias izquierdistas) que tenía la finalidad de consensuar las estrategias culturales, políticas, sociales y económicas de sus naciones y contrarrestar la influencia de Washington en la región.

Se espera la participación de unos 11 jefes de Estado y/o Gobierno. Entre la lista se encuentran, entre otros, Gustavo Petro, presidente de Colombia; Luis Arce, de Bolivia; Gabriel Boric, de Chile; Guillermo Lasso, de Ecuador, y Luis Lacalle, de Uruguay.

Cabe destacar, como casos extraordinarios, la presencia de Nicolás Maduro, en lo que supone su regreso a la arena integracionista después de años de ausencia. Por parte de Perú, el primer ministro Alberto Otálora será el encargado de llevar la voz de su Gobierno. Dina Boluarte no podrá asistir al estar involucrada en un proceso legal: se le acusa, entre otros cargos, de presunto genocidio por las más de 60 muertes que dejaron las protestas antigubernamentales que se desataron en su país después del arresto del expresidente Pedro Castillo.

Será la primera cumbre con el formato de Unasur desde 2014. En este período de alejamiento, una oleada de gobiernos de derecha se hizo con la mayoría de las presidencias de la región, apagando el impulso que suponía un factor común predominante: el progresismo.

“Ningún país crece solo”, sentenció ‘Lula’ en Twitter. “Tenemos que trabajar con nuestros vecinos en la construcción de colaboraciones para el desarrollo económico, el fortalecimiento de los lazos culturales y la defensa de la democracia”, concluyó.

“Que este segundo intento” prevalezca

Otra oportunidad. Nueve años después del último encuentro de alto nivel, se espera que esta primera reunión consolide las bases para relanzar la integración regional a pesar de las diferencias.

“La idea es retomar el diálogo y la cooperación con los países sudamericanos. Identificar denominadores comunes para ver cómo se puede iniciar un camino para volver a contar con un mecanismo de cooperación netamente sudamericano”, afirmó la secretaria para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Gisela Figueredo, citada por la agencia de noticias ‘Télam’.

La región no contaba con una estructura unitaria que centralizara las inquietudes de disímiles gobiernos en temas claves para la estabilidad regional como es la cuestión democrática. Un ejemplo de ello fue el hecho de que Venezuela se convirtiera en el detonante de la ruptura casi total de Unasur. Las diferencias en el cómo identificar el mandato de Nicolás Maduro y cómo resolver la crisis interna que generó la figura de un líder opositor autoproclamado presidente en ese país dan cuenta de la ausencia de mecanismos de consenso dentro de la región.

Así, la reunión en Brasilia busca encarar dichos pendientes. Sin embargo, el encuentro plantea un interrogante clave: ¿cómo consolidar el organismo ante una posible un nuevo viraje a la derecha?

Según el profesor de relaciones internacionales Oliver Stuenkel, de la universidad y centro de estudios Getulio Vargas de São Paulo, “el mayor problema de Unasur es que se construyó en un momento en que había líderes de izquierda y se derrumbó cuando llegaron líderes de derecha”. En diálogo con la agencia de noticias AP, el catedrático identificó esta estabilidad frente a los cambios ideológicos como el reto fundamental de la reunión.

“Es fácil hablar de su regreso ahora, pero necesitan pensar en formas de hacer que este segundo intento dure”, subrayó.

Sin embargo, otros desafíos están sobre la mesa. La crisis política en Ecuador, la inestabilidad que supone el paso de seis presidentes durante cinco años en Perú, el auge de la derecha chilena que liderará la redacción de una nueva Carta Magna, y las elecciones por venir en Argentina. Todos estos plantean la necesidad de crear un ente mediador duradero.

Nicolás Maduro, de vuelta a la escena internacional

Ni el “cerco diplomático”, ni el “reconocimiento” a Juan Guaidó como “presidente encargado de Venezuela” llevaron a Maduro al ostracismo. Hoy Guaidó es un recuerdo que la misma oposición venezolana sacó del tablero.

En ese sentido, dialogar con quien ostenta el poder es una solución posible para los líderes de la nueva izquierda regional. Una que tendrá también el reto de no dejar de reconocer los problemas que afronta Venezuela.

Maduro llegó este lunes a Brasilia a inaugurar el relanzamiento de las relaciones diplomáticas, rotas por el expresidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro.

“Venezuela es un vecino y no se puede ignorar ni romper los lazos diplomáticos, ya que tenemos problemas prácticos que deben resolverse”, destacó Carolina Silva, también experta en relaciones internacionales de la Universidad Federal de São Paulo.

‘Lula’ como escenógrafo político regional

Para algunos hay que ir más allá. El canciller de Brasil, Mauro Vieira, planteó que a pesar de tener un formato similar, la reunión no representa una cumbre de la Unasur.

Incluso fuentes del Ministerio de Exteriores brasileño, citadas por la agencia EFE, señalan que ese es un mecanismo “obsoleto” que debe ser “replanteado”.

Tal vez se trate de un guiño a los líderes de la derecha conservadora que asisten al evento, como Lacalle y Lasso, para apostar por su cooperación.

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El mismo Vieira marcó el camino a recorrer de la reunión. Aseguró que buscará identificar “coincidencias” y no marcar las “diferencias”, también expuso el objetivo de encontrar “iniciativas concretas”. Todo esto, con el propósito de generar un encuentro “libre de cargas ideológicas”.

Para ‘Lula’ plantea un propósito personal. El presidente, conocido por su habilidad de crear consensos, no ha logrado avanzar en su objetivo de mediar en el conflicto ucraniano. En este sentido, la cumbre podría suponer que su imagen de interlocutor internacional salga fortalecida.

Una mirada al pasado

La búsqueda de una integración regional latinoamericana data de muchos años atrás. En 1969, vio la luz una de las primeras estrategias consolidadas de integración con la creación del Pacto Andino. El primer paso lo dieron Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Chile. Una iniciativa abandonada por este último país en 1976 y a la que luego ingresó Venezuela.

Más de dos décadas después surgió uno de los bloques económicos más fuertes del continente americano: el Mercosur. Integrado por Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, su hermetismo no impidió que este grupo llamara a una cumbre regional en el 2000.

De ese encuentro surgió la Iniciativa para la Infraestructura Regional Suramericana, un plan que dio pocos pasos y fue el preámbulo para la creación de la Unasur.

La reunión de Brasilia intentará condensar todos estos planes en un momento en que la guerra en Ucrania ha fortalecido la creación de bloques económicos y políticos ante el peligro de la ruptura de las cadenas productivas internacionales provocadas por el conflicto.

Con EFE, AP y medios locales