De bandido al bien amado de la pandemia
Considerado el hijo malo de la humanidad por la degradación del medio ambiente, este enemigo al que todos apuntaban como el peor contaminante del planeta se ha convertido en diferentes formatos como el alma noble de la pandemia de la covid-19. El producto ha renacido de varias formas impensadas. Se ha convertido en una de las armas de protección más usadas en el mundo para evitar el contagio del nuevo coronavirus. En los supermercados, por ejemplo, se lo ha introducido en forma de barreras protectoras, los taxistas y los minibuses lo emplean para mantener distancias con el usuario; diseñadores en todo el mundo han empleado la silueta del plástico para fabricar atractivas maneras de protección facial; incluso para personas que trabajan en el área de la salud, para que abracen a sus seres queridos cuando regresan a sus hogares más seguros después de una agotadora y peligrosa jornada en clínicas y hospitales. Para tener una idea del impacto que ha provocado este material, solo en los Estados Unidos, la producción de plástico subió del 200% al 300% este año. Pero como ahora todo tiene un lado negativo el desafío es aumentar las políticas públicas para reciclarlo.