Dilma Rousseff, la dama de hierro brasileña

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Torturada durante la dictadura, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, de 66 años, ha confirmado su fama de dura en una disputada campaña electoral que culminó el domingo con su victoria para un segundo mandato.

“La vida lo que pide de nosotros es coraje”, dijo el 1 de enero de 2011, cuando se convirtió en la primera mujer presidenta de Brasil y recibió la banda presidencial de su padrino político, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010).

Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores (PT), ganó la segunda vuelta de las elecciones con un 51,48% de los votos, frente al 48,52% de su adversario, el socialdemócrata Aecio Neves, según el escrutinio de más del 98% de los votos.

Durante una durísima campaña, no dudó en atacar a su adversario, acusándolo de querer gobernar para los ricos o de ser nepotista e insinuando que es agresivo con las mujeres y conduce ebrio o drogado. La presidenta fue acusada, por su lado, de “incompetente” y “mentirosa” por Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, centro), así como de ser “connivente” con los escándalos de corrupción en la estatal Petrobras vinculados a su Partido de los Trabajadores (izquierda), que la presidenta ha prometido investigar “piedra por piedra”.

Mano dura

De voz firme y ronca y pocas sonrisas en público, Rousseff tiene fama de ser una ‘dama de hierro’ que no duda en corregir a sus ministros en público y conoce hasta el más técnico detalle de sus programas. Nada que ver con el carismático Lula, que la llevó al poder, el popular mandatario que hacía reír a la platea con sus ocurrencias y despertaba la veneración de una estrella de rock.

Rousseff raramente muestra su cara más íntima y personal: una ávida lectora y admiradora del arte que no consigue dormir sin un libro, seguidora de series televisivas como ‘Juego de tronos’, supersticiosa, y que no duda en escaparse de incógnito en moto o a pie.

“De las mujeres en el poder siempre dicen que son duras, gerentes. Dilma es una persona con un gran sentido del humor, divertida, extremadamente solidaria y generosa”, cuenta a la AFP Ieda Akselrud de Seixas, de 67 años, que fue encarcelada con Rousseff durante la dictadura. De Seixas, que a los 22 años cumplió cárcel con una hermana y la madre, y que perdió a su padre bajo tortura, asegura que la presidenta fue una excelente compañera que la defendió en los momentos más duros.

“En mi vida, me he enfrentado a situaciones del más alto grado de dificultad, agresiones que llegaron al límite físico, y nada me sacó de mi rumbo, de mis compromisos, ni del camino que tracé para mí misma”, declaró Rousseff en junio, tras ser insultada en el estadio de Sao Paulo, en la inauguración del Mundial de Fútbol.

Dilma Vana Rousseff nació el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte (sureste), en una familia de clase media, hija del inmigrante búlgaro Pedro Rousseff, que la inició de joven en la lectura de los clásicos, y la profesora Dilma Jane da Silva. Formó parte de dos organizaciones armadas clandestinas de oposición a la dictadura (1964-85). Estela, Vanda o Luiza eran sus alias como guerrillera. A los 22 años fue torturada y pasó casi tres años en la cárcel. El juez del tribunal militar la llamó “papisa de la subversión”, revela el periodista Ricardo Amaral en una biografía de la mandataria.  El libro desveló una fotografía inédita: una desafiante Rousseff a los 22 años, frente a sus jueces militares, tan joven y a la vez tan fuerte.

Formada en economía, Rousseff tiene una hija, Paula, y un nieto de cuatro años. La presidenta se divorció de Carlos de Araújo, su segundo marido y padre de su hija, después de 30 años de una relación que sobrevivió a la prisión de ambos en la dictadura.

De la mano de Lula

Con Araújo, la presidenta participó de la fundación del Partido Laborista Brasileño (PDT, del legendario caudillo Leonel Brizola), creado en 1979, aunque en el año 2000 se sumó al PT de Lula.

Lula la integró a su gobierno cuando empezó su primer mandato en 2003. Así describe el exmandatario su primer encuentro: “Apareció una compañera con un ordenadorcito en las manos. Comenzamos a discutir y percibí que había algo diferente en ella. Entonces, pensé: ‘Creo que ya encontré a mi ministra de Energía'”.

El escándalo por la compra de votos a políticos aliados del PT pulverizó a la dirigencia del partido e impulsó a Rousseff al primer plano del Gobierno. Lula la nombró ministra jefe de Gabinete.

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