Dilma Rousseff se defiende en el senado brasileño

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Foto: REUTERS

La presidenta brasileña Dilma Rousseff, apartada del poder temporalmente desde el 12 de mayo, se defendió ayer en el Senado de Brasil durante más de 14 horas, interrumpidas sólo por dos pausas para comer y cenar. Comenzó a las diez de la mañana y terminó más allá de las diez y media. Fue una de las ya acostumbradas sesiones maratonianas que este proceso de impeachment suele celebrar. Rousseff escuchó -y contestó- las preguntas de los 51 senadores que quisieron intervenir. Durante ese tiempo, claro, no sólo se habló de los supuestos delitos fiscales en los que, según la acusación, incurrió la presidenta en 2015, sino de asuntos mucho más variados: la marcha de la economía, las prospecciones petrolíferas, la defensa de los indios, las acusaciones de corrupción que penden sobre el Partido de los Trabajadores (la formación de Rousseff y Lula), las que penden sobre el Partido do Movimento Democrático de Brasil (PMDB) (el partido del actual presidente interino Michel Temer), las virtudes políticas de Temer o la mortalidad infantil, entre otras decenas de temas.

A pesar de las respuestas de Rousseff, todos los especialistas siguen coincidiendo en que el impeachment se va a aprobar. Con todo, hasta el último momento el expresidente Lula, desplazado a Brasilia, trató de convencer a algunos de los senadores indecisos.

Todo está previsto para que se acabe este martes. Por la mañana hablarán, por última vez, los representantes de la defensa y de la acusación. Posteriormente, harán un discurso los senadores que quieran. Dada la experiencia de sesiones anteriores, se da por sentado que la mayoría querrá hacerlo, así que se volverá a celebrar una sesión interminable y agotadora, que no acabará hasta la madrugada del miércoles 31. Entonces, los senadores votarán. Si más de 54, como es lo más probable, votan a favor, Dilma Rousseff quedará definitivamente depuesta.