Dioses de la destrucción

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La temperatura del planeta Tierra superará los dos grados centígrados de aumento en 2100. Como consecuencia de este aumento de calor, el nivel del mar podría subir entre veintiséis y ochenta y dos centímetros al fin de siglo. Es demasiado calor para cien años si se tiene en cuenta que desde la última glaciación, ocurrida hace veinte mil años, la Tierra se ha calentado solo cinco grados centígrados.

Esto significa islas tragadas por el mar, caletas de pescadores inundadas por las aguas, playas desaparecidas, archipiélagos sumergidos y los Países Bajos en peligro de perder lo que ganaron al mar en siglos.

Las pruebas están a la vista. Se ha acelerado el aumento del nivel del mar, se ha duplicado el deshielo del Ártico, los glaciares y casquetes polares se funden a mayor velocidad y los océanos se están acidificando. Pero algunas empresas globales aseguran que se trata de cambios cíclicos del sol o ciclos de la tierra que han existido siempre.

Así como hay un negacionismo del Holocausto o del terrorismo, también existe un negacionismo del calentamiento global. Las industrias del petróleo y el acero formaron en los 2000 la Global Climate Coalition y el Consejo de Información del Ambiente, liderados por el climatólogo Patrick Michaels, de la George Mason University, el geógrafo Robert Balling, de la Universidad de Arizona, y el físico Sherwood Idso, presidente del Centro de Estudios para el Cambio Global. Señalaban que el calentamiento global es solo una teoría. Ahora ha surgido la Coalición Científica Internacional del Clima (ICSC), coordinada por Tim Patterson, de la Universidad de Carleton, Canadá, que se opone a la limitación de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Las fotografías satelitales de los casquetes polares reducidos por el calentamiento fueron guardadas como secreto de Estado por la administración de George Bush padre.

En los años setenta, Donella y Dennis Meadows publicaron el documento Los límites del crecimiento, con los primeros cálculos informáticos sobre la relación entre el crecimiento y los recursos del planeta hechos por los científicos del Club de Roma. De ese estudio surgió la idea del desarrollo sostenible aprobada por la Cumbre de la Tierra de 1992, un desarrollo que guarde recursos para las generaciones por venir.

En los 2000, los Meadows insistieron con la publicación de Los límites del crecimiento treinta años después: todo lo permisible había sido sobrepasado.

El Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas ha sido presentado en Estocolmo. Reúne seis años de avances científicos, ha costado cuatro años de elaboración y ha usado testimonios de diez mil publicaciones científicas. Millones de mediciones que permiten una visión imparcial del estado del sistema terrestre. “Billones de bytes de datos numéricos que forman la base científica para hacer las estimaciones de los posibles escenarios futuros”, afirma Thomas Stocker, copresidente del Grupo de Trabajo I, en una entrevista publicada por el diario La Vanguardia de Barcelona.

Según Carles Paul, de la Universidad de Barcelona, estamos emitiendo trescientas ochenta partes por millón (ppm) de partículas de CO2 en el aire. Según la Associated Press, la concentración llega a cuatrocientas ppm en el hemisferio norte. Hace veinte mil años, la concentración era de doscientas ppm. Antes de la revolución industrial llegaron a doscientas ochenta ppm.

Para no continuar este proceso de contaminación se debe dejar de quemar combustibles fósiles y apostar por una economía limpia. Pero eso requiere de una revolución social y de conciencia. ¿Es posible este cambio de vida? Al parecer sí, siempre que cambien los paradigmas actuales centrados en el egoísmo y la codicia. El calentamiento global lo causan los dioses de esta época: el Crecimiento Económico y el Consumo Capitalista.

La Cumbre de París del 2015 volverá a intentar un acuerdo para limitar las emisiones. Pero no hay nada que permita pensar que la marcha de los seres humanos hacia su autodestrucción pueda variar.

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