El amago de intervención militar dispara la tensión entre EEUU y Venezuela

La Casa Blanca asegura que usará “todo el poder” para frenar el tráfico de drogas.
Pocas semanas después de la renovación de la licencia petrolera estadounidenses Chevron para operar en Venezuela, y de haber acordado un intercambio de prisioneros políticos, la tensión entre Washington y Caracas ha escalado vertiginosamente. Incluso con un componente militar que tiene pocos precedentes bilaterales.
Después de impulsar la distensión entre los dos países, el Gobierno de Donald Trump dio media vuelta para caminar en la dirección opuesta. El 7 de agosto pasado, la Casa Blanca elevó hasta 50 millones de dólares por información que pueda conducir a la captura del presidente venezolano, Nicolás Maduro, al que acusa de liderar el Cartel de los Soles. Esta semana, inició el despliegue en los límites marítimos de Venezuela de tres destructores, 4.000 marines, aviones de combate y submarinos como parte de una operación contra el narcotráfico.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que Estados Unidos está decidido a usar “todo su poder” para frenar el tráfico de drogas desde Venezuela. “El régimen de Nicolás Maduro no es el Gobierno legítimo de Venezuela. Para esta Administración, Maduro es un narcotraficante, un líder fugitivo de este cartel”, dijo Leavitt.
El Gobierno venezolano, acostumbrado a intercambiar adjetivos y salvas con la Casa Blanca durante años, parece esta vez haber calibrado con más cuidado sus reacciones. La cúpula del chavismo se ha tomado muy en serio esta última escalada, en la cual es muy evidente lo destemplado del tono y la gravedad de las acusaciones.
El canciller venezolano, Yvan Gil, dijo en un comunicado que las amenazas de Estados Unidos “no solo afectan a Venezuela, sino que ponen en peligro la estabilidad de toda la región, incluyendo la zona de paz declarada por la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños)”. Para el Gobierno chavista, las acusaciones de Estados Unidos “son una muestra de su falta de credibilidad”.
“Estamos frente al desarrollo de una narrativa para justificar una agresión”, dijo Vladimir Padrino López, ministro de la Defensa, quien estos días ha sido visto junto a Maduro en todas sus alocuciones públicas. “Lo hemos visto antes, muchas veces. Al no existir argumentos, se inventan mentiras y se repiten para convertirlas en verdades, aunque no lo sean”. Padrino y otros voceros oficiales han calificado las acusaciones contra Maduro de “ridículas” y “absurdas”.
Hace dos días, Maduro anunció la movilización en todo el país de cuatro millones de efectivos de la Milicia Nacional el quinto componente de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, fundada por Hugo Chávez en 2007, y muy fortalecida institucionalmente desde entonces.
La Milicia es una rama del sector militar de carácter mixto, conformada por reservistas, militares, paramilitares y civiles, educadas en el criterio de la lealtad a Hugo Chávez y la revolución bolivariana, e inspirada en los fundamentos de la guerra asimétrica.
“Los primeros que salieron adelante a manifestar su apoyo a este presidente obrero han sido los militares de la patria”, dijo Maduro, satisfecho y rodeado de militares y policías. “Salieron adelante con sus fusiles, con sus misiles, sus tanques, sus aviones. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a la vanguardia”, proclamó en medio de aplausos.
Mientras todo esto ocurre, Maduro ha endurecido la presión sobre las voces críticas dentro del chavismo. El presidente cuestionó lo que aparentemente serían disensiones internas entre sus seguidores: “Hay gente que es débil, y ante una circunstancia, ahí mismo reacciona. Es fácil atacar a Maduro y a la revolución, qué fácil. Hay mucho cobarde escondido, que no es capaz de decirme las cosas en la cara por cobardía. Pues bueno, yo no nací el día de los cobardes. Si estamos aquí, es porque hemos sido leales al juramento sagrado que le hicimos al comandante Chávez”.
Desde la clandestinidad, María Corina Machado, la principal líder de la oposición, y sus colaboradores —todos en el exilio— parecen asumir su responsabilidad en la gestación de este cerco de Estados Unidos al chavismo.
El lenguaje que emplean describe lo que sería una situación en desarrollo. Muchos venezolanos en el exterior parecen de nuevo ilusionados ante la posibilidad de un cambio político. Machado ha considerado un éxito para la causa democrática que Estados Unidos haya logrado identificar con claridad, según su mirada, la amenaza del chavismo.
Machado, que tiene tiempo afirmando que las estructuras del Gobierno de Maduro son más débiles de lo que se piensa, agradeció “profundamente” al presidente Trump que haya subido la recompensa por su captura. No ha dejado de repetir, además, que el chavismo es una amenaza para toda la región.
Si bien es evidente que se ha redoblado la presencia policial y militar en las calles del país, entre la población, en cambio, la vida transcurre con total normalidad, sin ninguna sensación de inminencia, sin mayores expectativas. Agotada de tener expectativas.
Los sectores moderados de la oposición que todavía son tolerados en la legalidad del chavismo se muestran escépticos ante las promesas de cambio que profetiza Machado. Descartan además de plano la posibilidad de una intervención extranjera.
En los amplios cauces del pesimismo local que navegan en las redes sociales, se suele acusar de “vendedores de humo” a aquellos que se empeñan en avizorar, la inminente llegada del regreso a la democracia.