Independientemente del resultado de las elecciones presidenciales en Brasil, la gran lección política de estos comicios es que el bolsonarismo ha penetrado a fondo en la sociedad brasileña y ha llegado para quedarse. Jair Bolsonaro consiguió en la primera vuelta un resultado mucho mejor de lo que auguraban todos los sondeos: el 43% de los votantes expresó su deseo de que el actual mandatario continúe en la presidencia, frente al 48,4% que prefirió al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Muchos analistas empiezan a reconocer que el bolsonarismo es mucho más fuerte de lo que se creía. “Existe una porción de la sociedad brasileña que es muy conservadora. Hay un cierto consenso en la Ciencia Política de que Bolsonaro consiguió hacer una conciliación entre estas fuerzas conservadoras. Hay personas con un perfil más liberal y personas de derecha con un perfil más ligado a la agenda conservadora en el campo social. Él consiguió centralizar todos estos apoyos”, señala Carolina Almeida de Paula, politóloga de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
En las pasadas elecciones legislativas, también celebradas el 2 de octubre junto a las presidenciales, el Partido Liberal de Bolsonaro eligió a 99 representantes en la Cámara de Diputados, lo que ayudará a crear el mayor grupo parlamentario de la historia. Además, de los 27 senadores elegidos, ocho son bolsonaristas.
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En la actualidad, no existe un estudio sociológico pormenorizado de los votantes de Bolsonaro. Durante los últimos cuatro años, los medios de comunicación dentro y fuera de Brasil han destacado la faceta más radical de este movimiento político, como los ataques contra las urnas electrónicas del propio presidente o las manifestaciones contra la Corte Suprema, que en algunos casos derivaron en escenas violentas en algunas ciudades del país.
Sin embargo, el equipo de corresponsales de France 24 en español pudo comprobar en la cobertura de los actos a favor de Bolsonaro que el perfil de sus seguidores ha ido cambiando a medida que se levantaban las restricciones a la movilidad implementadas durante la pandemia. A lo largo de toda la campaña, también constató que la mayoría de los electores que acudían a estos actos tiene un perfil de conservador más moderado.
La cuestión religiosa es fundamental para que algunos votantes se decanten por Bolsonaro
Muchos de ellos son representantes de la clase media, seducidos por la agenda presidencial en defensa de la familia tradicional y contra la corrupción. “Nosotros siempre tuvimos presidentes corruptos y ladrones. Bolsonaro arrancó este tumor maligno, este cáncer diabólico que tenemos en nuestro país, que es una nación rica y próspera. Hoy nuestro presidente dio dignidad a la familia”, contó Samuel Oliveira dos Santos, agente inmobiliario y pastor evangélico, en el lanzamiento de la candidatura de Bolsonaro, el pasado 24 de julio.
“Las mujeres están con Bolsonaro porque él es honesto. Es un hombre digno de estar en el lugar en el que está”, remarcaba Selma Maria de Carvalho dos Santos, funcionaria jubilada y esposa de Samuel.
Reencontramos a esta pareja tres meses después en Bangú, un barrio de la periferia de Río de Janeiro marcado por un día a día de violencia y asaltos. Ambos siguen apoyando a Bolsonaro con firmeza porque se sienten muy identificados con la bandera que el actual mandatario levanta a diario contra la legalización del aborto y de las drogas, y contra la llamada ideología de género.
“Yo estoy contra el aborto. Desde el momento de la concepción, de la unión de dos personas, aunque ocurra una fatalidad, todo es permiso de Dios. Dios va a marcar el curso de la manera que considere oportuna”, asegura Selma Maria de Carvalho dos Santos.
Samuel, por su parte, valoriza el respeto que el mandatario muestra hacia la religión. “Bolsonaro es abrazado por los pastores en Brasil. Él reconoce que el Señor es Dios. Cuando Bolsonaro llega a una iglesia, las personas quieren abrazarlo. Y no es solo en la iglesia evangélica. Él también va a las iglesias católicas. Hace poco estuvo en la Basílica de la Aparecida, en la fiesta anual de la Patrona. Llegó, y fue aplaudido, algunos incluso le abuchearon. Esto es normal. Pero él fue hasta allí”, afirma.
Cuatro veces por semana, Samuel y Selma acuden a una iglesia evangélica de su barrio para orar junto a otros fieles. En Brasil, el 31% de la población se declara evangélica, cerca de 70 millones de personas. Durante toda la campaña electoral, Bolsonaro ha intentado ampliar el apoyo de los evangélicos, que en 2018 fueron esenciales para su elección.
Es muy usual que en las iglesias evangélicas de Brasil, los pastores incluyan asuntos políticos y se posicionen a favor de Bolsonaro, considerado “el candidato escogido por Dios”.
“Existe un sistema político partidario diabólico, gobernado por Satanás y sus partidarios, muy bien planificado, muy bien organizado. Pero Dios abrió los ojos de nuestro pueblo”, profirió desde el púlpito un pastor negro, mientras una banda de música góspel tocaba en directo.
“No dejes, Señor, que seamos prisioneros del comunismo, del socialismo, de todo el mal de este sistema que está intentando corromper esta nación. Padre, toma a nuestro presidente de la República, en la figura de Jair Messias Bolsonaro”, reforzó Samuel en su papel de pastor adjunto.
Algunos de sus votantes lo eligen por la economía y el rechazo al PT de Lula
Además del llamado religioso, otro factor de atracción para las clases medias y altas ha sido el programa económico liberal de Bolsonaro. Es el caso de Denise Braga, una arquitecta que ve con buenos ojos que haya más privatizaciones y una reducción de los impuestos para las empresas brasileñas.
“Bolsonaro ha conseguido demostrar que existe otro camino. Antiguamente todo el mundo tenía vergüenza de decir que era de derecha y ahora parece que todo el mundo que es de derecha, es de extrema derecha. Y no es verdad. Un partido de extrema derecha es homofóbico, no acepta a los extranjeros. En mi caso, no es así. No tengo problema con eso. Solo quiero un país organizado, con una economía fuerte y libre, con menos presencia del Estado y más iniciativa privada, porque creo que así Brasil va a despegar”, señala Denise, quien asegura además que su negocio mejoró durante la gestión de Bolsonaro y destaca que la inflación disminuyó gracias a las medidas gubernamentales.
La consolidación del bolsonarismo fue coadyuvada por el profundo rechazo de un sector de la sociedad hacia el Partido de los Trabajadores (PT), fundado en 1980 por Lula. Muchos de los que hoy repudian a Lula le votaron en el pasado, como Robert Kim Blyth. Este funcionario público se decantó por Lula en las elecciones presidenciales de 1994, 1998, 2002 y 2006. Durante el mandato de Dilma Rousseff y tras el inicio de la Operación Lava Jato, que investigó la trama de corrupción ligada a la Petrobras y culminó con el encarcelamiento del proprio Lula, Blyth se decepcionó con el líder de la izquierda “por su sed de poder”.
“Yo reconozco que inicialmente Lula hizo cosas muy buenas, sobre todo para las clases más pobres. Hoy estoy contra el PT por causa de la corrupción generalizada y de la falta de competencia. En la actualidad, vemos un Gobierno que escogió los cargos por su competencia técnica. Muchos de ellos no han tenido un buen desempeño, es cierto, pero no hubo nombramientos partidarios. Con el PT los nombramientos no transmitían una seguridad técnica, había detrás un juego político”, señala Blyth.
El antipetismo, como es conocida en Brasil la aversión a Lula y a su partido, es todavía muy fuerte. En los sondeos, el rechazo a Lula alcanza el 41%. Pero Bolsonaro le gana: el 47% de los electores afirma que jamás le votaría. Independientemente del resultado, lo que ha quedado claro es que Brasil seguirá muy polarizado en los próximos años.