El incremento de los precios de los alimentos podría durar años

Banco Mundial con redacción dat0s
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Foto: Andrea Velázquez

La guerra en Ucrania ha causado una gran conmoción en los mercados de productos básicos, alterando los patrones mundiales de comercio, producción y consumo de forma tal que los precios se mantendrán en niveles históricamente altos hasta fines de 2024. “En conjunto, esto representa la mayor crisis de productos básicos que hemos experimentado desde la década de 1970. Como ocurrió entonces, la crisis se ve agravada por el aumento de las restricciones al comercio de alimentos, combustibles y fertilizantes”, dijo Indermit Gill, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial. “Estos acontecimientos han comenzado a agitar el fantasma de la estanflación. Los responsables de formular políticas deben aprovechar todas las oportunidades para elevar el crecimiento económico en sus países”.

Un reciente informe del Banco Mundial asigna dicotomías marcadas en cuanto la evolución de precios de los alimentos condicionados por la guerra en Ucrania. El informe analiza en profundidad el impacto de la guerra sobre los mercados de productos básicos. También examina la manera en que dichos mercados respondieron a perturbaciones similares en el pasado. En el análisis se concluye que el impacto de la guerra podría ser más duradero que las crisis anteriores por al menos dos razones.

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En primer lugar, el margen para sustituir los productos básicos energéticos más afectados con otros combustibles fósiles es ahora menor, ya que los aumentos de precios se han extendido a todos los combustibles. En segundo lugar, la suba de algunos productos básicos también está impulsando los precios de otros bienes: el aumento del gas natural ha elevado los precios de los fertilizantes, lo que a su vez ha presionado al alza los valores de los productos agrícolas.

Se prevé que los precios no energéticos, incluidos los de los productos agrícolas y los metales, se incrementarán casi un 20 % en 2022. Según las proyecciones, los precios de los productos básicos se mantendrán muy por encima del promedio quinquenal más reciente. En caso de que se prolongue la guerra o se apliquen sanciones adicionales a Rusia, los precios podrían subir aún más y mostrar más volatilidad de lo que se prevé en la actualidad.

Además, las respuestas normativas implementadas hasta ahora se han centrado más en los recortes tributarios y los subsidios —que a menudo exacerban la escasez de la oferta y las presiones sobre los precios— que en medidas a largo plazo dirigidas a reducir la demanda y alentar fuentes alternativas de suministro.

El informe recomienda a los funcionarios -el caso viene en mención a economías similares a la de Bolivia- diseñar programas de protección social focalizados, como los de transferencias monetarias, de alimentación escolar y de obras públicas, en lugar de establecer subsidios a los alimentos y los combustibles. “Una prioridad clave debe ser invertir en medidas de eficiencia energética”. En el informe también se alienta a los países a acelerar el desarrollo de fuentes de energía con cero emisiones de carbono, como las energías renovables.

Los elevados precios de los metales también están impulsando el costo de la energía renovable, que depende de metales como el aluminio y el níquel para baterías. Al mismo tiempo, algunos de los principales importadores de carbón podrían aumentar las importaciones provenientes de Rusia y, a la vez, reducir las originadas en otros grandes exportadores. Es probable que este desvío resulte más costoso, según se señala en el informe, porque implica mayores distancias, y el carbón es voluminoso y costoso de transportar. Con el gas natural y el petróleo se observan desvíos similares.