El “tren tóxico” de Ohio y el gasoducto Nord Stream

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Nord Stream 2, gasoducto fuga Rusia
Foto: Reuters

Misterio o “acto de guerra”? Rusia acusa a EEUU de sabotear el gasoducto que lleva gas a Europa. Según una investigación, Washington habría montado una operación secreta para sabotear la invasión de Ucrania.

Coches negros precedieron el ingreso del expresidente Donald Trump a East Palestine (Ohio). Era por supuesto un engaño, de decir que allí jamás llegaron las limosinas de la Casa Blanca con los funcionarios de la administración Biden. Trump se encargó de encender la mecha. Hablo a los pocos residentes del poblado en un día lluvioso y aprovechó para atacar por la falta de sensibilidad del presidente que se encontraba en Ucrania. De ignorar la tragedia. Días antes el hijo mayor del expresidente había deslizado que los “Estados Unidos estaban bajo ataque”. Llegó más allá diciendo que el descarrilamiento del tren tóxico que viajaba cargado de materiales peligrosos (5 vagones cisterna transportaban 115.580 galones (unos 500.000 litros de cloruro de vinilo, altamente tóxico) era una represalia rusa por la voladura del gasoducto Nord Stream.

No todo era fake

Con base en una investigación periodística, Rusia acusó a Estados Unidos por el sabotaje del gasoducto ocurrido en septiembre de 2022. El hallazgo apunta al Gobierno de Joe Biden por el presunto bombardeo de las tuberías que facilitaban el transporte energía barata rusa a Europa vía Alemania, considerada el “arma energética” que disponía Vladimir Putin para disuadir a Europa de apoyar a Ucrania en su planificación de la invasión.

Seymour Hersch, premio pulitzer

Reuters

La publicación de Seymour Hersh, un multipremiado periodista de investigación estadounidense, provocó un escándalo mundial y una escalada diplomática en el marco del aniversario de la guerra. En caso de comprobarse oficialmente, Estados Unidos habría cometido un “acto de guerra” contra Rusia. “El New York Times lo llamó un “misterio”, pero Estados Unidos ejecutó una operación marítima encubierta que se mantuvo en secreto, hasta ahora”, anticipa.

Hersh, ganador del premio Pulitzer en 1970 por exponer la masacre de civiles por parte de las tropas estadounidenses en My Lai (Vietnam), aseguró que buzos de la Marina estadounidense, que operaban bajo la cobertura de un ejercicio de la OTAN, colocaron explosivos en el Mar Báltico que luego fueron activados de forma remota y destruyeron tres de los cuatro oleoductos Nord Stream, según una fuente de la CIA con conocimiento directo de la planificación operativa.

En medio de acusaciones cruzadas, el hallazgo provocó un cimbronazo internacional y una investigación oficial por parte de Alemania, Suecia y Dinamarca, los países afectados por la explosión y las consecuentes fugas de gas. Además, dio una explicación a lo que era una incógnita hasta el momento.

Si bien las autoridades estadounidenses lo niegan categóricamente, las declaraciones de funcionarios de alto nivel, entre ellos el propio presidente (que amenazó con destruir el gasoducto en la antesala de la guerra), reforzarían este argumento que podría cambiar el curso del conflicto bélico de escala casi global que no pierde de vista la peligrosa dimensión nuclear.

“Es la economía, estúpido”

Pasó un año desde que inició la mayor guerra en Europa desde 1945. Bajo pretexto de la “desnazificación”, Rusia continuó con su cruzada para impedir la expansión de la influencia occidental en Ucrania. El hardpower, la acción bélica o militar, fue el eje del combate focalizado en el este ucraniano ocupado por el Kremlin.

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Una de las armas con las que Putin contaba para llevar a cabo su ofensiva sobre Ucrania era la ventaja de sus recursos naturales y la necesidad de Europa de conseguir energía barata. Parte de su plan maestro contaba con la posesión de la estatal Gazprom del 51% de las acciones del gasoducto, lo que le permitiría controlar las ventas posteriores del gas natural a bajo costo en Alemania y Europa occidental (que incrementaría los ingresos estatales de gas y petróleo en un 45% del presupuesto anual de Rusia).

De esta manera, la realpolitik una vez más pasó por la dimensión económica.

A cambio de gas, Europa miraría para el costado y buscaría sentar a Kiev y Moscú a una negociación que, en el mejor de los casos, permitiría anexar los territorios ocupados. O al menos esa parecía ser la intención, según evaluó Hersh en su explosivo informe titulado “Cómo Estados Unidos eliminó el oleoducto Nord Stream”.

Esto no habría pasado desapercibido para Washington, que tejió su alianza con Europa luego de financiar la reconstrucción post Segunda Guerra Mundial. “El presidente Joseph Biden vio los oleoductos como un vehículo para que Vladimir Putin usara el gas natural como arma para sus ambiciones políticas y territoriales”, agrega Hersh.

En ese sentido, en diciembre de 2021 Biden habría encomendado Jake Sullivan, consejero en Seguridad Nacional, a reunir a un grupo interinstitucional para hacer explotar el gasoducto que habría sido llevado a cabo con la colaboración de Noruega, uno de los países fundantes de la OTAN en 1949.

En tanto, la decisión de Estados Unidos de bombardear los oleoductos tenía como objetivo asegurar el apoyo de los aliados a Ucrania en un momento en que algunos dudaban, según la evaluación de Hersh, con base en fuentes de la CIA que participaron del operativo. “El temor era que Europa se alejara de la guerra”, dice.

Acusaciones cruzadas y la amenaza de Joe Biden

Dado a la trayectoria de Hersh, la escandalosa publicación sobre los manejos secretos de Washington escaló rápidamente a nivel internacional. Rusia acusó a Estados Unidos de ser el responsable de la explosión parcial del gasoducto y elevó el reclamo al Consejo de Seguridad de la ONU. En tanto, pidió por la creación de una comisión independiente para investigar el ataque con explosivos contra los gasoductos Nord Stream y Nord Stream 2.

Nord Stream 2 gasoducto

Shutterstock/ Ksanawo

Joe Biden, por su parte, había anticipado en febrero de 2022 que si Rusia invadía Ucrania Estados Unidos “le pondría fin” al Nord Stream 1 y al 2 que estaba por construirse. Siete meses después, tras la detección de las fugas de gas en el Báltico, acusó a Rusia de sabotear su gasoducto para condicionar el envío de energía a Europa en la antesala del invierno.

Varios funcionarios de alto nivel celebraron el hecho. Entre ellos el jefe de la diplomacia estadounidense, Anthony Blinken, quien declaró en ese entonces: “Es una gran oportunidad para eliminar de una vez por todas la dependencia de la energía rusa y así quitarle a Vladimir Putin el uso de la energía como arma como medio para avanzar en sus diseños imperiales”.

Meses después, la Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, aseguró que el gobierno estaba “muy satisfecho” de saber que “Nord Stream 2 es ahora, como le gusta decir, un trozo de metal en el fondo del mar”, según declaró ante el Senado en enero.

En febrero de 2023, tras la acusación rusa, Washington negó su participación y calificó al informe de Hersh como una “completa ficción” y una “conspiración de internet”, mientras que la ONU pidió evitar la especulación sobre el tema a medida que avanza la investigación.