Éxito contra la pobreza pero pendiente en desigualdad
Los Objetivos del Desarrollo del Milenio han supuesto el mayor éxito contra la pobreza en toda la historia, pero fueron incapaces de hacer frente a las desigualdades de todo tipo que afectan al mundo, según la ONU.
La organización, que publicó su informe final sobre estas metas a 15 años vista pactadas con el cambio de siglo, reconoció que los progresos dejaron atrás a millones de personas.
Los más desfavorecidos, concentrados en las áreas más pobres y en grupos con desventajas por su sexo, edad o etnia, no pudieron beneficiarse en muchos de los casos de las espectaculares mejoras logradas en la lucha contra el hambre o el acceso a la sanidad.
“El progreso no ha alcanzado a todos. Demasiadas personas se han quedado atrás”, señaló el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en Oslo, en un mensaje con motivo de la presentación del informe.
El subsecretario general para Asuntos Económicos y Sociales, Wu Hongbo, destacó en una conferencia de prensa que los avances “han sido desiguales entre regiones y países” y recordó la gran distancia que sigue separando a pobres y ricos, poblaciones rurales de las urbanas y la discriminación que continúan sufriendo las mujeres.
La meta número uno de los Objetivos del Milenio, reducir a la mitad el número de habitantes que viven en extrema pobreza respecto a los niveles de 1990, es uno de sus grandes éxitos, pues se logró hace ya cinco años.
Hoy, en el mundo hay 836 millones de personas que sobreviven con menos de 1,25 dólares al día, frente a los 1.900 millones de hace 25 años.
Según el informe de la ONU, la clase media prácticamente se ha triplicado en ese periodo y actualmente representa la mitad de la fuerza laboral en los países en desarrollo, cuando en 1991 sólo suponía el 18 por ciento.
Con esos progresos, el mundo está muy cerca de cumplir el objetivo de reducir a la mitad la proporción de la población que pasa hambre, gracias sobre todo a la mejora experimentada en China, otros países de Asia y en Latinoamérica.
Mientras, zonas del sudeste asiático, del Caribe, Oceanía y, sobre todo, del África subsahariana se han quedado por detrás.
El planeta también logró grandes avances en educación, logrando que en 2015 la escolarización primaria alcanza el 91 por ciento en los países en desarrollo, frente al 83 por ciento del año 2000.
En el conjunto del mundo, el número de niños que no van a la escuela bajó de unos 100 millones hace 15 años a unos 57 actualmente.
Sin embargo, también en este ámbito, persisten las desigualdades, pues aunque se mejoró mucho el acceso de las niñas a las aulas, las familias más pobres siguen teniendo muchas más dificultades para contar con educación y las discapacidades siguen suponiendo una barrera.
El tercer Objetivo del Milenio, precisamente reducir la discriminación de la mujer, se consiguió en la educación primaria, pero se mantiene en los niveles más altos y en el mercado laboral, el acceso a la riqueza y el poder político.
El informe destaca, por ejemplo, cómo en Latinoamérica y el Caribe por cada 100 hombres que viven en hogares pobres hay 117 mujeres en esa situación, una situación peor que la que se daba a finales de los años 90 a pesar de la reducción de la pobreza experimentada en el continente.
Desigualdades
El informe de la Organización de las Naciones Unidas, destaca que las desigualdades persisten también en la mayoría de ámbitos entre la población urbana y la rural y entre los países más pobres y el resto del planeta, por ejemplo, en la lucha contra la mortalidad infantil.
La tasa de muertes de menores de cinco años cayó de 90 a 43 fallecimientos por mil nacimientos entre 1990 y 2015, pero en la mayoría de regiones los números no son suficientes para lograr el objetivo fijado en el año 2000, que pasaba por recortar la tasa en dos tercios.
A pesar de que la mejora fue especialmente grande entre los más pobres, zonas como el África subsahariana siguen sufriendo tasas de mortalidad infantil muy elevadas y, según la ONU, necesitan muchos más progresos a la hora de luchar contra enfermedades fácilmente evitables.
Los progresos fueron también grandes en la mortalidad materna -que se ha reducido un 45 por ciento-, pero no fueron suficientes para cumplir la meta prevista, mientras que las nuevas infecciones con el VIH se han reducido en un 40 por ciento desde el año 2000 y los tratamientos contra el sida y la malaria han salvado millones de vidas.
En el ámbito medioambiental, los resultados también son mixtos, pues mientras que virtualmente se eliminaron las sustancias que afectan a la capa de ozono y se ha multiplicado el acceso al agua potable, las emisiones de dióxido de carbono aumentaron casi un 50 por ciento desde 1990.