Francesca Albanese: “El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello”

Olga Rodriguez | El Diario.es
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Francesca Albanese, relatora Onu Gaza

La relatora de la ONU está a punto de publicar un nuevo informe en el que desvela la economía que contribuye al genocidio: “Los Estados deben imponer sanciones y cortar lazos con Israel, pero también los bancos deben dejar de invertir y las empresas dejar de lucrarse con ello”

Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para los Territorios Ocupados Palestinos, ha logrado hacer llegar su voz a sectores muy diferentes del mundo durante estos veinte meses de masacres continuadas en Gaza. Su informe “Anatomía de un genocidio”, presentado hace más de un año, provocó la ira de Israel y abrió camino a la denuncia de los crímenes masivos contra población civil palestina.

Albanese es una figura sólida en la defensa de los derechos y del derecho internacional y por ello ha intentado ser desacreditada por los sectores más ultras que defienden el genocidio en curso. Estos días ha pasado por España, donde se ha reunido con representantes de buena parte de los grupos políticos parlamentarios y con organizaciones de la sociedad civil. elDiario.es la entrevista en una cafetería céntrica de Madrid.

Está a punto de publicar un nuevo informe –saldrá la próxima semana– sobre la complicidad y responsabilidad de empresas en el genocidio en curso en Gaza.

Lo principal de este nuevo informe que voy a publicar es que este genocidio no ha sido evitado ni se ha parado porque es lucrativo. Hay gente que está haciendo dinero a costa del genocidio. Mucho dinero. Y quienes ganan mucho dinero están conectados a la estructura capitalista, desenfrenada, ilimitada, que prospera en la anarquía o en la opacidad de la ley.

Existe un capitalismo desenfrenado que nos envuelve. Y muchos de los actores que explotan Palestina y la muerte palestina son también quienes estrangularon nuestra vida. Así que esta es la cuestión. Necesitamos reglas. Hay un aspecto histórico que no es nuevo en Palestina. Estos sistemas coloniales han sido históricamente impulsados por intereses privados, en el sentido de que las empresas han sido el motor, como la Compañía de las Indias Orientales, por ejemplo. Y si no han sido motor han sido las facilitadoras, aportando capital y luego buscando obtener más capital a cambio. En Palestina no es diferente.

¿Qué marco legal hay al respecto?

La regulación, el marco legal, existe. Son los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Aunque es opaca en lo que respecta a la rendición de cuentas. Por lo tanto, las empresas se han convertido en una especie de titulares de derechos, pero no en garantes de obligaciones. Es increíble que tengamos obligaciones que vinculen a los Estados, pero las empresas pueden hacer lo que quieran. No tiene sentido.

Así que intento mencionar el hecho de que existen procesos penales contra Israel, por genocidio, pero también por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y también está la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia. No podemos obviarla. Esto crea una responsabilidad prima facie y una presunción de vínculo directo con la ocupación para quienes participan en ella.

¿Cuáles son los pilares de la ocupación ilegal israelí?

Hay dos. Uno, es el espacio de desplazamiento, cómo se ha utilizado el sector privado para desplazar a los palestinos y también para reemplazarlos, a través del extractivismo, de la construcción, de los bienes y servicios. Y todo está registrado, es verificable.

Israel ha mejorado intencionalmente esa estructura. Por ejemplo, la empresa militar, las constructoras. Gaza no ha sido pulverizada solo por bombas, también participan en ello, por ejemplo, las excavadoras. ¿Quién proporcionó estas excavadoras? La tecnología que se ha utilizado para segregar a los palestinos en Cisjordania o en Gaza se ha utilizado para espiar a la población de Gaza y para ayudar a diseñar un sistema de asesinatos masivos, así como los drones o los cuadricópteros.

Otro pilar es el de los facilitadores, que son los fondos de capital riesgo o los bancos, los que otorgan anticipos y los que normalizan la ocupación; las universidades, por ejemplo. Hay todo un tejido involucrado, en todas partes. Y ahora lo sé, con esta investigación. Este informe abre las ventanas y, al abrirlas, podemos ver lo que hasta ahora podíamos intuir. Ahora está a la vista, y es impactante.

¿Menciona en el informe los nombres de las empresas?

Sí. Tengo registradas unas 200 empresas involucradas, de una base de datos de 1.000 que he recopilado. Pero no he podido investigar a fondo todas, así que me he centrado en cincuenta, porque son las que representan cómo están interconectados estos sistemas. Y, en los próximos años, pretendo continuar con esto.

Los Estados miembros [de la ONU] tienen la obligación de imponer sanciones y cortar lazos con Israel. Pero también los bancos deberían dejar de invertir. Las empresas deberían dejar de proveer, es decir, de lucrarse. Así que, sí, menciono estas empresas de cada sector para explicarlo.

La idea de este informe no es tener una lista a modo de base de datos, sino explicar el sistema, porque no solo se trata de las colonias. Los asentamientos están conectados a una industria lucrativa. Y la razón por la que los asentamientos prosperan es porque ya han aniquilado a los palestinos que los rodean. De eso va mi informe. Por eso la gente está tan nerviosa con él.

Hay nervios ante mi próximo informe porque muestra que existe una industria lucrativa a costa de la ocupación ilegal israelí

¿Cómo valora el papel de España?

Sé que aquí todos quieren que les den palmadas en la espalda. Es estupendo que España reconozca el Estado palestino porque con ello pueden reconocer que existe una agresión total contra un Estado soberano miembro de la comunidad internacional.

Ahora, al igual que con Ucrania, España necesita imponer sanciones y cortar lazos económicos. Eso significa, en realidad, crear un aislamiento en torno a este régimen, este país, Israel, que ha cometido crímenes muy graves y ahora está involucrado en procesos penales y procesos por genocidio.

¿Cuál es el papel de Europa ante este genocidio en curso, con masacres, bloqueo a la entrada de ayuda, desplazamientos forzados, asesinatos masivos de civiles?

Europa está ayudando. Colectivamente, está ayudando. Ante lo que Israel ha hecho en los últimos 650 días, la Unión Europea dice ahora, a estas alturas: «Ah, sí, hay algunas violaciones de derechos humanos». Toda la ocupación es una violación de los derechos humanos y del derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, y la ocupación lleva décadas, no empezó ayer. Así que no tiene sentido lo que intentan decir desde la UE. Están encubriendo a Israel.

Por eso digo que la UE no está haciendo lo suficiente. Vemos que hay Estados miembros escudándose en la UE, delegan su política exterior en la UE, la usan como coartada. No puede ser una coartada para justificar crímenes. Europa está colaborando, es parte del problema.

¿Cómo valora el papel que juega la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen?

No es una líder elegida que hable en nombre de los europeos, que tome decisiones en nombre de los europeos. Europa no es un reino, ella no es una reina, no está por encima de la ley. Está sujeta al derecho europeo, al derecho internacional. Así que no debería actuar así. Es notable cómo elude el derecho internacional.

Hay mucha gente que se afilia a la ideología equivocada, a ideologías que se han vuelto genocidas. Ella no sería la primera. Pero estamos en 2025, no en 1925. Y, en ese sentido, creo que es necesario que haya una investigación al respecto dentro de la Unión Europea para ver si ella obedece a cuestiones ideológicas o si hay otros intereses. Sabemos que hay grupos de presión que premian a políticos si adoptan determinadas posiciones. No digo que sea así en este caso, pero hay que investigarlo.

Tras 20 meses de masacres en Gaza y el Acuerdo de Asociación UE-Israel vigente, es imposible que la UE no parezca una farsa total en materia de derechos humanos

La Unión Europea no ha suspendido su Acuerdo de asociación con Israel ni ha decidido imponer sanciones. Mantiene relaciones comerciales a pesar del dictamen de la Corte Internacional de Justicia del pasado julio, que pide a los países impedir relaciones comerciales que puedan contribuir a la ocupación ilegal. ¿Qué deberían hacer la Unión Europea y los países que la integran?

El Acuerdo de Asociación entre la UE e Israel demuestra lo hipócrita que es el compromiso con los derechos humanos. Israel ya violaba el derecho internacional y los derechos humanos de los palestinos cuando se impulsó este Acuerdo. Por lo tanto, si los derechos humanos hubieran significado algo para quienes lo firmaron, no debería haber entrado en vigor en su día.

Ahora, tras 20 meses de masacre en Gaza, con ese Acuerdo vigente y sin ser suspendido, es imposible que la Unión Europea no parezca una farsa total en materia de derechos humanos. La UE parece una farsa y debería haber consecuencias legales.

Son los Estados los que pueden hacer cumplir el derecho internacional, pero los Estados lo están violando. Y es aquí es donde digo que nosotros, el pueblo, marcamos la diferencia. Puede parecer imposible, hasta que se hace posible. Por lo tanto, tenemos que participar en la vida pública. No podemos delegar el uso del poder político. No, tenemos que ocuparnos de ello. Es nuestra vida y son nuestros derechos.

Y, además, debemos ejercer todos los mecanismos de escrutinio existentes mediante la presión pública, la denuncia pública, las revisiones judiciales y los informes de investigación. Y debemos profundizar en los vínculos que unen a Israel con nuestros países y con la Unión Europea.

Las empresas, los negocios privados, se han usado para desplazar a los palestinos y para reemplazarlos: para la ocupación ilegal

España se ha diferenciado de algunos países europeos en sus declaraciones y el reconocimiento del Estado palestino, pero mantiene relaciones armamentísticas y comerciales con Israel, ha habido importaciones, por ejemplo.

Según el derecho internacional, los países no pueden importar. Estamos ante crímenes muy graves y este tipo de transacciones son complicidad en la comisión de un delito. Hay armamento probado sobre los palestinos, contra la gente. Pero incluso otro tipo de productos tampoco son admisibles, porque Israel es un Estado que comete crímenes, y, por lo tanto, las relaciones deberían reducirse.

Los Estados y los gobiernos de Europa aún están en proceso de negación. Así que dicen que no compran ni comercian con un genocida, pero luego dicen que sí, porque no saben si sigue siendo genocida. El principio es que no se puede tener tratos con Estados que cometen genocidio. También vemos que hay países que dicen que no venden, pero compran, eso es lo mismo, es una relación comercial.

Nosotros, el pueblo, la gente, marcamos la diferencia: puede parecer imposible, hasta que se hace posible, pero para eso hay que participar en la vida pública, no delegar el uso del poder político

En España ha habido varios contratos de compra a armamentísticas israelíes desde octubre de 2023 a abril de 2025

Ayer escuché decir a un político que los lobbies sionistas no tienen mucho margen de maniobra aquí [en España]. Pero hay otros cómplices y es necesario saber quiénes son. Hay grupos de presión proisraelíes que son cristianos, hay otros que son racistas, o están los que tienen miedo. Pero la clave es el negocio. El negocio es transversal.

Hay países que siguen comerciando con empresas instaladas en los asentamientos ilegales israelíes. Esta semana hemos conocido nuevos transbordos y tránsitos por puertos españoles de material procedente de estos asentamientos, con destino EEUU.

A día de hoy, el comercio con productos de las colonias no es legal, porque es complicidad. Mi informe lo confirma. Hay que ponérselo muy difícil a Israel, es un Estado que está matando de hambre a toda una población.

España permite que barcos con destino a Israel atraquen en sus puertos. El argumento es que son bienes civiles. Pero son bienes civiles que se basan necesariamente en la explotación. Todo lo que proviene de los asentamientos no debería estar sujeto a nuestras tasas. Tenemos que adoptar medidas extremas ante una situación extrema. Israel ha dificultado enormemente la entrada de productos de primera necesidad en Gaza. Ante ese bloqueo, hay que reaccionar. Hay que asegurase de que no haya ese tipo de comercio, no hay que facilitarlo. Eso significaría hacer algo, reaccionar.

Hay gente en Europa que justifica la falta de acción asegurando que hasta que EEUU no reaccione, aquí no se puede hacer nada, como si no hubiera capacidad de presión.

Creo que eso es falta de liderazgo. Hay que votar por las personas adecuadas. Eso es lo que se necesita. Tenemos obligaciones legales. Si alguien se está muriendo en la calle, no podemos decir que no podemos salir a prestar primeros auxilios porque nuestros vecinos no lo están haciendo. Este es un argumento similar. No tiene sentido. Están poniendo excusas.

Creo que todas las personas que vemos las imágenes de Gaza tenemos un trauma enorme por la cantidad de cuerpos descuartizados que hemos contemplado. Tengo una gran empatía hacia los demás. La razón por la que estoy tan involucrada en esto es porque me tomo las cosas muy en serio. Probablemente, lo haría en otras circunstancias. Nunca he sido activista, pero probablemente este es el momento en que me convertiría en activista, porque esto no es normal. Esta es la rabia que siento.

¿Cómo se siente, tras tantos meses en los que, pese a las denuncias, las masacres han continuado?

Creo firmemente en las reglas. ¿Cómo es que nada funciona? No quiero que mis hijos crezcan pensando que esto es normal. El otro día mi hijo entró en mi habitación, yo estaba mirando unas fotografías, y me preguntó: “Mamá, ¿qué es esa pierna?”. Le tapé los ojos. Pero, ¿cuánto tiempo puedo tapárselos? No quiero que piense que esto es normal.

Cuando tenía 18 años y oí hablar de la masacre de Srebrenica o de la violación masiva de mujeres en Bosnia, me sentí devastada y me pregunté qué podíamos hacer al respecto. Ahora estamos viendo cómo la gente palestina sigue siendo asesinada. A una velocidad increíble. Los números siguen aumentando. Estos días de guerra con Irán, en Gaza han matado a más de 600 palestinos.

Ante esta impunidad, ¿cómo ve el papel del derecho internacional, de Naciones Unidas o de su trabajo como relatora? Si no se para esta impunidad, ¿hacia dónde vamos?

Estamos dirigiéndonos a un lugar donde no hay reglas. O hay una revolución en defensa de los derechos humanos o vamos a un lugar muy oscuro. A través de la tecnología se establece control social, control de los recursos, del poder del Estado. Si la gente no despierta, estamos colectivamente en problemas.

Hoy vi un video en el que aparecen dos jóvenes quejándose de que esta generación ya no socializa, no interactúa, no hace el amor, compra online. Y entonces deciden salir, limpiar los espacios públicos, abrir camino, y otros les siguen, y construyen comunidad, hacen cosas, cuidan las plantas en vez de matarlas, y es una buena metáfora. Este genocidio me ha acercado más a mi gente, a mi familia, al amor, a las cosas importantes de la vida, con un sentido y un propósito que nunca había tenido.

¿Le pasa factura a nivel personal?

Cuando la gente me pregunta cómo sobrevivo a esto, miro a mis amigos, a mis hijos, a la comunidad que hemos construido, la gente que nos miramos y tenemos la sensación de que nos conocemos muy bien, porque estamos afectadas por lo mismo, porque estamos en el mismo lado y somos parte de una gran familia.

Hay mucha gente que está demostrando que está dispuesta a arriesgarse, y tenemos que seguir hablando de las lecciones. Cuando hay gente que me pregunta: ¿Qué haces ante tanto odio? Yo contesto: ¿Has visto cuánto amor hay?

Hay Estados y grupos que me desacreditan y no me protegen, pero también hay tantas redes de gente que me apoyan… Y ahora, después de tanto, sé que no voy a descansar hasta ver justicia para el pueblo palestino, voy a vivir hasta el final de mis días dedicada a ello. Esto me ha transformado, y creo que le ha pasado a mucha gente.

¿Cuándo estuvo en Palestina por primera vez?

En 2009, no hace tanto. Había violaciones generalizadas, como la destrucción de viviendas, el desplazamiento de palestinos y los arrestos y detenciones arbitrarias, incluso de niños. Cuando estuve allí, salió un informe de UNICEF que indicaba que Israel arrestaba a 600 niños al año, en plena noche y los torturaba.

Por aquel entonces, ya en 2009 y 2010, tenía la sensación de que algo andaba mal en la forma en que usamos el marco del derecho internacional. La comunidad internacional obligaba a los palestinos a la dependencia, frustrando también sus derechos.

Y hoy en día se plantean propuestas que dejan fuera la voz palestina. Cuando nos dicen que se está hablando con los saudíes o con los egipcios o los israelíes sobre el futuro de Palestina, ¿eso qué es? Es con los palestinos con quienes hay que hablar. Hoy le pregunté a un político: «¿Estaría contento si el futuro de España dependiera de la voluntad de los portugueses y los franceses?».

Así no funciona el derecho a la autodeterminación. Y esta mentalidad colonial es el principal obstáculo para comprender el problema de los palestinos. Aquí en Europa hay grandes sectores muy parciales, muy sesgados, muy racistas y orientalistas. Y esto se lleva a la política.

Europa no está ayudando, no es parte de la solución, es parte del problema. El espectro político tiene que cambiar. Triunfa la ley del más abusador. Hay algunos hitos en este camino hacia la oscuridad. Uno de ellos es cuando el primer ministro de Reino Unido dijo que está bien recortar los suministros esenciales en Gaza. Después, cuando políticos de Reino Unido y también en Italia afirmaron que no estamos ante un genocidio porque no han muerto tantas personas y porque Israel no quiere matarlos a todos.

También cuando el canciller alemán afirmó, hace escasos días, que Israel está haciendo el trabajo sucio para Europa. Han llegado al punto de admitirlo y de seguir con ello, y los demás no dicen nada… Esta es una forma mafiosa de ejercer el poder. Aquí, en plena Europa en 2025.

"Estudio y practico la tecnología para odiarla mejor"

Nan June Paik (artista e investigador)
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