La poderosa industria automovilística estadounidense decanta una huelga del United Auto Workers.
La primera huelga del United Auto Workers contra los llamados “Tres Grandes” (General Motors, Ford y Stellantis, propietario de Chrysler) subraya la necesidad de alinear la acción climática, el crecimiento económico y los derechos de los trabajadores. Las políticas públicas destinadas a aumentar la producción y las ventas de vehículos eléctricos (EV) tienen el poder de catalizar la innovación y la inversión del sector privado en formas que beneficien a los trabajadores. Pero hacer realidad ese potencial requiere una nueva comprensión del papel que desempeñan tanto el gobierno como los trabajadores a la hora de impulsar un cambio económico positivo a escala global.
Como se ha visto en las últimas semanas, los precios del petróleo han tenido una considerable alza por el recorte de la producción anunciada por Arabia Saudita y Rusia. Esto hace ver que se requerirá mucho tiempo para destronar al oro negro que alcanzó la pasada semana un precio récord de US$ 90 el barril.
La discusión se tendrá que concentrarse en buscar nuevas formas alternativas y los constructores de vehículos, especialmente en Japón han iniciado ya hace muchos años el desarrollo de movilidades híbridas, esto es, de energías limpias para satisfacer las tendencias ambientales que no están ausentes de discusión entre los fabricantes japoneses.
Si bien el UAW ha dejado claro que no se opone a la transición hacia una economía baja en carbono, insiste en que este cambio debe abarcar la creación o preservación de buenos empleos. La implicación más amplia es que si la “transición verde” no logra plenamente la justicia económica y en el lugar de trabajo, carecerá del apoyo político necesario para salir de la parrilla de salida. Y no nos equivoquemos: sólo los gobiernos tienen el poder de impulsar esta transformación económica y garantizar que mejore las vidas de los trabajadores. Esto es lo que debe hacer.
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Primero, los estados pueden y deben hacer más para fijar una dirección general para la inversión, la innovación y el crecimiento. Al establecer objetivos con metas ambiciosas y mensurables, pueden atraer inversiones públicas y privadas y generar innovación intersectorial.
La pregunta, sin embargo, es saber si todos están preparados para que ande esta corriente.