Ir al baño es un lujo para 120 millones de latinoamericanos

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En América Latina más gente tiene acceso a un celular que a un inodoro. Tal y como lo oyen. En el Día Mundial del Inodoro, celebrado hoy a instancias de la ONU, la región enfrenta un dato que contrasta con los últimos años de avances sociales y económicos: unos 120 millones de latinoamericanos carecen de acceso a un inodoro, o un lugar sanitariamente seguro para realizar sus excreciones.

Más de 4.000 niños mueren diariamente en el mundo por falta de acceso adecuado a agua y saneamiento, en un problema que afecta a 2.500 millones de personas, casi un tercio de la población mundial.

Fuera de las ciudades el problema es aún más grave. Un tercio de los pobladores de áreas rurales de Latinoamérica están potencialmente expuestos a contacto con sus propias heces, ya que carecen de un sistema de separación de sus excreciones, como un escusado, una letrina o un pozo séptico. La cifra es de 13% para los habitantes de pueblos y ciudades latinoamericanas.

“En las áreas urbanas, tenemos una cobertura similar a la de otros países en desarrollo, pero en las áreas rurales, la situación es comparable a la de los países más pobres del mundo”, afirma Ivo Imparato, director del Programa de Agua y Saneamiento para América Latina y el Caribe del Banco Mundial.

Todo esto ocurre en una región donde por primera vez en la historia el número de personas de clase media superó al número de pobres. A lo largo de la última década más de 70 millones de personas dejaron la pobreza y 50 millones se sumaron a la clase media, en virtud de un crecimiento económico sostenido y la solidez de las políticas públicas.

En los Objetivos del Milenio, la región se comprometió a que más del 90% de los latinoamericanos tuviesen acceso al saneamiento para el 2015. La realidad es que en 2011 apenas se había llegado a 82% y los expertos creen que será complicado cumplir con la meta.

Además de que tiende a profundizar la pobreza extrema y a aumentar la desnutrición y mortalidad infantil, la falta de un saneamiento adecuado también tiene altos costos económicos.

Por ejemplo, en Nicaragua, donde la mitad de la población carece de un sitio adecuado para sus necesidades fisiológicas, se pierden unos 95 millones de dólares al año por falta de saneamiento. Con ese monto se podría costear la educación de 470.000 estudiantes, según un estudio del Banco Mundial. Se trata de un flagrante desperdicio de recursos, si se toma en cuenta que por cada dólar invertido en agua potable y saneamiento, pueden ahorrarse hasta 34 dólares en costos de salud y educación, entre otros.

En opinión de los expertos, en esas inversiones reside la clave del próximo gran salto económico cualitativo de la región.

“Hemos experimentado, a pesar de la crisis mundial, diez años de crecimiento extraordinario, pero sin esas inversiones en saneamiento y sin lograr los beneficios de salud no hay cómo arrancar hacia ese salto”, afirma Ede Ijjász Vázquez, director regional de Desarrollo Sostenible del Banco Mundial.