La Manada: el caso de abuso sexual que indigna a España

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Foto: twitter

Cinco españoles, conocidos como La Manada fueron condenados este jueves a nueve años de cárcel por abuso sexual colectivo de una joven en las fiestas de San Fermín, aunque el tribunal descartó el delito más grave de violación, generando protestas de rechazo.

El hecho ocurrió en julio del 2016, durante los populares Sanfermines en Pamplona, y que los propios acusados grabaron para alardear, desembocaron en el llamado “juicio del año”, un proceso muy mediatizado iniciado en noviembre en esa ciudad del norte de España.

La pena es bastante inferior a la solicitada por la fiscalía, de 22 años y 10 meses de prisión para cada uno e indemnización de 100 mil euros.

Los cinco implicados en el abuso sexual grupal se ganaron el apelativo de La Manada por el nombre del grupo de WhatsApp al que pertenecían. Según el medio español La Vanguardia, ellos, siendo niños, se calificaban como unos “lobitos” y que cuando crecieran “serían una manada que permanecería unida”. Estos son los cinco sevillanos sentenciados:

José Ángel Prenda, de 29 años. Considerado el ‘líder’ de La Manada, tenía antecedentes de agresión al participar en una pelea multitudinaria y ser condenado a dos años de prisión en el 2011 por un robo. Según las investigaciones, Prenda habría sido el primer miembro del grupo que hizo contacto con la víctima de abuso sexual al encontrársela tras un concierto.

Alfonso Jesús Cabezuelo, de 30 años, es un ex soldado en la Unidad Militar de Emergencias (UME) de Morón de la Frontera. Él posee tres antecedentes policiales previos por lesiones, pelea multitudinaria y desorden público. Cabezuelo también enfrenta un segundo juicio paralelo, conocido como “El caso de Pozoblanco”, al ser el principal protagonista de un video en donde aparece junto a miembros de La Manada realizando tocamientos indebidos a una mujer de 21 años aparentemente inconsciente en un taxi.

Antonio Manuel Guerrero, de 29 años, es un ex miembro del cuerpo policial de la Guardia Civil y es al que se le encontraron cinco de los seis videos del abuso sexual grupal de La Manada en su celular. Según Guerrero, la víctima sabía que se la estaba grabando y precisó que registró las imágenes para “reírnos un rato y borrarlas”. Igual que sus compañeros, él se declaró inocente de las acusaciones pero admitió que robó el celular de la víctima. “Me arrepiento del hurto del móvil. Pido perdón públicamente”.

Jesús Escudero, de 27 años, es un peluquero que trabajaba en un negocio familiar en Sevilla y, a diferencia de sus compañeros, no posee antecedentes delictivos. Tras su detención, se le fue encontrado uno de los seis videos del abuso sexual grupal. Escudero manifestó llorando en ante el juez instructor: “En mi vida he violado a nadie. Yo odio a los violadores. A mi pareja la violaron con 14 años, en dos años sale ese tío y yo le decía que le iba a matar”.

Ángel Boza, de 26 años, el más joven de los cinco sevillano y el “novato del grupo”. Amigo de José Ángel Prenda, el viaje a Pamplona iba a ser su “iniciación” en La Manada. Él es el único de los cinco que no está implicado en el juicio paralelo, “El caso de Pozoblanco”, ya que no aparece en los videos. Boza tiene antecedentes por robo, conducir en estado de ebriedad y drogas y negarse a someterse a los exámenes respectivos.

– El suceso –

El hecho ocurrió la madrugada del 7 de julio del 2016. Según el relato de la instrucción judicial, la víctima conoció a La Manada, cerca de las 03:00 de la madrugada en la céntrica Plaza del Castillo.

Tras intercambiar una breve conversación, ella habría afirmado que iría a su auto a dormir. Ante la insistencia de los cinco sujetos, ella habría cedido a que la acompañaran.

Durante el camino, y cuando pasaban justo por el frente del portal de una vivienda que se encontraba abierto, los cinco hombres la habrían tomado de las muñecas e introducido al lugar.

En el juicio, la víctima modificó en parte el relato y aseguró que no fue obligada a entrar, pero que pensó que fumarían marihuana. El relato señala que una vez en el interior, la joven habría sido rodeada por los sospechosos y agredida en reiteradas ocasiones por cerca de 19 minutos. Al terminar, Antonio Manuel Guerrero le sustrajo el celular a la joven.

– Las pruebas –

Durante el episodio, los miembros de La Manada grabaron seis videos que duran un total de 96 segundos y mantuvieron una conversación por WhatsApp con otros amigos donde aseguraban: “Follándonos a una entre los 5”. Toda la instrucción del caso ha girado en torno a dichas imágenes y el chat grupal.

La Fiscalía sostuvo en sus conclusiones finales que los acusados actuaron de forma “conjunta y coordinada”, lo que dejó a la denunciante “sometida” y “sin posibilidad de resistencia”. Además, afirmó que en los videos es posible ver que la joven mantuvo una actitud “pasiva y neutra”, no fue participativa y sus movimientos fueron “dirigidos y/o controlados” por los presuntos agresores.

El Ministerio Público añadió que los imputados no quisieron preguntar a la joven sobre su consentimiento para las relaciones sexuales cuando pudieron hacerlo. Así, se consideró que ha quedado “acreditado” que existió un delito continuado de abuso sexual en grupo, oral, vaginal y anal, además de que existió un ilícito contra la intimidad de la víctima, ya que grabaron su actuación.

La Manada desestimó los delitos y sólo aceptó el del robo del aparato móvil. Según aseguraron, la relación sexual fue consensuada desde el comienzo, ya que la joven nunca se negó al acto. Una de los argumentos esgrimidos tiene que ver con que la mujer no muestra un actuar de resistencia al presunto ataque. Incluso, se ha sostenido que ella tuvo una actitud “activa” en el acto sexual. Aunque admitieron que la joven no expresó verbalmente su consentimiento.

La víctima, por su parte, declaró que no pudo resistirse por la superioridad numérica y física de los procesados, lo que le hizo entrar en shock y desear que “todo terminara cuanto antes”.

– La polémica investigación privada a la víctima –

Una de las polémicas que más revuelo generó durante el proceso, fue que el tribunal permitió que se contratara a un investigador privado que indagara en las redes sociales de la joven, analizando publicaciones previas y posteriores a la presunta agresión. Ello provocó que miles de personas marcharan en 50 ciudades de España para protestar ante la violencia contra las mujeres, en una serie de eventos liderados por organizaciones sociales, partidos y sindicatos bajo la consigna “yo sí te creo”.

Las protestas, en su mayoría convocadas por grupos feministas, denunciaban los “abusos patriarcales” que consideraban que se estaban dando en el juicio con lemas que se han convertido en símbolo de la lucha contra las agresiones sexuales de todo tipo como “Yo te creo, compañera”, “La manada somos nosotras” y “Tranquila hermana, aquí está tu manada”.