Brasil y China firman 40 acuerdos comerciales ante los ojos desorbitados de EEUU.
Marco Rubio quien ha sido elegido por Donald Trump para dirigir las relaciones internacionales de los Estados Unidos tendrá que comerse algunas de sus palabras, incluso antes de ser nominado oficialmente como Secretario de Estado (SE). La voz campante de este descendiente cubano anticastrista en su primer discurso como SE de EEUU fue contra China prometiendo una batalla comercial en su tardío afán de reconfigurar el mundo.
Esta semana Rubio ha recibido malas noticias. Primero luego de la inauguración del megapuerto Changay, el más grande de Latinoamérica que China ha construido en Perú (que ahorrará 25 días de viaje a las embarcaciones que comercian entre ambos continentes), la segunda mala para Rubio, tras conocer los acuerdos que los presidentes de Brasil y China firmaron este miércoles una vez cerrada la cumbre G20. Además, el acercamiento (sincero en apariencia entre Xi Jinping y el libertario argentino Javier Milei)
Los acuerdos
El Gobierno brasileño firmó un acuerdo con SpaceSail, una empresa china de satélites por Internet, competencia de Starlink, la compañía de Elon Musk que triunfa con este servicio en la Amazonía brasileña y el resto del país. Ambos mandatarios, representantes de dos pesos pesados del Sur Global, han suscrito un compromiso para promover “un orden internacional más justo y equitativo”.
Lula y Xi han firmado decenas de acuerdos que refuerzan sus estrechas relaciones económicas en ámbitos consolidados (agricultura, comercio, energía, desarrollo…), pero también en otros más novedosos como “infraestructuras sostenibles, transición energética, inteligencia artificial, economía digital…”. Entre lo novedoso, el mandatario chino ha mencionado “la minería verde”.
Animadversión de los EEUU
La creciente animadversión entre Estados Unidos y China obliga a países como Brasil, que evitan alinearse con uno u otro, a perfeccionar el equilibrismo diplomático. Lula se mueve en esa fina línea, mantener relaciones intensas con ambos y, gracias a esa posición, dejarse querer e intentar obtener ventajas en interés propio. Lula se ha resistido por el momento a sumarse a la ruta de la Seda que han abrazado otros muchos países del Sur Global. Brasil considera que las contrapartidas de hacerlo no compensan por ahora.
Más de 40 acuerdos de colaboración han suscrito Lula y Xi para intensificar unos lazos que, a nivel comercial, se traducen en un intercambio de 150.000 millones de dólares anuales.