La silenciosa estrategia de EEUU para armar a Taiwán “hasta los dientes”

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Cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aprobó recientemente una ayuda militar directa de US$80 millones a Taiwán, China dijo que “condenaba” y se “oponía” a la decisión de Washington.

Para un observador casual puede que dicha cifra no le parezca elevada.

Es menos que el coste de un solo avión de combate moderno. Taiwán, de hecho, ya tiene pedidos de equipamiento militar estadounidense que valen más de US$14.000 millones.

¿Importan, entonces, unos miserables US$80 millones más?

Si bien la respuesta predeterminada de Pekín es la furia ante cualquier apoyo militar a Taiwán, esta vez hubo algo diferente.

Los US$80 millones no son un préstamo. Provienen de los contribuyentes estadounidenses. Por primera vez en más de 40 años, Estados Unidos está utilizando su propio dinero para enviar armas a un lugar que oficialmente no reconoce.

Esto lo está haciendo bajo un programa llamado financiamiento militar extranjero (FMF, por sus siglas en inglés).

Desde la invasión rusa de Ucrania el año pasado, el FMF se ha utilizado para enviar alrededor de US$4.000 millones en ayuda militar a Kiev.

También se ha utilizado para enviar miles de millones a Afganistán, Irak, Israel y Egipto, entre otros.

Pero hasta ahora sólo se había otorgado a países u organizaciones reconocidas por las Naciones Unidas. Taiwán no lo es.

Después de que Estados Unidos cambió su reconocimiento diplomático hacia China en 1979, continuó vendiéndole armas a Taiwán bajo los términos de la “Ley de Relaciones con Taiwán”.

La clave era vender las armas suficientes como para que la isla pudiera defenderse de un posible ataque chino, pero no tantas como para desestabilizar las relaciones entre Washington y Pekín.

Durante décadas, Estados Unidos ha dependido de esta llamada ambigüedad estratégica para hacer negocios con China, sin dejar de ser el aliado más incondicional de Taiwán.

Pero en la última década, el equilibrio militar a través del Estrecho de Taiwán se ha inclinado dramáticamente a favor de China.

La vieja fórmula ya no funciona. Washington insiste en que su política no ha cambiado pero, en aspectos cruciales, sí lo ha hecho.

El Departamento de Estado de Estados Unidos se ha apresurado en negar que el financiamiento militar recientemente otorgado implique algún reconocimiento de Taiwán.

Presión para mejorar la estrategia militar

Pero en Taipei (la capital de Taiwán) es evidente que Estados Unidos está redefiniendo su relación con la isla, especialmente dada la urgencia con la que Washington está presionándolos para que se rearmen.

Y Taiwán, superado por China, necesita ayuda.

“Estados Unidos está enfatizando la desesperada necesidad de mejorar nuestra capacidad militar. Está enviando un claro mensaje a Pekín de que estamos unidos”, dice Wang Ting-yu, un legislador del partido gobernante con estrechos vínculos con la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, y con los jefes del Congreso de Estados Unidos.

El legislador afirma que los US$80 millones son solo la punta de lo que podría ser un iceberg muy grande y señala que en julio el presidente Biden utilizó poderes discrecionales para aprobar la venta de servicios y equipos militares por un valor de US$500 millones a Taiwán.

Wang también dice que Taiwán se está preparando para enviar dos batallones de tropas terrestres a Estados Unidos para su entrenamiento, lo que representaría la primera vez que esto sucede desde la década de 1970.

Pero la clave es el dinero, el inicio de lo que, según el legislador, podría ascender a US$10.000 millones en los próximos cinco años.

Los acuerdos que involucran equipo militar pueden tardar hasta 10 años, dice Lai I-Ching, presidente de la Fundación Prospect, un grupo de expertos con sede en Taipei.

“Pero con el FMF (financiamiento militar extranjero), Estados Unidos envía armas directamente y es dinero estadounidense, por lo que no necesitamos pasar por todo el proceso de aprobación”, comenta.

Esto es importante dado que el Congreso dividido estadounidense ha retenido miles de millones de dólares en ayuda para Ucrania, aunque Taiwán parece tener mucho más apoyo bipartidista.

Pero la guerra en Gaza, sin duda, reducirá el suministro de armas de Estados Unidos a Taipei, al igual que lo ha hecho la guerra en Ucrania. El presidente Biden está buscando ayuda de guerra para Ucrania e Israel, que incluye también más dinero para Taiwán.

Si se le pregunta al Ministerio de Defensa Nacional en Taipei para qué se utilizará el dinero estadounidense, la respuesta será una sonrisa de complicidad.

Pero Lai I-Ching dice que es posible hacer conjeturas fundamentadas: los misiles antiaéreos Javelin y Stinger son armas muy efectivas que las fuerzas pueden aprender a utilizar rápidamente.

“No tenemos suficientes y necesitamos muchos”, afirma.

“En Ucrania, los Stingers se han agotado muy rápidamente, y la forma en que Ucrania los ha estado usando sugiere que necesitamos tal vez 10 veces la cantidad que tenemos actualmente”, agrega.

Taiwán no está preparada

La evaluación de los expertos desde hace mucho tiempo es contundente: la isla está penosamente mal preparada para un ataque chino.

La lista de problemas es larga.

El ejército de Taiwán tiene cientos de viejos tanques de batalla, pero muy pocos sistemas de misiles ligeros y modernos.

La estructura de mando, tácticas y doctrina del ejército no se han actualizado en medio siglo. Muchas unidades de primera línea tienen sólo el 60% del personal que deberían tener.

Según se informa, las operaciones de contrainteligencia de Taiwán en China son inexistentes y su sistema de reclutamiento militar no funciona.

En 2013, Taiwán redujo el servicio militar de un año a solo cuatro meses, antes de restablecerlo a 12 meses, una medida que entrará en vigor el próximo año.

Pero hay desafíos mayores. Los jóvenes que lo frecuentan lo llaman en broma “campamento de verano”.

“No hay ninguna formación regular”, afirma un recién graduado.

“Íbamos a un campo de tiro una vez cada dos semanas aproximadamente y usábamos armas viejas de la década de 1970”.

“Disparábamos a objetivos, pero no nos enseñaron adecuadamente cómo apuntar, por lo que todos fallaban. No hacíamos ningún ejercicio. Al final hay una prueba de aptitud física, pero no nos preparamos para ello”, añade.

El recién graduado describió un sistema en el que los altos comandantes del ejército ven a estos jóvenes con total indiferencia y no tienen ningún interés en entrenarlos, en parte porque estarán allí por muy poco tiempo.

Una estrategia a contrarreloj

En Washington existe una fuerte sensación de que a Taiwán se le está acabando el tiempo para reformar su ejército.

Así pues, Estados Unidos también está empezando a reentrenar al ejército de Taiwán.

Durante décadas, los líderes políticos y militares de la isla se han apoyado en gran medida en la creencia de que invadir la isla es demasiado difícil y arriesgado para que China lo intente.

Al igual que Reino Unido, Taiwán dio prioridad a su Armada y Fuerza Aérea, a expensas de su Ejército.

“La idea era enfrentarlos en el Estrecho de Taiwán y aniquilarlos en las playas. Por eso dedicamos muchos recursos a la defensa aérea y marítima”, dice Lai I-Ching.

Pero ahora China tiene la Armada más grande del mundo y una Fuerza Aérea muy superior.

Un ejercicio de juegos de guerra realizado por un grupo de expertos el año pasado descubrió que en un conflicto con China, la Armada y la Fuerza Aérea de Taiwán serían aniquiladas en las primeras 96 horas de batalla.

Bajo intensa presión de Washington, Taipei está adoptando la estrategia del “Taiwán fortaleza”, que haría que la isla fuera extremadamente difícil de conquistar para China.

La atención se centrará en las tropas terrestres, la infantería y la artillería, repeliendo una invasión en las playas y, si es necesario, luchando contra el Ejército Popular de Liberación (EPL) en los pueblos y ciudades, y desde bases en lo profundo de las montañas cubiertas de selva de la isla.

Pero con esto la responsabilidad de defender a Taiwán recae en su obsoleto ejército.

“Después de que Estados Unidos cortara relaciones en 1979, nuestro ejército experimentó un aislamiento casi total. Por lo tanto, está atrapado en la doctrina militar estadounidense de la era de la Guerra de Vietnam”, dice Lai I-Ching.

Esto no preocupó a Taipei ni a Washington hasta hace poco.

Durante las décadas de 1990 y 2000, empresas taiwanesas y estadounidenses construyeron fábricas en toda China.

Pekín estaba presionando para unirse a la Organización Mundial del Comercio, y lo hizo. El mundo abrazó la economía china y Estados Unidos pensó que el comercio y la inversión asegurarían la paz en el Estrecho de Taiwán.

Pero el ascenso de Xi Jinping y su estilo de nacionalismo y la invasión rusa de Ucrania han desbaratado esas reconfortantes suposiciones.

Para Taiwán, las lecciones de la invasión de Ucrania han sido muchísimas.

La artillería ha dominado el campo de batalla: tiene una alta cadencia de tiro y una precisión aterradora.

Las tropas ucranianas han aprendido que deben estar en movimiento una vez que han disparado sus proyectiles o, en cuestión de minutos, el “fuego de contrabatería” ruso caerá sobre sus posiciones.

Pero muchas de las tropas de artillería de Taiwán están equipadas con armas de la guerra de Vietnam o incluso de la época de la Segunda Guerra Mundial.

Estas se cargan manualmente y son difíciles y lentas de mover. Serían blancos fáciles.

La vulnerabilidad de Taiwán está obligando a Washington a actuar. Es por eso que se están enviando tropas terrestres taiwanesas a Estados Unidos para entrenar y los instructores estadounidenses están yendo a Taipei para integrarse a los marines y a las fuerzas especiales de Taiwán.

Taiwán no puede defenderse solo

Pero William Chung, investigador del Instituto de Seguridad y Defensa Nacional de Taipei, dice que Taiwán no puede esperar disuadir a China por sí solo.

Ésta es la otra lección de la guerra en Ucrania.

“La sociedad internacional tiene que decidir si Taiwán importa”, afirma.

“Si el G7 o la OTAN piensan que Taiwán es importante para sus propios intereses, entonces tenemos que internacionalizar la situación de Taiwán, porque eso es lo que hará que China piense dos veces sobre los costos”.

Chung afirma que el comportamiento de China, sin saberlo, ha ayudado a Taiwán a lograr precisamente eso.

“China está demostrando que es expansionista en el Mar de China Meridional y en el Mar de China Oriental”, indica.

“Y podemos ver el resultado en Japón, donde el presupuesto militar se está duplicando”.

El resultado, dice, es que se están remodelando las alianzas en la región, ya sea la cumbre histórica entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, o la creciente importancia de alianzas militares como el Quad (Japón, Estados Unidos, Australia e India) y Aukus (Reino Unido, Estados Unidos y Australia) que compiten por construir submarinos de propulsión nuclear.

“China está intentando cambiar el status quo en toda la región”, afirma William Chung.

“(Y eso) significa que la seguridad de Taiwán está conectada al Mar de China Meridional y al Mar de China Oriental. Significa que ya no estamos aislados”.

Ahora hay un intenso debate en Washington sobre hasta dónde debería llegar Estados Unidos en su apoyo a Taiwán.

Muchos observadores de China desde hace tiempo dicen que cualquier compromiso público de Estados Unidos provocaría a Pekín en lugar de disuadirlo.

Pero Washington también sabe que Taiwán no puede defenderse solo.

Como lo expresó un veterano observador de China, “necesitamos guardar silencio sobre toda la cuestión de la ambigüedad estratégica, mientras armamos a Taiwán hasta los dientes”.