Las Milicias Bolivarianas creadas por Maduro para defender Venezuela

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En la avenida Nueva Granada, dirigiéndose al centro de Caracas, junto a una masa de personas vestidas de rojo, se encontraba el señor José González, un hombre de piel oscura, cejas prominentes y ojos hundidos, de 50 años de edad, quien pertenece a las denominadas Milicias Bolivarianas, una controvertida facción que ha creado el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y que esta semana ha ordenado que se expanda hasta llegar a los 500.000 milicianos, con el objetivo de defender la patria.

González viste de uniforme color beige, y junto a él hay una fila de hombres y mujeres, también de edad adulta, quienes han jurado pertenecer a este movimiento armado y se comprometen a defender las misiones sociales que se han impulsado desde el Gobierno Nacional, pero aunque dicen defender a Maduro, realmente en todo momento evocan la figura del expresidente Hugo Chávez. “Yo estoy aquí porque quiero, porque estoy comprometido con el proceso del comandante, queremos que se mantengan la gestión bolivariana”, dice José González. Cuando se le pregunta si ha recibido entrenamiento, no duda en decir que sí. “Claro, nos han dicho cómo usar el fusil y qué hacer si hay una invasión”.

José es de los Valles del Tuy, una región mirandina a 40 minutos de Caracas, al igual que él, la mayoría de los presentes han sido traídos de otros lugares de Venezuela, especialmente, de Trujillo, Carabobo y Portuguesa. Es lo primero que dicen, su lugar de origen. José por ejemplo lo dice orgulloso: “Soy del municipio Cristóbal Rojas y sí estoy de acuerdo con que se arme a la población porque no permitiremos que nos invadan y le quiten al pueblo lo que Chávez nos dio”, confiesa.

Entre las filas de milicianos también se ve a un nutrido grupo de mujeres; que puede ir de los 40 a los 50 años de edad. Una mujer de cabello cano, robusta y anteojos marcha erguida; pero otra, de 55 años, delgada luce más cansada. Ella misma pregunta “¿hasta dónde hay que caminar?, qué sol y estoy sudada ya”. Se sonríe, empero, mira con tristeza. No se le puede imaginar con un fusil, mucho menos en un enfrentamiento.

 

VICE News constató que pese al llamado a acompañar la concentración del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ayer en la gran marcha llevada a cabo en Caracas, la Milicia Bolivariana, realmente se vio poco. Iban en filas de 10 o 20, pero no se podían contar más de 1.000 milicianos en total. Ninguno de ellos iba armado, ya que se trataba de un “acto cívico”.

Eso sí todos portaban el uniforme llamado “patriota”, que consta de pantalón y camisola beige con su apellido bordado en letras negras; en el pecho se alcanza a ver el borde de una camiseta roja que llevan por dentro. Del lado derecho del hombro luce el escudo nacional, que también se porta en la cachucha; y calzan botas negras tipo militar.

La Milicia Nacional de Venezuela, o simplemente Milicia Bolivariana, fue creada en el 2007 por el entonces presidente Hugo Chávez, a través de un decreto y sin consultarlo al Parlamento ni a la sociedad. Lo hizo como complemento a las Fuerzas Armadas Nacionales. Los civiles tienen el permiso de usar un fusil automático de asalto FN FAL Belga y otros de cerrojo ruso Mosin-Nagant M91/30, además cuentan con ametralladoras. Hasta ahora, aseguran desde Miraflores que hay al menos 100.000 milicianos, y recientemente, justo a la víspera de la gran marcha opositora (del) 19 de abril, Maduro pidió ampliar este cuerpo armado hasta medio millón de ciudadanos.

Mitzy Capriles de Ledezma, es la esposa del preso político, Antonio Ledezma, quien es alcalde metropolitano, pero permanece tras las rejas desde hace dos años. Ella marchó en la avenida Páez de El Paraíso, una zona residencial de clase media en el oeste caraqueño, “no descansaré hasta que aquí en Venezuela haya democracia, necesitamos suelten a los presos políticos, y se convoque a elecciones”, dice mientras marcha.

Sobre los milicianos dice: “son unos monos con hojilla”; y cree que este cuerpo es un peligro más para la sociedad, porque los civiles no deberían manipular armas, aunque añade que para ella, se trata de una manera de amedrentar a la población por parte de Maduro.

Con todo, las milicias, formaron parte de una gran manifestación que dejó un saldo trágico ayer (19 abril) en Venezuela: tres personas muertas.

 

Caracas prometía este 19 de abril estar convulsa. Y así fue. La tensión se produjo por las marchas tanto de oposición como de gobierno que tomaron a la capital, los primeros para manifestar en contra del gobierno de Nicolás Maduro como consecuencia de la crisis. Los segundos, caminaron para defender la Revolución y el legado del fallecido mandatario, Hugo Chávez.

Venezuela, conocido como un país petrolero, en la actualidad registra hasta 3 dígitos de inflación, altos índices de inseguridad, escasez de alimentos y medicinas, corrupción y pobreza.

Desde hace tres semanas, la población venezolana tomó las calles para protestar contra las sentencias 155 y 156 emitidas por el Tribunal Supremo de Justicia que dejó sin competencias, por unos días, a la Asamblea Nacional de Diputados. Tales sentencias fueron reformadas posteriormente luego de que la propia Fiscal General de la República, Luis Ortega Díaz, – ligada habitualmente a Miraflores – rechazara las medidas del Poder Judicial alegando que se había roto el hilo constitucional en el país caribeño.

La oposición, sin embargo, continúa en las calles denunciando un golpe de Estado al Parlamento. Además, exigen se realicen las elecciones de gobernadores -que debieron ser efectuadas en el 2016 pero que el Consejo Nacional Electoral aplazó sin definir fecha-y de una vez se llame a elecciones generales que den paso a un nuevo Presidente que implante un sistema que permita a la nación salir de la crisis.

En tres semanas de fuertes protestas de calles, no sólo en Caracas, sino en distintas ciudades del país como Barquisimeto, Valencia, Los Teques, Puerto Ordaz y Mérida, la Fuerza Armada Nacional, por orden del Gobierno, ha reprimido a los ciudadanos con gas pimienta y balas de goma; hasta la fecha, nueve personas han sido asesinadas, ha habido 200 heridos, y un centenar de detenidos, según el Foro Penal Internacional. Además la ONG Espacio Público denuncia que al menos 50 periodistas han sido agredidos.

Ayer 19 de abril, fue asesinado un joven de 17 años, identificado como Carlos Moreno cuando recibió un disparo en la cabeza por parte de un civil en Caracas. En el interior del país, en la ciudad de San Cristóbal, una mujer de 24 años, de nombre Paola Gómez también murió por un tiro en el cráneo, pero esta vez se presume que fue un guardia nacional. Ambos casos están siendo investigados por la Fiscalía. Un tercer muerto fue un sargento segundo de la Guardia Nacional Bolivariana.

Tanto del oeste como del este, miles de caraqueños salieron a manifestarse pero la marcha se tornó violenta cuando la gente fue dispersada por efectivos policiales con bombas lacrimógenas y perdigones a la altura de El Paraíso, Bello Monte y Altamira.

Sin embargo muchos grupos parecían no tener miedo; e incluso todo indica que la oposición se fortalece en todos los estratos sociales, pues entre los puntos desde donde partieron muchos manifestantes, se encuentran zonas populares como Caricuao o El Valle. Alida López, una maestra de 40 años, desestima que los barrios de escasos recursos apoyen de manera incondicional a Maduro: “eso es falso, en los cerros tampoco queremos a este gobierno nefasto, yo soy del 23 de enero -un barrio míticamente relacionado a la Revolución Bolivariana – y allá no queremos a esta gente que han destruido a nuestro país”.

Yharlei Miraval, una mujer de 24 años, quien mira hacia las protestas en La Paz reclama sus derechos: “yo quiero que mi hija viva en paz, nosotros somos pobres, no somos pagadas por nadie, estamos aquí porque queremos una mejor Venezuela”.

Sin distinción de clases, ni sexo o edad. En la multitud hay miles de venezolanos, todos piden lo mismo “elecciones”, y salida a la crisis. Llama la atención la cantidad de jóvenes, morenos, rubios, delgados, pequeños o altos que frente a la guardia gritan al unísono “no nos queremos ir del país”.

Apostada en una esquina, se ubica atenta Tania Rodríguez, ella es paramédico, y brinda primeros auxilios a quienes resultan heridos. Junto a ella hay otros voluntarios, todos se exponen con tal de salvar alguna vida, de atender a algún asfixiado o brindar ayuda a quien salga lastimado. “No es justa esta represión, esto no debe suceder, disparan a los muchachos como si fueran criminales, ¿por qué no lo hacen con los malandros?, no, a ellos los arman, y les llaman colectivos o milicias. Escucha – se oyen fuertes detonaciones – eso es represión, pura y dura. Dijo Simón Bolívar que aquel soldado que dispare contra su pueblo es indigno, entonces la Fuerza Armada Bolivariana, ¿qué es?”.

Tania lanza esa pregunta y los uniformados lanzan una nueva arremetida. Ella desaparece entre la multitud que intenta protegerse de algún disparo, porque nunca se sabe si se trata de bala de goma, o de acero.