Los extremos posibles: sobre la muerte del fiscal Nisman

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La construcción de una ficción como realidad. El papel de los servicios de inteligencia.

Cuando la policía dice que se están desvirtuando las pruebas de un crimen, quiere decir que una gran cantidad de datos procesados suman en tantas direcciones que el propósito de la investigación se altera para distraer las circunstancias que rodean la escena del crimen. Es lo que al parecer está ocurriendo con el esclarecimiento de la muerte del fiscal Alberto Nisman, encontrado muerto con un tiro en la cabeza en el baño de su domicilio. Hay muertes y muertes y la de Nisman reforzaba el procedimiento más sencillo a partir de los primeros elementos que reforzaban la hipótesis que se trató de un “asesinato”. Un exjefe de la dirección de Inteligencia que en Bolivia, que depende del Ministerio de Gobierno, afirma que “un investigador se remitiría a los primeros elementos del suceso; la recolección de pruebas de fuentes primarias que determinan una inmediata o al menos cercana aproximación de lo sucedido horas antes y pocas horas después”.

A más de un mes de la muerte del fiscal argentino, que investigaba el atentado criminal contra la sede de la AMIA en Buenos Aires (1994), parecen difuminarse las evidencias de que su  muerte fue un acto premeditado, una acción destinada a silenciarlo, como el propio Nisman lo había manifestado horas antes de su muerte; revelaciones que provocarían un remezón en las estructuras del Gobierno presidido por la viuda de Néstor Kirchner. “Fue un asesinato no un suicidio”. Fue la primera hipótesis barajada en varios sectores de la sociedad argentina. “Resulta poco creíble que un tipo en la cúspide de su carrera, una persona que no había manifestado tendencias depresivas aparece muerto dos días antes de hacer la revelación de su vida, de un trabajo que le había tomado años”, observa el escritor argentino Gustavo Pedernik.

Hay, en suma, otros elementos propiciatorios que deben ser evaluados para no seguir dispersando el foco de atención:  si se trató de un suicidio o fue un asesinato. El no esclarecimiento del atentado terrorista contra la sede judía de la AMIA 20 años después (84 muertos y cientos de heridos) es un ejemplo de la protección desde arriba a determinados círculos de influencia y poder. “Un grupo que ordenó el peor atentado terrorista que vivió la Argentina puede fácilmente ordenar la ejecución de una persona incómoda que esta por revelar a los responsables y encubridores de ese atentado”, completa Pedernik. En una entrevista sostenida con el diario Clarín, el escritor, amigo de Alberto Nisman, afirma que era una persona que mantenía hace años custodia policial ante una serie de amenazas que recibía por estar dedicado al esclarecimiento del atentado terrorista. “El creía lo que estaba haciendo”, asegura el escritor.

Los servicios de Inteligencia

Más allá de las circunstancias de la muerte del fiscal un debate de gran magnitud se ha abierto respecto al papel que cumplen los servicios de inteligencia en Argentina. Deviene una inercia incómoda por la forma como son empleados en tareas sucias. Un hecho real, vale decir, sin cuestionamientos, es que Nisman trabajaba codo a codo con agentes de los aparatos de seguridad cada vez que debía intercambiar consultas.

Llama la atención el papel que jugó el jefe del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE), un personaje sórdido llamado Antonio “Jaime” Stiuso que trabajó en el mismo puesto desde la presidencia de Carlos Saúl Menem (1989 – 99), utilizado por el entonces presidente para sus campañas de desprestigio contra sus adversarios políticos.

Inclinaciones sexuales y el oprobio en aquella época eran, según confiesa el presidente del Grupo Perfil, Jorge Fontevechia, los preferidos de Stiuso. “A mí me inventaron la concurrencia al bar gay Spartacus y al director de noticias de TN y El Trece, el romance con un compañero del canal”, asegura Fontevechia

El trabajo de los servicios se limitaba a ese tipo de bajezas, señales de que algo no andaba bien. Ya con el kirchnerismo, continúa Fontevechia, “la acusación pasó por haber estado a favor de la dictadura.

Pero la esencia del procedimiento fue siempre la misma: fabricar un falso carpetazo contra alguien, protocolo en el que la SIDE se especializó. Hay que reconocer que no sólo los   servicios de inteligencia argentinos fabrican casos, los norteamericanos son especialistas en guerra psicológica y Julian Assange, tras revelar los cables secretos de su diplomacia, fue rápidamente acusado de violencia sexual. Pero, desde Nixon y Watergate, esas prácticas quedaron reservadas para enemigos extranjeros y que los servicios secretos se metan con los adversarios internos en Estados Unidos ya es inaceptable”, concluye el director del grupo Perfil.

Este poder detrás de las sombras sumó en la presidencia de Néstor Kirchner un elemento adicional. Como define Fontevechia:  “nunca antes se había agregado a esas operaciones de desprestigio el contar con una cadena multimediática propia que difundiera sistemática y repetitivamente estas mentiras como si se tratara de periodismo y medios profesionales.

Con mente emprendedora, Kirchner les agregó a los servicios lo que en las escuelas de gestión empresarial se llama ´integración vertical´: una línea de producción completa que incluía la fabricación de la mentira y luego su distribución en medios que parecieran periodísticos. La SIDE y la prensa militante son dos caras del mismo ecosistema, complementarias y potenciadoras”.

Más ejemplos en la Argentina de Cristina

El presidente del grupo Perfil sigue el repaso de la lista de operaciones y mentiras de la alianza del kirchnerismo con la SIDE. “Cuando Carrió (se refiere a la opositora Elisa Carrio) era una amenaza electoral seria, le fabricaron dos cuentas no declaradas en Suiza a Enrique

Olivera, su principal candidato en la ciudad de Buenos Aires en las elecciones legislativas de 2005. Lo mismo sucedió con el candidato Francisco de Narváez cuando pasó a ser el candidato más votado de la oposición para las elecciones legislativas de 2009 a él le fabricaron un caso de drogas con la efedrina. Y cuando a Massa le tocó ocupar el lugar de principal enemigo electoral en las elecciones legislativas de 2013 entraron a robar en su casa al ´rey de las cámaras de seguridad´, completando la cadena de repeticiones con el mismo modus operandi para debilitar adversarios: SIDE más operación más campaña en medios ´militantes´”.

Tanto éxito debe de haber ensoberbecido a Stiuso. Haberle hecho creer que toda la realidad se podía fabricar con buena planificación y una propaladora. También tanta eficacia de la ficción convertida en realidad debe de haber vuelto incrédula a Cristina Kirchner,  que llegó a confundir la realidad con la ficción, algo verdaderamente enloquecedor aun para el más sano y estable;  e incluso afectar al propio fiscal Nisman,  quien además era operado también por los servicios de contrainteligencia de Irán y de los Estados Unidos. Un personaje con nervios de acero que amaneció muerto un día antes de contar una historia que al correr de los días se ha desvanecido tanto como las pruebas para esclarecer si su muerte se trató de un suicidio o fue un asesinato. Al parecer muy pocos lo sabrán.

 

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