Mi rol de periodista es enojarme con el poder

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Foto: RICARDO CEPPI/ El País

El más odiado y querido en Argentina publica ‘La década robada’ sobre la época Kirchner

Su amigo Daniel Rabinovitch (Les Luthiers) dice: “Lanata tiene unos huevos como dos sandías”. ¡Ja ja ja! Muchos los tienen. Pasa que yo tengo más repercusión que otros. Me he peleado con todos los presidentes. Con Alfonsín, Menem me puso juicio… Con De la Rúa fue porque yo decía que entre boludeces hacía la siesta.

Y con los Kirchner. Hice la primera denuncia de corrupción del Gobierno de Néstor en diciembre de 2003. Al día siguiente cancelaron mi presencia en la televisión abierta. No es cuestión de huevos o no huevos. Creo que mi rol es enojarme con el poder. Muchos K[partidarios de los Kirchner] no lo aceptan, porque ellos pensaban que yo con los K no me iba a pelear nunca.

¿Y por qué lo pensaban? Hay una mentalidad supuestamente progresista que en el fondo es bastante reaccionaria. La izquierda está enferma de eso: no hablemos para no darle pasto a la derecha. Eso nos impide hablar de nuestras enfermedades. En la izquierda y centro izquierda hemos tenido enfermedades graves.

¿Cómo cuál? Hubo toda una generación, la del setenta, que dejó una impronta que este Gobierno rescató y que es voluntarista, vanguardista e inescrupulosa. Y esas tres cosas están hoy en el poder. Y ellos sienten que se les va el tren, así conviven con un alto nivel de corrupción. En algún lugar sabían que nos estaban mintiendo.

¿En qué lugar? En los chicos pioneros, en la prensa única… Comí los mejores langostinos en el Palacio de la Revolución de La Habana, la noche en que conocí a Fidel Castro. No era todo cierto, ¿me entendés? Luego te encontrás con Reynaldo Arenas y leés Antes que anochezca…¡Buahh!, ¿pasaba esto con los putos [homosexuales] en Cuba? ¡No puede ser que todos fueran agentes de la CIA, que de golpe todo fuera producto de una campaña…! Empezás a darte cuenta de otras cosas.

¿No sería necesario explicar qué pasó de esa década de los 70 acá?Eso lo dijo Todorov cuando vino a Argentina, invitado por el Gobierno. Ve el Parque de la Memoria y observa que sólo hay contada la mitad de la historia. Y lo dice en EL PAÍS, ¡lo destrozaron! Falta que los intelectuales de América Latina de los setenta y ochenta hagan alguna autocrítica con respecto al apoyo a la violencia política. Sí, claro que falta. No importa por nosotros, pero es una especie de obligación moral con los chicos.

¿Con los chicos? Acá hay chicos de 15, de 17 años, edad muy manipulable, y si les contamos una historia que es mentira la van a repetir. A ver: ¿El Che fue un modelo de arrojo y de solidaridad? Sí. Pero fue un militar horrible y lo que hizo estuvo equivocado, muy equivocado. Fue completamente imbécil en la estrategia militar, fue a Bolivia en el peor momento, va a un país donde ya ha habido una reforma agraria, los propios campesinos que va a liderar lo denuncian…

¿Qué consecuencias tiene para usted sentirse odiado y querido?Pasó siempre. En la época de Menem me odiaban. Ahora hay sentimientos más perversos y sofisticados. En aquella época no me pedían que dijera algo bueno de Menem pensando que si lo decía validaba lo malo. Ahora todos me piden que diga algo bueno de los Kirchner para así validar lo otro. ¿Por qué? No tiene nada que ver. Que ellos hablen bien de sí mismos, ¡yo no tengo por qué carajo decir nada bueno de los Kirchner! ¡Yo hablo de quien tiene el poder!

¿Le gustan las sandías, Lanata? ¡Ja ja ja! ¡Son hipocalóricas, no engordan! ¡Claro que me gustan las sandías!