Obama desea negociar sin chantajes
Barack Obama ha asegurado que está dispuesto a hablar “de todo” con el líder republicano en el Congreso, John Boehner, y con otros miembros de su partido, pero únicamente después de que pongan fin al actual cierre de la administración federal y garanticen el pago de la deuda de Estados Unidos, dos amenazas que tienen en vilo la economía del país y del resto del mundo. “No vamos a pagar un rescate para que EE UU pueda pagar sus deudas”, advirtió el presidente.
“Estoy feliz de hablar con el presidente Boehner y con otros republicanos sobre todo, no solo sobre lo que ellos creen que es importante, sino sobre lo que yo creo importante también”, manifestó Obama en una rueda de prensa en el octavo día de la paralización de las labores administrativas y a ocho días de la fecha en que el Gobierno norteamericano se quedará sin dinero para cumplir con sus obligaciones de pago.
En una rueda de prensa convocada precipitadamente en medio de la alarma que la crisis política en Washington está provocando en todo el mundo, Obama destacó que, no solo se está causando ya un daño muy grande a cientos de miles de familias de empleados que no están recibiendo sus salarios, sino que se puede causar “una profunda depresión económica” si el Congreso no eleva el techo de deuda antes del día 17.
La Bolsa de Nueva York volvió a caer este martes de manera apreciable. Economistas y hombres de negocios norteamericanos y extranjeros han anticipado todo tipo de catástrofes y caos si eso llega a producirse. Citando al empresario Warren Buffett, el presidente comparó ayer la suspensión de pagos con la bomba nuclear, “un arma demasiado horrible para ser usada”.
Pese a la tragedia anunciada, no se ha producido aún ningún movimiento político en Washington que permita vislumbrar una solución. Obama llamó este martes por teléfono a Boehner, pero la conversación, según fuentes de ambos lados, solo sirvió para que cada cual se reafirmara en su posición. Obama exige que el Congreso cumpla sin condiciones su obligación constitucional de extender el presupuesto y aprobar el techo de deuda. Boehner afirma que no lo hará si el presidente no acepta previamente negociar sobre la reforma sanitaria y otras prioridades del presupuesto.
Obama repitió ayer en público que negociará, pero “no bajo amenazas”, no como condición para que el Partido Republicano, que es mayoría en la Cámara de Representantes y tiene, por tanto, la llave para cualquier decisión del Congreso, vote a favor de las medidas que se requieren para superar esta crisis.
El presidente dijo que, después de que los republicanos den ese paso, está dispuesto a hablar de cualquier cosa, incluido de cómo “fortalecer la ley de reforma sanitaria”. Pero los republicanos ya han advertido de que quieren negociar antes, no después, y que no pretenden “fortalecer” la reforma sanitaria, sino destruirla. Sobre esa ley se han escuchado en los últimos días en los bancos republicanos los más horribles calificativos: una ley para matar a los niños, mujeres y ancianos norteamericanos, la peor ley de la historia de EE UU, una ley que destruirá EE UU.
Tan grave es la situación, que la Administración está considerando ya soluciones alternativas de emergencia. Una de ellas es la de remitirse a una enmienda constitucional de difícil interpretación para que el presidente se salte la autoridad del Congreso y decida por su cuenta pagar las deudas. La Casa Blanca se resiste a dar ese paso. Otra opción es la de hacer ingeniería financiera para tratar de afrontar algunos pagos, pero ¿cuáles? ¿Qué es prioritario, el pago de los intereses o la seguridad social? ¿Hay que calmar a los inversores o a la población? Obama dijo este martes que es imposible establecer esas prioridades.