Parquet en la celda de Nallar

Por Redacción dat0s
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El Salvador, nueva cárcel
Foto: Reuters

Los fenómenos Bukele y Novoa, respectivamente han cambiado la relación del estado con las cárceles.

Es sabido que antes de la ascensión de Nayib Bukele los Maras en El Salvador eran una fuerza destructora comparada con una topadora con la que poco se podía hacer. Eran un cuadro que no se podía bajar de la pared, al que solo le faltaba actuar porque estaba pintado en los rincones más oscuros del alma de la civilización. Bukele decidió combatirlos con un modelo perverso, aunque aprobado por la mayoría del país. Ese modelo se impuso y el presidente se convirtió en un rey chiquito entronado sobre cárceles seguras y modernas aprobadas por los ciudadanos.

A su turno el fenómeno Bukele tenía que buscar un tubo de salida salvador. Y llegó más rápido de lo previsible. Se fue a Ecuador. El presidente Daniel Novoa copió el modelo y la gente votó por él en parte por su plan de seguridad. Las cárceles en el país ya eran un dolor de cabeza para el Estado y se convirtieron por las leyes naturales de la atracción en inseguras y altamente peligrosas.

La reacción Misael

El crimen organizado se asentó firmemente con cárceles modernas, dotadas de tecnología, lugares impenetrables y vigiladas sin pestañeo. El Salvador fue la estocada a la que siguió Ecuador. Versiones y acuerdos con el crimen para facilitar mayor seguridad a sus operaciones mafiosas. Un modelo de copia escondido en el marketing del combate al crimen organizado.

En Bolivia, hace poco, tuvimos una intrincada pelea de presos y policías en la cárcel de Chonchocoro que al lado de las de Salvador parecen parvularios, Dios nos perdone; los servicios de seguridad del Gobierno identificaron a Misael Nallar, ya escribimos de quien es él, el delincuente detrás la pelea en la cárcel. El reo ha vuelto con una especial licencia de Régimen Penitenciario para hacer emparquetar su celda de modo a darle un poco de calor a las profundidades frías y oscuras y facilitarle algo más de comodidad para sus quehaceres diarios.

Es la forma moderna con la que se combate al crimen organizado en los tiempos modernos que nos toca vivir.