Partido Socialista de Brasil dividido entre Dilma y Aecio

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Importante y urgente, para cualquiera de los dos adversarios en esta etapa final y decisiva, es saber qué hará el PSB -partido que abrió a Marina Silva-. Su respaldo tendrá efectos prácticos, gracias a sus áreas de influencia.

Candidata derrotada, la ambientalista evangélica Marina Silva anunció ayer que hoy hará pública su posición en la segunda vuelta electoral. Eso significa, en términos concretos, que quizá anuncie hoy su apoyo a Aécio Neves o tal vez anuncie hoy que mañana anunciará lo que a lo mejor quede para ser anunciado el viernes.

De todas formas, gente cercana a Marina asegura que ella sí está decidida a respaldar al candidato neoliberal. El problema es que el partido que la abriga momentáneamente, el PSB, seguía, al menos hasta la noche de ayer, dividido. Un sector está dispuesto a respaldar a Aécio Neves, otro prefiere manifestar apoyo a Dilma, y un tercero defiende que el partido no se manifieste. En realidad, Marina fue candidata por una coalición formada por sus propios seguidores, que se agrupan bajo el nombre de Red (el partido que ella pretendía crear pero no obtuvo el número de firmas exigido por la legislación electoral), por el PPS, de muy escasa representatividad, y por el PSB, ese sí, un partido bien articulado y de porte mediano.

Ayer, el PPS anunció apoyo formal a Neves. En términos concretos, ese respaldo tiene tanto valor como el que Neves recibió, también ayer, del exterior: Marina Corina Machado, la guapa (al menos en las fotos) ex diputada venezolana, férrea adversaria del gobierno, dijo que está con el candidato neoliberal brasileño. Entre la bella y la bestia, Neves difícilmente sumará voto alguno.

A él le interesa, concretamente, el apoyo personal de Marina Silva, pero más por el aspecto simbólico que por otra cosa. El electorado “duro” de la candidata derrotada cree con fe peregrina en sus propuestas de “nueva política”, de “renovación ética”, y difícilmente aceptaría votar por Neves, ejemplo clásico de la política vieja, o en Dilma Rousseff. El restante de sus 21 millones de electores deberán dividirse entre Neves, Dilma y el voto blanco o nulo.

Importante y urgente, para cualquiera de los dos adversarios en esta etapa final y decisiva, es saber qué hará el PSB. Su apoyo sí, tendrá efectos prácticos, gracias a sus áreas de influencia, a su bancada parlamentaria y a su estructura partidaria, puntos importantes en términos de logística de campaña. Mientras Fernando Henrique Cardoso, referente principal del PSDB de Aécio, envió emisarios personales para conversar con Marina Silva, Lula da Silva pidió a interlocutores de su confianza que buscasen la dirigencia del PSB sugiriendo que, en caso de que el partido no acepte apoyar a Dilma, que al menos se mantenga neutral. Por la noche de ayer, el intento de Cardoso parecía bastante más viable que el de Lula.

Marina Silva filtró a la prensa que condiciona su respaldo a que Aécio Neves acepte algunos “puntos innegociables” de lo que ella llama de su programa de gobierno: protección a los indígenas y los llamados “pueblos ribereños”, es decir, que habita la ribera de los ríos amazónicos, enseñanza pública en tiempo integral y el fin de la reelección para alcaldías, gobernaciones provinciales y presidencia de la Nación. La verdad es que cualquier ciudadano brasileño puede comprometerse con eses y otros puntos del programa que sea, pero la decisión final dependerá exclusivamente del Congreso nacional. Neves, más que rápido, pasó a recitar, como un mantra, esos tres conceptos. Y agregó un punto: además de liquidar con la posibilidad de reelección, pretende extender el mandato presidencial de cuatro para cinco años. Pero no aclaró, en ningún momento, si tomará la iniciativa de enviar tal proyecto de ley al Congreso incluyéndose a sí mismo, caso electo, o se intentará reelegirse para sólo entonces defender ese cambio en el Congreso.

A todo eso, ¿qué hacen Dilma, Lula, el PT y sus aliados? Tratar de dar los últimos detalles a una estrategia que ya está diseñada. Hasta ahora, había variantes relacionadas a cuál sería el adversario en la segunda vuelta, si Marina o Aécio. Además, se toma en cuenta el volumen de votos obtenidos por el adversario, que superó las previsiones.

Lula, Dilma y el comando de su equipo de campaña se reunieron con los siete gobernadores electos en la primera vuelta, cuyos partidos integran su alianza de gobierno. Se optó por intensificar, en los primeros días, los actos en las provincias del Norte y del Nordeste, tradicional bastión del PT, para ampliar la votación alcanzada en la primera vuelta. San Pablo sigue siendo la principal barrera enfrentada por ella: Aécio Neves logró una ventaja enorme, de poco más de cuatro millones de votos. La estrategia para la segunda vuelta prevé que Lula se dedique especialmente a intentar disminuir esa distancia que puede ser decisiva.

Aécio pretende precisamente intensificar su campaña en las provincias del Sur y del Sudeste, donde sacó ventaja. Los principales focos serán dos provincias muy conservadores y muy anti PT, San Pablo y Paraná. También Minas Gerais, provincia natal de ambos candidatos y donde Neves sufrió una derrota contundente, estará en el foco de su radar.

Será una disputa muy apretada, voto a voto. El país está decididamente dividido. Cada paso, cada día, cada palabra, todo tiene que ser muy bien calculado. Así será, de aquí al domingo 26 de octubre, cuando las urnas hablarán.

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