Perú: La gente tiene miedo que se la trague la tierra

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Los vecinos aseguran que no hay ni un solo lugar que se escape de las grietas. Como si de una película de terror se tratara, el pasado mes de marzo la tierra comenzó a abrirse en Socosbamba, una localidad de menos de mil habitantes en el departamento peruano de Áncash.

Desde entonces, rajaduras de hasta dos metros de profundidad han ido tomando terreno, destrozando casas y cultivos, dividiendo carreteras y campos deportivos e inutilizando infraestructuras como el centro de salud o las escuelas.

Los destrozos, que llevaron al gobierno de Perú a declarar el estado de emergencia en el distrito de Piscobamba el pasado fin de semana, se asemejan a los provocados por un terremoto.

Pero en la zona no ha habido ningún movimiento telúrico reciente.

Aparentemente el suceso se debe a las fuertes lluvias caídas en las últimas semanas, combinadas con un fenómeno geológico denominado reptación, por el cual la montaña va comiendo terreno a través del corrimiento de suelos.

Y mientras se esperan las conclusiones de un informe geológico oficial, la población teme lo peor.

“La gente en estos momentos está muy preocupada. Tiene miedo que en algún momento la tierra se abra y se los trague”, le dice a BBC Mundo Leopoldo Juvenal Egúsquiza, un empresario originario de Socosbamba y residente en Lima que acaba de regresar de la zona afectada.

“20 días incomunicados”

“Imáginate: tu sala se abre un metro; te asustas, sales a la calle y las calles también están abriéndose”, apunta por su parte Paulino Julca, un asesor parlamentario que visitó recientemente la localidad, situada a unos 700 kilómetros al sur de Lima.

Pese a que el gobierno declaró la situación de emergencia y a que la ayuda está empezando a llegar, Julca apunta, en declaraciones a BBC Mundo, que los pobladores están “bastante abandonados”.

La mayoría de las cerca de 300 viviendas dispersas de esta localidad situada a 2.800 metros de altura han resultado afectadas por las grietas. Unas 80 corren riesgo de derrumbarse, así como una escuela secundaria donde las clases llevan tres semanas suspendidas.

También han sido afectadas por las grietas las chacras de las que viven los vecinos, muchos de los cuales ya dan por perdidas sus cosechas de maíz, papa, trigo, frutas y verduras.

Y la principal carretera de tierra que une la localidad con la capital del distrito, Piscobamba, está prácticamente inaccesible.

“Estamos sin transporte, sin agua, sin luz. Todo se ha rajado y los tubos se han desconectado y como en 20 días no tenemos nada y estamos incomunicados”, le explica a BBC Mundo el alcalde de Socosbamba, Gonzalo Domínguez.

Los vecinos, que llevan días durmiendo en carpas o protegidos por plásticos a la intemperie por temor a que se caigan sus casas, han comenzado a recibir materiales para construir tiendas de campaña donde resguardarse temporalmente además de alimentos, agua y otros enseres.

Y en los próximos días prevén recibir seis módulos prefabricados para que los niños puedan reanudar las clases.

Reptación

No es la primera vez que se produce un fenómeno de este tipo en Socosbamba. Los mayores de la zona recuerdan un evento similar en 1974, cuando la tierra comenzó a abrirse.

Aunque los vecinos parecen coincidir en que lo de ahora es peor.

El fenómeno se debe a varios factores, entre ellos a que la población está ubicada en “el cuerpo de un deslizamiento antiguo”, según explica el ingeniero Bilberto Zavala, del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico de Perú (Ingemmet).

Zavala escribió en 2006 un informe sobre los riesgos geológicos en la región Ancash que catalogaba a Socosbamba como “una zona crítica de deslizamiento”.

“Es un proceso lento que involucra un flujo de tierra y reptación (un tipo de corrimiento del suelo, provocado por la inestabilidad de un talud y la gravedad). Es un proceso normal, pero cuando hay una sobresaturación es cuando ocurre un movimiento más violento que genera saltos o escarpas”, le explica el experto a BBC Mundo.

En este caso, a la saturación del terreno se le sumaron las lluvias caídas en los últimos días de abril que provocaron “un evento súbito que originó un salto vertical de casi un metro y medio en el terreno y saltos secundarios”.

¿Traslado de la población?

Por eso, y a la espera de que el Ingemmet publique un informe técnico detallado sobre el caso, se han identificado dos zonas para una posible reubicación de la población en sitios más seguros: Ánimas Pampa y Pozo Pampa.

El alcalde Gonzalo Domínguez señala que la población solo decidirá qué va a hacer una vez que conozca el informe de los geólogos, pero reconoce que a los vecinos les gustaría quedarse en la “tierra en la que han nacido y las casas que han construido”.

“Si hubiera una reubicación tendría que ser en la zona porque la gente vive de su chacra y va a ser difícil cambiar su mentalidad”, apunta por su parte el empresario Leopoldo Juvenal Egúsquiza.

El propio Egúsquiza también perdió unas viviendas que había construido junto a sus nueve hermanos, aunque en su caso eran unas segundas viviendas que construyeron en Socosbamba tras emigrar a Lima para “eternizar la memoria” de sus padres.

“Ahora están completamente rajadas. Es lamentable porque eran unas casas con las que pretendíamos hacer un hospedaje e incluso dar una oportunidad de vida a la nueva generación de hijos y sobrinos”, lamenta el empresario.

Un proyecto que, como los del resto vecinos de Socosbamba afectados por las grietas, probablemente deberán replantearse en otro lugar con suelos más estables.