Por qué Trump no ha visitado Israel en su paso por Oriente Medio

Eduardo García | Diario Red
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trump en riad, arabia saudi
Foto: The New York Times

Cada vez sale más caro diplomáticamente apoyar a Israel.

Donald Trump ha realizado su primer viaje oficial como presidente de Estados Unidos ⎻sin contar su presencia en el Vaticano tras la muerte del papa Francisco⎻. El magnate ha elegido Arabia Saudí como su primer destino, repitiendo lo que ya hizo en su primer mandato, en el que también inauguró sus desplazamientos acudiendo a Riad. Este hecho, que podría pasar fácilmente desapercibido, da muchas pistas del enfoque trumpista sobre Oriente Medio y también sobre Israel.

Trump no ha visitado Israel… y esta no es una cuestión menor. Las monarquías del golfo pérsico, en las que Trump había encontrado a menudo durante su primer mandato grandes aliadas, salen como las grandes ganadoras de este primer tour de Trump; todo lo contrario de Israel, que queda excluido.

Qué busca Trump en Israel

Es innegable que el gobierno genocida de Benjamin Netanyahu, así como en general el Estado de Israel, cuentan con el apoyo decidido de Estados Unidos, para quien Tel Aviv es un aliado estructural en su proyección de dominación en Oriente Medio. No obstante, al lazo que une a Trump con el genocidio en Gaza hay que empezar a ponerle algunas notas a pie de página.

En primer lugar, hay que clarificar qué busca Donald Trump en Gaza y en qué se diferencia de la anterior administración demócrata de Joe Biden. El gobierno Biden-Harris era uno militantemente sionista, que buscaba compaginar narrativamente la defensa abstracta del “orden liberal basado en reglas” y el apoyo logístico, económico y armamentístico al genocidio contra los palestinos. El lazo que mantenía unidos a Washington y a Tel Aviv durante aquellos años era estratégico, sí, pero también ideológico.

El caso de Trump es cualitativamente distinto. El gobierno estadounidense hoy pretende quebrar buena parte de los consensos que regían hasta el momento al eje otanista y al bloque político occidental. El presidente de Estados Unidos está decidido a hacer valer los intereses estratégicos de Estados Unidos a cualquier coste, literalmente. Si Trump considera que deben morir todos los palestinos para salvaguardar la posición de poder norteamericana en Oriente Medio, lo va a explicitar y lo va a apoyar. Esta idea, no obstante, es un arma de doble filo para el Estado sionista.

Tras ganar las elecciones en noviembre de 2024, Trump le hizo un ofrecimiento bastante particular al gobierno criminal de Netanyahu. Washington se ofrecía a dar todo el apoyo posible y toda la manga ancha necesaria a Israel para que completase el genocidio, tomase militarmente Gaza y la colonizase a posteriori. Pero la concesión no era gratis. A cambio, Trump exigía estabilidad regional ⎻una estabilidad lograda a base de masacres claro está⎻ para poder abandonar paulatinamente el escenario de Oriente Medio y centrar sus recursos en Asia-Pacífico, algo que los gobiernos norteamericanos llevan intentando dos décadas.

Sucede que Trump empieza a considerar que Israel no está cumpliendo con su parte. Los hutíes siguen controlando la entrada al mar Rojo y defendiendo la causa palestina, Siria sigue siendo un polvorín ⎻en gran medida como consecuencia del accionar israelí en el sur⎻ y la Franja de Gaza sigue siendo un escenario marcado por la más cruda de las violencias. Israel, a pesar de desplegar en Gaza todas las tácticas de exterminio imaginables, está lejos de poner fin al “problema palestino” ⎻así lo define la política israelí⎻.

La resistencia palestina, a pesar de todo, parece tener capacidad para aguantar durante varios años, lo que incrementa la inestabilidad regional y cronifica el conflicto. ¿La consecuencia? Cada vez sale más caro diplomáticamente apoyar a Israel, ante la absoluta evidencia de su brutalidad. A Trump esto le incomoda y le incita a reforzar otras alianzas regionales en oposición a Israel, que corre el riesgo de quedar marginado si no consigue hacer valer el deseo de Trump: que la limpieza étnica se complete antes del final del 2025. La no visita del presidente estadounidense a Tel Aviv no debe interpretarse en ningún caso como un castigo por el genocidio, sino todo lo contrario. Lo que Trump le exige a Netanyahu es celeridad.

Arabia Saudí, un socio confiable para el imperialismo trumpista

Entre Arabia Saudí y el gobierno estadounidense de Donald Trump sí hay sinergias muy buenas, especialmente centradas en torno a la inversión tecnológica. La normalización de las relaciones entre Israel y la monarquía saudí ha dejado de ser una exigencia norteamericana para el desarrollo de lazos estratégicos y económicos entre Washington y Riad, muestra simultánea de dos tendencias: de un lado, el creciente peso que Arabia Saudí tiene para Estados Unidos; del otro, el menor privilegio que le estaría concediendo Trump a Israel (al menos, temporalmente).

Esta nueva lógica, en el caso de que se consagre con el paso de los meses, supondría una alteración de los equilibrios impulsados por Washington en la región. Durante años, los lazos entre saudíes y estadounidenses habían estado atravesados por la exigencia de que Riad facilite la normalización de Israel como actor regional, garantizándole acceso a su espacio aéreo. El genocidio en Gaza complicó internamente esta apuesta por parte del gobierno saudí y ahora, con Trump, la obligación parece haber sido retirada de la mesa.

El Estado saudí busca, ante todo, estabilidad interna y una mejor proyección como gran actor regional; Estados Unidos, con Trump a la cabeza, busca un socio confiable que haga valer sus intereses. Si es Israel, bien; si tiene que ser otro, tampoco pondrá problema. Ese es el principal riesgo que afronta el gobierno genocida de Tel Aviv, que es ampliamente dependiente de Estados Unidos en un momento de impredictibilidad por parte de Washington.

 

"Estudio y practico la tecnología para odiarla mejor"

Nan June Paik (artista e investigador)
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