Protestas en Los Ángeles tras redadas migratorias: Trump moviliza a la Guardia Nacional

Descifrando la Guerra
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Foto: EuropaPress

Los disturbios en Los Ángeles han convertido la ciudad en epicentro de una batalla simbólica y política que va más allá del control migratorio que, gira en torno a la legitimidad del poder federal, la autonomía de los gobiernos locales y el futuro de millones de personas que viven bajo amenaza de deportación.

La ciudad de Los Ángeles se ha visto sacudida por una oleada de protestas en contra de las redadas migratorias llevadas a cabo por agentes federales de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). El estallido de disturbios ha provocado una escalada de tensiones entre las autoridades locales y el gobierno federal después de que el presidente estadounidense Donald Trump ordenara el despliegue de 2.000 soldados de la Guardia Nacional en la ciudad.

Protestas y disturbios en Los Ángeles

El deterioro de la situación comenzó el miércoles 4 de junio, cuando unidades de ICE realizaron redadas simultáneas en distintos puntos de Los Ángeles, incluyendo zonas comerciales de South Central, Boyle Heights y Koreatown. Según fuentes oficiales, más de 100 personas fueron detenidas en operativos que se extendieron durante toda la semana.

El jueves 5 de junio, comenzaron las primeras manifestaciones espontáneas frente a instalaciones de ICE para exigir la liberación de los detenidos, y para la noche del viernes 6, la tensión se había trasladado a las calles, con bloqueos de tráfico y enfrentamientos con la policía local. La situación se desbordó en Compton y Paramount, donde se produjo la quema de vehículos, saqueos puntuales y cargas policiales con uso de gas lacrimógeno.

La respuesta federal llegó el sábado 7 por la mañana, cuando el presidente Trump anunció la activación de la Guardia Nacional. El tira y afloja entre las autoridades locales y federales en lo referente a este despliegue se desarrollaría durante el día, pero pasada la medianoche la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, afirmó que, a pesar de las ordenes desde Washington y de los rumores esparcidos en redes sociales, la Guardia Nacional aún no había llegado a desplegarse en la ciudad.

La decisión del gobierno federal de enviar a la Guardia Nacional ha sido arduamente critica por el gobernador de California, Gavin Newsom, quien ha afirmado que el gobierno federal “busca un espectáculo”. Sin embargo, desde la Casa Blanca se ha defendido la actuación bajo el argumento de que los disturbios representan una amenaza al orden público.

Un asesor cercano al presidente llegó incluso a calificar las protestas como una “insurrección” impulsada por sectores “radicalizados” opuestos a las políticas migratorias federales. El secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció la puesta en alerta de unidades de Marines, estacionadas en Camp Pendleton, dejando abierta la posibilidad de una intervención militar directa.

Inmigración polarizada y poder federal

La crisis y los disturbios en Los Ángeles reflejan el choque entre dos visiones enfrentadas sobre el papel del Estado en la política migratoria. Desde su regreso a la presidencia en enero de 2025, Donald Trump ha reactivado con fuerza su agenda antiinmigración, firmando órdenes ejecutivas que facilitan redadas, agilizan deportaciones y limitan las protecciones legales a inmigrantes irregulares, incluso en los llamados “estados santuario” como California.

El gobierno estatal y la administración municipal de Los Ángeles han sido desde el primer momento críticos con estas medidas. Tanto el gobernador Newsom como la alcaldesa Bass se han negado a colaborar con las agencias federales en la identificación o detención de inmigrantes sin papeles. Esta resistencia institucional ha hecho que California se convierta en un símbolo de oposición a las políticas migratorias de Trump, algo que el propio presidente ha señalado como “inaceptable” y “una amenaza para el imperio de la ley”.

Pero más allá de la confrontación política, el conflicto pone de manifiesto la profunda fractura social en Estados Unidos. En una ciudad como Los Ángeles, con más del 45% de su población de origen latino y una gran presencia de comunidades migrantes, las redadas no solo son vistas como una política de seguridad, sino como una agresión identitaria. Muchas de las personas detenidas llevan años viviendo y trabajando en el país, con hijos nacidos en Estados Unidos, y sin antecedentes penales.

En este contexto, los disturbios en Los Ángeles han convertido la ciudad en epicentro de una batalla simbólica y política que va más allá del control migratorio. La disputa gira en torno a la legitimidad del poder federal, la autonomía de los gobiernos locales y el futuro de millones de personas que viven bajo amenaza de deportación. Mientras tanto, las protestas continúan, y el país observa con creciente inquietud el posible desenlace de una confrontación que amenaza con convertirse en un punto de inflexión en la política estadounidense.

"Estudio y practico la tecnología para odiarla mejor"

Nan June Paik (artista e investigador)
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