En una América Latina tan acostumbrada a la venganza del adversario político, la derrota electoral de Bolsonaro podría suponer su persecución si se aplica a rajatabla la ley del ganador. La pregunta es si Lula es capaz de hacerlo tras el reñido resultado electoral.
En Rio de Janeiro, Sao Paolo y Minas Gerais -los asientos electorales más poblados de Brasil- ha ganado Bolsonaro. Igual el presidente debe prepararse para todo. A partir de este momento hasta el 1ro de enero cuando entregue el mando del país a Lula, deberá mover fichas para hacer de su derrota en las urnas una oportunidad para arriar su fortaleza en la economía que comenzaba a tomar signos vivos después del duro periodo de la pandemia.
¿Será que podrá lograrlo oponiéndose al Gobierno de su archienemigo Lula en estos tres estados considerados clave para el repunte definitivo de la economía brasileña o será que contribuirá para que la principal economía de AL se hunda por paros, bloqueos y la estrategia caníbal que se interpone al desarrollo?
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Será que Lula se lo permite o le abrirá procesos por la larga lista de acusaciones que ya se escuchan comenzarán a investigarse para sentarle la mano por su insensatez de haber traído el corazón de Don Pedro I desde Portugal a un alto costo para recordar al pueblo que los reyes también están al lado del pueblo o que de los 6.7 millones de muertos por la covid-19 en el mundo 700.000 son brasileños por su insensatez que podía evitar. Hay material para procesar a Bolsonaro por decidía, negligencia, traición, espionaje, daños económicos, etc y etcétera.
Lula fue encarcelado para evitar que en 2018 disputará la presidencia. El fiscal Sergio Moro que acabó peleado con Bolsonaro -fue su primer ministro de Justicia- cuando dejó el cargo denunció que el presidente interfería la justicia y dejó abiertas heridas que a lo largo de su mandato confirmarían las advertencias. Durante el periodo de Bolsonaro el entorno conformado por sus hijos y un círculo cerrado entre los que actuaban militares de graduación instigaron varias veces sobre el papel de la libertad de expresión, los derechos humanos, de la libre elección, que en sus momentos de mayor enfrentamiento con los poderes constituidos se organizaron desfiles y manifestaciones que pedían la intervención militar y el cierre del Congreso.
Los hijos se pronuncian
Uno de sus hijos –Flavio el más polémico- al conocerse el reñido resultado electoral que Bolsonaro evita calificar como derrota exclamo: “Papá, estoy con vos para lo que venga”. Flavio Bolsonaro, senador nacional por Río de Janeiro, afirmó que no va a “renunciar a Brasil” y pidió a sus votantes no agachar la cabeza. “¡Levantemos la cabeza y no renunciemos a nuestro Brasil! Dios a cargo!”, enfatizó quien suele ser protagonista de controversias de calibre internacional y foco de investigaciones judiciales en su país.
Lula y Bolsonaro tienen algo en común: ambos representaron el anhelo de una nueva política (Bolsonaro aún vigente, claro), con centralidad del discurso anticorrupción. El PT tuvo una trayectoria marcada entre otras cosas por levantar las banderas de la ética, criticando la corrupción y la impunidad de los noventa. El Mensalão y la Lava Jato son los principales capítulos de ese fracaso del PT. Y la operación Lava Jato es parte central de la degradación actual de las instituciones políticas brasileñas. La elección de Lula abre este viejo telón en un país polarizado y un electorado conservador que no permitirá que su presidente vaya preso.
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