¿Qué revela la ‘mayor incautación’ de drogas sobre el narcotráfico en Argentina?

Una reciente incautación de casi 10 toneladas de marihuana en Argentina fue presentada por el gobierno nacional como un decomiso histórico debido a su magnitud. Sin embargo, en realidad, forma parte de un esquema de contrabando recurrente en la frontera norte del país, que se ha consolidado con el tiempo.

El 21 de noviembre, la Gendarmería Nacional Argentina decomisó 9,8 toneladas de marihuana provenientes de Brasil en Caraguatay, en la provincia de Misiones. El operativo se realizó sobre la Ruta Nacional 12, que conecta el norte del país con el centro, uniendo Puerto Iguazú con la localidad de Zárate, en la provincia de Buenos Aires. La entonces ministra nacional de Seguridad de Argentina y ahora senadora, Patricia Bullrich, presentó la operación como la mayor incautación de drogas de la historia del país.

El Escuadrón 10 “Eldorado” intervino tras detectar inconsistencias en la documentación y señales de adulteración en el camión que transportaba la droga.

La inspección confirmó 326 bultos con 11.667 paquetes de cannabis sativa. El conductor brasileño fue detenido y el caso quedó a cargo de la Justicia Federal. El vehículo, que además tenía un pedido de secuestro activo por robo en Morón, en la provincia de Buenos Aires, fue incautado junto con el cargamento.

Un patrón común

El operativo de Caraguatay reproduce patrones ya observados al menos en dos ocasiones anteriores, en 2014 y 2020, que involucraban el uso de camiones brasileños, cargas masivas de entre 8 y 12 toneladas, documentación adulterada y precintos irregulares.

La regularidad de este modus operandi no es casual. La porosidad de la provincia de Misiones y la triple frontera que comparte Argentina con Brasil y Paraguay mantiene a las rutas 12 y 14 como corredores clave para transportar altos volúmenes de drogas que, frecuentemente, aparecen mezclados con mercancías legales en camiones de carga, dificultando su detección.

Las mayores cargas incautadas evidencian un patrón recurrente. Los camiones ingresan en lastre por pasos internacionales para luego trasladarse a zonas de carga dentro de Misiones. En estas zonas, la marihuana se oculta dentro de cargas lícitas, como aserrín y madera, y la documentación y los precintos suelen ser adulterados antes de que la droga descienda hacia los principales centros urbanos del país, principalmente Buenos Aires, Rosario y Córdoba y, en menor medida, como tránsito hacia países vecinos.

Este patrón de tráfico evidencia la existencia de una logística transnacional, con grandes volúmenes de mercancía y coordinación criminal entre proveedores de marihuana paraguayos, infraestructura de logística brasileña y operadores argentinos.

Si bien organizaciones criminales de otros países pueden aprovechar la infraestructura local, “en Argentina, la marihuana suele ser manejada por redes locales”, explicó a InSight Crime Martín Verrier, Secretario Nacional de Lucha contra el Narcotráfico y la Criminalidad Organizada de Argentina.

Según otra fuente oficial que habló con InSight Crime bajo condiciones de anonimato, el impacto de decomisos de gran magnitud a nivel nacional ha sido limitado y afectan principalmente la logística. Las organizaciones dedicadas al tráfico enfrentan mayores dificultades para encontrar choferes dispuestos a arriesgarse a transportar estupefacientes. Como consecuencia, se ven forzadas a recurrir a maniobras menos sofisticadas, lo que provoca un deterioro operativo.

Sin embargo, el aumento de las incautaciones no reduce necesariamente el tráfico de marihuana. La dinámica permanece estable y está profundamente arraigada en la matriz socioeconómica de la frontera, donde la pérdida de uno o varios cargamentos es absorbida sin afectar el flujo general hacia el mercado interno o regional.

Aunque las incautaciones se presenten como un éxito, podrían enmascarar un mayor flujo de drogas, explicó a InSight Crime Sebastián Cutrona, profesor titular de Criminología en la Universidad Liverpool Hope de Inglaterra. En otras palabras, en lugar de reflejar un control efectivo del tráfico de drogas, podrían formar parte de una estrategia política para mostrar más acción sin que el tráfico realmente disminuya.