
Donald Trump, Asamblea General de las Naciones Unidas 2025 | EFE
El discurso del mandatario estadounidense en las NNUU cargado contra todos los principios de la organización.
El rostro desfigurado de Donald Trump en la Asamblea General de la OEA fue el botox ideal para mover los focos de atención a su alrededor cargando contra todos y cada uno de los objetivos de cooperación y desarrollo que el organismo defiende. No pudo dejar de no referirse al cambio climático como una farsa. Atacó a las instituciones creadas por el organismo, a la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Trump se empeñó en resaltar la fuerza para quien no importa el genocidio en Gaza. No fue nada sutil, una demostración de superioridad supremacista que deja al mundo en un limbo del que parece meditar.
Fue directo contra Rusia a la que a veces defiende y en ocasiones como esta ataca anunciando que dotará de armamento a los aliados de la OTAN para frenar los drones rusos que en las últimas semanas aparecieron por los cielos de los países aliados. O para mantener alertas de señal roja al decir que Ucrania debe recuperar los territorios ocupados. En poco, defendió el mundo unipolar que ha provocado aranceles a todos sus socios comerciales y ha tratado de erguirse injustamente como el defensor de la paz. Los 15 minutos que tenía programados para su discurso se convirtieron en casi una hora de alocución al termino de los cuales se escucharon algunos breves aplausos diplomáticos.