Balance final

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Evo obtuvo oficialmente el 61% de votos, lo que le permite continuar ejerciendo la Presidencia de la República por un mandato de cinco años más. En todo caso, era previsible ese porcentaje habida cuenta que las encuestas reportaron a lo largo de la campaña un comportamiento en la preferencia del electorado que iba en ese sentido. Si bien las empresas encuestadoras fueron cuestionadas en un inicio, posteriormente  recuperaron credibilidad porque a la hora de anunciar el resultado final, acertaron. Varios aspectos por subrayar de lo acontecido.

El  partido de Gobierno nuevamente cuenta con 2/3, lo que indudablemente favorece la gestión pública y política que tiene diseñada para el quinquenio y para lo que representa la visión al 2025. Los opositores nunca entendieron que la dispersión del voto era el mejor aliado para que el MAS obtenga el control de ambas cámaras, y así les fue. Samuel con escasa representación de Occidente, cuenta con un porcentaje que más allá de lo que implica en términos de cantidad de votantes, no hace mella en función de control y fiscalización parlamentaria. La mayor representación opositora viene del Oriente del país con candidatos de los Demócratas, dato no menor a la hora de evaluar si las aspiraciones personales primaron antes que las grupales. Peor cuadro de situación le tocó vivir a Juan del Granado. La pérdida de la Personalidad Jurídica del MSM cierra un ciclo de una manera injusta y hasta dramática. Creo firmemente que Juan no merecía dejar la política de esta manera, sin partido y sin apoyo de la militancia y del electorado paceño a quien  poco o nada importó su paso por la Alcaldía. Su mayor referente, el delfín, el que se suponía debía tomar la posta, está enfrascado en organizar la agrupación SOL, lo que definitivamente marca el fin del ciclo. Su apuesta por Adriana Gil tuvo una serie de tropiezos, y la idea de aglutinar Occidente con Oriente y hombre con mujer, no impactó en un electorado que de inició, o se inclinaba por Evo Morales, o esperaba una propuesta opositora unificada que nunca se dio.

El voto castigo a esa oposición miope desagregada y sin fuerza, y  el voto recompensa a un excelente trabajo llevado a cabo por “Evo candidato”, dio como corolario un triunfo incuestionable en términos de legitimidad.

Me dirán que las condiciones impuestas desde la perspectiva del tamaño de candidaturas, peso específico y capital dinerario y humano eran tan disímiles, que era poco probable optar, cuando menos, por una segunda vuelta. Lo cierto es que la oposición debió haber gestado una propuesta seria y coherente. No lo hizo, y a diferencia del MAS, que supo cosechar un buen resultado, hoy resulta hasta irrelevante poner en tela de juicio el triunfo de Evo (con re-reelección incluida) y con el aditamento que, claramente, abre la posibilidad para la reelección indefinida con los 2/3 que permite reformar parcialmente la CPE.

Respecto al Partido Verde, habrá que ver si pueden reinventarse en una lógica respetable que hace a la lucha por lo que consideran justo y vital. Así lo espero.

La nota negativa sin duda la puso el TSE. Se aplazaron y dieron muestra de una ausencia de solvencia que amerita, cuando menos, una renuncia colectiva. El árbitro electoral debe ser como Pompeya, la esposa del César, no solo tiene que ser honesta, también tiene que parecer que lo es. En este caso, los componentes de ese tribunal agredieron la confianza, credibilidad  y certeza que un cargo público de ese nivel exige. Su permanencia en el cargo constituye una afrenta al país.

Por último, Evo tiene cinco años cómodos y el desafío de alcaldías y gobernaciones, escenario donde la oposición  tratará de jugar su última carta.