Chonchocoro se convirtió en la tumba de tres líderes del PC-4

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Foto: El Deber

La cárcel de Chonchocoro de La Paz, considerada la más segura del país y a su vez la más resistida por los privados de libertad, a través del tiempo se convirtió en una ‘tumba’ para los líderes del penal de Palmasola, el de mayor población, donde ostentaron el poder al extremo de mostrarse como magnates.

Víctor Hugo Escóbar Orellana, ‘Oti’, es el último de los muertos en Chonchocoro después de ser trasladado desde Santa Cruz por el descubrimiento de una mafia que dirigía entre extorsiones, sometimiento a los presos e incluso los cobros de rescates y robos fuera del penal.

El principio del fin de Oti comenzó el 14 de marzo, con el saldo de siete muertos y la intervención policial.

Entre los antecedentes más cercanos y funestos que registra el penal paceño figuran las muertes de otros dos exregentes de Palmasola, que ejercían dominio no solo en el interior del penal, sino también en gente que movían fuera de la cárcel para cometer delitos.

Se trata de Franz Reynaldo Gonzales Gonzales, conocido como ‘Vinchita’, y Mauricio Suárez Saucedo, ‘Chichuriru’.

Según los datos policiales, Chichuriru estaba preso en Palmasola por robo agravado y secuestro. Antes de ser sentenciado, se convirtió en el mandamás de la cárcel y fue descubierto de gestar extorsiones con el robo de motorizados fuera del penal y pagos de rescate. Su dominio era tal que lo único que quedaba era  trasladarlo a Chonchocoro de La Paz. El 7 de diciembre de 2003 apareció ahorcado en su celda. Para la Policía fue victimado por otros reclusos, en medio de una disputa de poder.

Hasta ‘celdas eróticas’

‘Vinchita’ estaba condenado a 30 años de cárcel por el asesinato de la joven Jessika Borda, hija de Rhea Borda, cónsul de Estados Unidos, hecho registrado el 21 de noviembre de 2003.

Imputado por delitos de asesinato y robo agravado, estuvo preso en Palmasola. Luego fue trasladado, en julio de 2004, al recinto penitenciario de San Pedro, en La Paz, de donde fugó en septiembre de ese año. Fue capturado y recluido en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro.

En 2010 logró su traslado a Santa Cruz, donde, en menos de un año, se descubrió su ‘celda erótica’, sede de fiestas con alcohol y mujeres.

De nuevo fue llevado a Chonchocoro, donde el 27 de julio de 2012 apareció asesinado con múltiples heridas de cuchillo. Para la Policía su muerte fue por un ajuste de cuentas entre reos.