Especial Entrevistas: Jorge Richter | Estado & Sociedad
Resignificar un Estado en el que todos participen “Está claro que, si no nos reconocemos plurales, distintos, diferentes, multicolores, no podremos avanzar. Ni de un sector ni de otro”. – Jorge Richter, politólogo invitado como portavoz oficial. Talentoso comunicador haciendo análisis con eficiencia oratoria, inteligencia y profundidad.
Invitado por el presidente Luis Arce a generar el análisis político que necesita su administración, el gabinete del presidente del Estado Plurinacional ha ganado un nombre comprometido en la primera línea con el conocimiento, que, durante largos años, hasta convertirse en figura pública, fue editor de periódicos impresos en una época en la que el periodismo ganaba la mente y corazones de sus audiencias de forma muy diferente a lo que dicta hoy. Así como las formas han cambiado en la comunicación, también sus actores ocupan diferentes espacios en los que la credibilidad y profundidad juegan mucho a la hora de escoger con que productos y personas quedarse.
Jorge Richter sabe que las debilidades se pueden volver oportunidades en cosas de rutina y en los grandes desafíos también. Quizá no estaría hoy donde está sin haber metido en su piel el valor de la información. La diferencia cómo saber transmitir el orden e impacto de las palabras. Jorge es lúcido y tiene un don especial. La lectura de los hechos que maneja a diario comparte visiones que representan una realidad. La credibilidad es fundamental en esta tarea. Anula la búsqueda de estilo etimológico que no se asocia a la narración que quiere contar y las vuelve a plantear con poderosa coherencia.
Nos encontramos en momentos en los que la humanidad atraviesa grandes cambios de comportamiento en sus hábitos de vida, en el que la salud debe ser reencausada lo mismo que la educación y, claro repensar la relación que jugará el Estado como interlocutor de esa nueva construcción de sociedad que propone desde la base de un Estado que sabe lo que quiere.
¿Qué se viene en materia de salud y educación, dos materias pendientes no solo en Bolivia, de alguna manera todos atravesaron rupturas por la pandemia covid-19? El desafío termina siendo más grande del que nos hemos imaginado. La pandemia no es un evento anecdótico, tiene incidencias mucho más grandes. Esto nos obliga a resignificar el Estado. En Bolivia hemos hecho un cambio sustancial en 2009 con la conformación del Estado Plurinacional, 11 años después ese Estado exige ser mejorado a consecuencia de una pandemia que ha transversalizado las temáticas de urgencia. Una de ellas, la salud. Ha quedado en evidencia que no estamos capacitados para enfrentar pandemias de estas características. Y hay en esto algo interesante, los bolivianos vivimos resignadamente de forma precaria, lo que nos obliga tomar acciones sin ser eficientes. Somos uno de los países con mayor letalidad por el impacto de la covid-19. Y esto porque no hemos tenido la capacidad de instalar las UTI más allá de lo que se dice. No llegamos a 75 de las 500 que se nos dijo se habían adquirido. Lo que nos demuestra que no podemos resignarnos. Hoy en día hay un modelo que ha mercantilizado la salud: las pruebas de testeo rápido en laboratorios privados, las internaciones de emergencia en espacios privados y la cadena de pos atención en manos de las cadenas privadas. Esta línea es la visión mercantilizada de la salud y no tiene compasión con la economía de la mayoría de los bolivianos. Por ejemplo: el Gobierno anterior observó una ley aprobada por la Asamblea Legislativa que decía que la salud de las personas con covid-19 podía ser atendida en recintos privados, el presidente Arce ha puesto en vigencia esa ley. Son temas que te hacen repensar que estas estructuras pasen a manos del Estado. Es importante discutir y debatir estos nuevos elementos.
¿Y en materia de educación? Si entendemos que Bolivia está viviendo una polaridad social que nos enfrenta cíclicamente de forma dramática, tenemos que ver el origen y vamos a descubrir que esta anotada por las consecuencias de miradas étnicas de desprecio entre dos grandes sectores de la sociedad, irresuelto desde 1825 al nacer como Estado republicano. Uno de los elementos donde germina este desprecio del uno por el otro que es diferente, tiene origen territorial específico y colores de piel diferentes, estableciendo clases dominantes y clases subyugadas, que se genera en las propias unidades educativas, los colegios particulares y las escuelas fiscales. Aquí entran los chicos a recibir una educación y poco a poco desarrollan una mirada soslayada, de burla respecto del que está en el otro colegio que se acentúa de manera desgarradora en la sociedad.
¿Qué hacer desde el Estado? Tenemos que resignificar lo que es la educación en Bolivia, la convivencia de los chicos en el proceso educativo. No estoy hablando de contenidos de mate – ria, sino de convivencia, esto hay que revisarlo. Hay que debatir, cuestionar y revisar y así como esto ha ocurrido tenemos otros elementos y cito: Policía y Fuerzas Armadas, se han convertido en un dirimidor del equilibrio político. Significa que en algún momento ellos tienen la posibilidad de decantar el equilibrio político como ha ocurrido en 2019. Ese tomar partido por una opción política significa tener que reprimir para sostener ese equilibrio desbalanceado y esos son muertos, heridos y presos políticos. Lo que nos queda es discutir y resignificar la verdadera dimensión del Estado respecto la presencia de las FFAA y la Policía Nacional. Tenemos, por lo tanto, varios elementos que están necesitando un estudio. Otro ejemplo es el transporte público. El país no puede seguir viviendo con estas cápsulas insalubres que son fuentes de contagio. El Estado tiene que intervenir para modificar la lógica del transporte.
El ciudadano necesita que el Estado se acerque a su vida y le solucione algunos problemas de convivencia y de salud inmediata. En esa perspectiva, lo que nos deja la pandemia como secuela es repensar las formas del alcance de las instituciones y los servicios del Estado.
Por supuesto se trata de un desafió mayor y me atrevería a decir que quitando la Asamblea Constituyente no hemos hecho este ejercicio hace demasiado tiempo. Somos un país de administradores, pero no somos un país de constructores, de construir nuevos sistemas y ser agresivos e innovadores. Esto explica que nuestros niveles de desarrollo estén ralentizados. Un desarrollo propio del subdesarrollo, de la mentalidad subdesarrollada. Este Estado Plurinacional de democracia intercultural, pero también de democracia republicana, requiere revisar algunos otros elementos de sus instituciones, servicios y sus sistemas de seguridad.
¿El papel resignificante del Estado no sería concertar con todos buscando salidas articuladas y en equilibrio? Bolivia tiene una universalidad casi infinita y una pluralidad de igual manera inacabada. Somos un enorme abanico de colores, lo que Zabaleta llamaba la sociedad abigarrada. Esta es nuestra realidad, ¿queremos construir algo ignorando nuestra realidad? Es imposible hacerlo. Sin embargo, se ha intentado históricamente construir Estado y Sociedad a partir de la prevalencia de un sector que ha invisibilizado al otro que no considera apto. Está claro que, si no nos reconocemos plurales distintos, diferentes, multicolores, no podremos avanzar. Ni de un sector ni de otro. Alguna gente intenta decir que este es un país preponderantemente originario y que hay que construir en esta lógica Estado y Sociedad y que los otros se deben acomodar; eso tampoco es posible. El país está demandando nuestros mayores talentos en imaginación, pensamiento y análisis para crear instituciones que puedan coexistir de forma pacífica entre la mirada republicaba liberal y la mirada intercultural. Si no encontramos este punto intermedio no hay posibilidades como Estado.
Primero debemos reconocer nuestra diversidad, luego comprender que no puede haber ninguna opción de imposición de un sector sobre el otro. Puede haber hegemonías circunstanciales, pero no indefinidas. Hoy nos toca invertir, aunque parezca ilusorio para algunos, tratando de amalgamar esta sociedad en niveles de coexistencia aceptables con tensiones mínimas donde las palabras tolerancia e inclusión sean centrales.
¿Parece una buena y sana intensión, pero debe haber una voluntad política para esta construcción? Si lo logramos vamos a encontrar un nivel de estabilidad, pacificación y de aminoramiento de la conflictividad social y de la intolerancia que permite observar modelos de desarrollo y crecimiento a partir de saber que todos estamos incluidos en un mismo esquema. Esto es indispensable y no se ha hecho de forma práctica todavía.
Además de los elementos que señalas hay como un enfrentamiento entre el poder político enraizado en la sede de Gobierno y el eje productivo que está en Santa Cruz. Al tema de la polaridad social lo acompaña el enfrentamiento regional entre el poder político de Occidente y el poder político y económico del Oriente que tiene elementos transverzalizados de racialidad y etnicidad que hay que resolverlo porque podemos crecer al siete por ciento, pero esto esta irresuelto y en algún momero se vuelve a quebrar.
El empresariado observa que las primeras acciones del Gobierno del presidente Arce son dogmáticas, que, en lugar de unir practicidades, enfrenta. Existe en este momento una realidad que señala y se define de la siguiente forma: la economía necesita ser reconstruida en función de aquel modelo económico y de desarrollo en el que creas mecanismos de implementación. En la campaña electoral había una mirada economisista de prestarse recursos de la comunidad internacional para inyectarlos y a partir de eso construir crecimiento; inviable por los niveles de endeudamiento. El otro modelo propone la reactivación de la demanda interna a través de la inyección de recursos, no en los mismos niveles, tampoco en alianza con el FMI, sino con recursos que se iban a dejar de asignar al pago del servicio de la deuda externa, que en términos redondos son 800 millones de dólares, que puedes dejar de pagar por la pandemia, asignando esos recursos a la reactivación de la economía con el compromiso de no adquirir nueva deuda, salvo en términos concesionales.
Este es el modelo que propuso Luis Arce. Y ya se está haciendo esto con el bono Contra el Hambre y proyectos de infraestructura como por ejemplo el tren metropolitano en Cochabamba; el fideicomiso que se ha firmado para que nuestras empresas públicas dinamicen la economía; el aumento al sistema de jubilación para nuestros ancianos. Hay un incremento importante de recursos en la economía que se van a comenzar a mover y viene después una serie de medidas adicionales para generar la demanda interna; que la gente comience a mover su economía, es un modelo basado en obras públicas.
¿Los empresarios difieren de esa visión, señalan que los bonos no son importantes porque provocan endeudamiento y no reactivan el motor del aparato productivo? Si son importantes porque ya ha dado resultado y se tiene expectativas de crecimiento que están en torno para este año del cuatro por ciento, seria verdaderamente importante después de la caída que hemos tenido. Pero es un modelo que se impulsa desde la economía del Estado, que no es un crimen; lo otro es una absoluta liberalización de la economía, que no es posible sin el Estado porque te protege cuando hay una crisis profunda. No te protege la corporación privada, ni los sectores privados. Quien pone capitales para reactivar el país, es el Estado.
¿Puede el Estado soportar esa carga solo sin el componente empresarial? El Estado tiene la fuerza suficiente para lograr gradualmente estos objetivos. No vamos a ir por la vía del endeudamiento como los 8 000 millones que planteaba Jorge Quiroga o los 6 000 de Carlos Mesa. Por supuesto tenemos capacidad de contraer deuda y esa deuda va a ser volcada a obra pública para favorecer a las empresas que prestan servicios. Este es el trabajo que se está haciendo y el próximo año vamos a conocer unos indicadores positivos alentadores de la economía.
¿Se van a lograr entendimientos con el sector empresarial? Está claro que el Gobierno anterior, posesionado el señor Parada, fue por la vía de un decreto derogando todo lo que era el abastecimiento de los cupos internos para determinadas industrias; por ejemplo, la aceitera y facilitar de esa manera las exportaciones. Esta ha sido una de las medidas de corte neoliberal. Nosotros las hemos derogado y algún titular ha dicho ´afectando la capacidad productiva de algunas empresas´, pero en los hechos reales la prioridad esta puesta en favorecer los cupos nacionales, con la demanda interna. Primero atendemos a los bolivianos y los excedentes los podemos exportar. Es una necesidad que diferencia la asignación de responsabilidades de un Gobierno y también de una personalidad política. Yo decía, hay que conocerlo al presidente en su caracterización, no tomando como elemento si viaja en avión comercial o presidencial, eso no es de fondo, lo verdadero es si beneficias a la sociedad o a un sector exportador, industrial que además tiene vinculaciones políticas. Esto es lo que te caracteriza, cómo proteges a la sociedad.
El sostener un modelo económico desde el Estado no priva de lograr un desarrollo integral con sectores favorecidos con la producción de alimentos, por ejemplo, ¿cómo articular esa relación? El esfuerzo esta puesto bajo el concepto de la seguridad alimentaria que no se consigue con los decretos de los transgénicos en las lógicas economisistas de determinados grupos industriales. Pero esta es una cadena, tenemos que fortalecer nuestra economía con capacidad de generar divisas, de crecer, diversificar y dejar de ser monodependientes, sino tener otras industrias que nos beneficien. Por ejemplo, el presidente está empeñado en la hidrovia que va al Norte del país, hacia Guayaramerin (se refiere al proyecto Ichilo – Mamoré) como canal de generación de exportaciones y esto tiene un estímulo entre dos a tres puntos en relación al PIB. Esto sería verdaderamente formidable para la economía. Es un tema prioritario para el Presidente. Si nosotros logramos generar posibilidades nuevas para diversificar la economía, crecer en el PIB vamos a tener capacidades para cubrir también esta brecha alimentaria.
¿Unos sostienen que los transgénicos no son malos y se debería pensar en ellos para convertir al país en exportador de alimentos? La sustitución de exportaciones desde los años 50 del siglo pasado ha estado en muchos ciclos en debate porque nos obligaba a vender nuestras materias primas para después comprar manufactura. El ciclo de vida de este debate ha tenido varios momentos, pero también el debate de la sustitución de importaciones ha caído en descredito cuando ha llegado el modelo neoliberal. Sin embargo, el Gobierno cree que paulatinamente podemos avanzar en esta sustitución de importaciones para fortalecer nuestra industria, nuestras capacidades productivas y empezar a tomar posición del compro, no solo como eje discursivo; tenemos que empezar a comprar lo nuestro y a producir para exportar lo boliviano. Esta es una de las tareas que el Presidente mira con expectativa. Tenemos un conjunto de empresas que le venden al Estado y este es un gran comprador generando un redito y una dinamización de la economía, un desarrollador de la industria. En esto necesitamos encontrar fórmulas para apuntalar nuestra industria, la planta de Urea tiene un enorme potencial para sacar su producción por la Hidrovia Ichilo Mamoré. No podemos quedarnos en el preconcepto de decir no debió ser instalada en ese lugar. Tenemos capacidades para reactivar, fortalecer e impulsar nuestra industria.
A todo esto, se dice que el Estado no es un buen administrador. Posiblemente, hay que mejorar seguro que sí, pero es lo que tenemos y hay que potenciarlo, no dejarlo de lado. Esa es una visión que dio resultado en años anteriores y la apuesta es que se tiene que reactivar ese modelo. Más allá de la pandemia, claramente el Gobierno pasado no confió en este modelo, apostó por otras lógicas, el resultado 11.1 del PIB hacía abajo. Desde el año 85 no habíamos caído en esa proporción. Está claro que nosotros no vamos a apostar por ese modelo.