Guarayos de San Antonio del Junte
La población de no más de 250 familias está ubicada en el kilómetro 411 de la carretera Santa Cruz – Beni. Como otras de la provincia es fértil y productiva. Su gente de aspecto trabajador y de rasgos sinceros.
Ascensión de Guarayos está a unos 300 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra. Es una de las 15 provincias del departamento. Su territorio es considerado reserva forestal, pero además posee rica y variada agricultura y ganadería. La provincia Guarayos tiene una extensión de 27.343 km2. Se nos explica que un 50% del potencial maderero de Bolivia está aquí. Una cuarta parte de la carretera que recorremos, la que une la provincia con el departamento del Beni en el cruce del rio San Pablo, ocupa cultivos de arroz, soja, maíz y pastizales. Es probable que lo que los ojos no alcancen a ver ostente aún mayor tamaño productivo.
Pero lo que lamentablemente consta en la retina del guarayo son noticias sobre la invasión a propiedades productivas que le está privando a la zona convertirse en un polo de desarrollo. Organizaciones campesinas y los colonos advierten que desde 2020 a la fecha se han producido al menos siete avasallamientos a propiedades en producción. “Es tan extenso el territorio que quizá nos estén invadiendo nuestras Tierras Comunitarias de Origen (TCO). “Si de ellos dependiera nos robarían el aire y del agua que vivimos”, dicen en Ascensión de Guarayos.
La gente del pueblo relata que en 2020 se registró una violenta invasión a la propiedad El Encanto de la familia Yucra. “Llegaron como 100 policías repartidos en dos buses grandes para desalojar a los avasalladores. Esa vez tres policías fueron heridos de bala y quemaron los buses y los galpones de la propiedad”. En otra secuencia de invasiones a propiedades productivas, los trabajadores de la hacienda El Cruce dijeron que los invasores son violentos. “No es gente de nuestra comunidad la que avasalla”, dicen los trabajadores de El Cruce. “Se entran cuando la mesa está servida, imagínese usted, ofrecen derecho propietario mejor si la propiedad está sobre la carretera y cerca de alguna población, así ellos se dedican al comercio para abrir quioscos y vivir de la venta de refrescos, comida, pero se deja de producir la tierra”, dice Sara Cruz Claros. Ella vive en San Antonio de Junte. Se declara fundadora del pueblo. Fue detenida por la muerte de Franklin Delgadillo, cuando se produjo un enfrentamiento el pasado mes de marzo entre pobladores y avasalladores. Fue puesta en libertad tres días después al no haber pruebas de su participación en este hecho.
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“Estamos perdiendo la oportunidad de ofrecer futuro, produciendo los alimentos que son tan necesarios, más bien se nos atropella, se nos denigra, se nos acusa de la muerte de ese muchacho, cuando lo que único que hacemos es trabajar”, dice. Confiesa que sus manos callosas “que no son de una doncella” lo único que han hecho todos estos años ha sido trabajar en el monte. Una labor dura que se extiende durante toda la jornada. Cuando llegamos a San Antonio del Junte y preguntamos un par de veces por ella, los vecinos nos atendieron amablemente indicando la casa que se encontraba vacía. Más tarde, la encontramos en el campamento. Nos atendió con una mirada franca, la que por lo general tienen todos los habitantes de estas tierras.
Ella no desconoce ninguna de las tareas del campo. Por eso entiende que si se quiere producir hay que poner dinero. Que cada grano cuesta y que la maquinaria que está detrás de ella parada hace semanas por el avasallamiento no se mueve con agua. Y sí que es orgullosa; al declararse fundadora natural de la población, también entiende que es un trabajo mancomunado. Nadie podría ir muy lejos solo. Su anhelo es que vuelva la calma con la que creció. “Nadie puede seguir las pisadas de uno, esa gente es podrida”, contesta cuando se le pregunta qué sintiíó cuando una patrulla de la policía la llevó detenida. “Lo que pediría es que podamos estar en paz andando tranquilos y trabajando. Este pueblo ha sido dinámico, alegre, lleno de esperanza, cada uno sale de sus casas con ese rol de trabajar en su chaco”.
“Es tan extenso el territorio que quizá nos estén invadiendo nuestras Tierras Comunitarias de Origen (TCO). Si de ellos dependiera nos robarían el aire y del agua que vivimos” – Pobladores guarayos
También hablamos con Benito Fushimoto, él trabaja 10 años en el campamento de El Cruce. Él también fue detenido acusado de la misma muerte y puesto en libertad sin pruebas por la autoría del caso. “Estamos preocupados porque los avasalladores nos intimidan. Esto se ha convertido en un problema, toda mi familia tuvo que esconderse, ellos decían que iban a venir a quemar nuestras casas. Nosotros seguimos, no hemos abandonado nuestras fuentes de trabajo”. Benito afirma que la propiedad estaba produciendo 5 000 hectáreas de arroz hace 12 años atrás, beneficiando a 500 familias entre jornaleros y trabajadores fijos todos con sus beneficios sociales. El también opina que el rotulo intercultural que usan los avasalladores no es correcto. “Los interculturales los han desconocido”, afirma. “Esta situación genera mucho perjuicio, han bloqueado la carretera una semana de pérdida de nuestros productos en plena cosecha. “Cultivar la tierra no es así nomás, la agricultura no es lo que se piensa, hay años que se gana otros que se pierden también, hay que pagar agroquímicos, usted sabe”.
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Dat0s intentó hablar con el fiscal que investiga la muerte del muchacho Delgadillo y que debería informar sobre la violencia empleada en la invasión a las propiedades en la Provincia Guarayos. Pero el fiscal Cisneros no se encuentra en su oficina y no atiende el celular.
Entrevista a Sara Cruz (Cacique): “Queremos trabajar con tranquilidad”
A diferencia de otras propiedades avasalladas en la Provincia Guarayos, El Cruce se encuentra en litigio bajo custodia de Dircabi, la Dirección de Bienes Incautados, es decir, debería estar precautelada hasta que la justicia defina su situación legal. Indistintamente, recorriendo la carretera Santa Cruz – Beni se observa la magnitud de los avasallamientos. Sus ejecutantes siembran un palo con la bandera de Bolivia y al lado la Wipala, dando a entender que se trata de un movimiento reconocido por los indígenas y sus organizaciones matrices. Ya varias se han pronunciado indicando que no son sus afiliados. Quien explica este hecho no es un juez, ni un fiscal, ni la policía. No responden y si lo hacen es para tirar la pelota a terreno ajeno.
Quien sí se muestra ante la lente de dat0s es una mujer curtida por el sol, la alegría y la tristeza.
¿Cómo se llama? Sara Cruz Claros.
¿Tiene usted familia? Si mis hijos.
¿Cuántos hijos tiene? Siete hijos he tenido en la vida.
¿Está preocupada por la vida de sus hijos? Si, por eso desde que amanece desde las 4 de la mañana hay que traer el pan. Yo soy padre y madre para mis hijos y como campesina y boliviana trabajo con medio mundo macheteando, roseando la tierra.
¿Qué más le preocupa de la situación en la comunidad en la que vive? Ahorita me preocupa que gente de otro lugar se está aprovechando para servirse donde las cosas ya están hechas, donde no les ha costado el sudor a ellos. Los que hemos sufrido días lluviosos, soleados, de tristeza, de sonrisas, no estamos aprovechando eso. Otra gente se ha venido usando un pueblo reconocido en el que vivo. Esta no es una comunidad avasalladora, es una comunidad que se ha levantado con la frente alta, sin sacar plata falsa a nadie.
¿Y ahora que esto está ocupado, la cosecha se puede perder, eso no es bueno? No es bueno porque cada grano que usted invierte cuesta plata, un flete nomás hasta aquí de Santa Cruz es un transporte de semilla es un platal y de esta gente que quiere abusar porque no saben lo que cuesta; se aprovechan de la situación. Nuestra preocupación es que los que hemos trabajado con sudor, levantándonos a las 4 de la madrugada para que la semilla y la fruta sea producida, para que otra gente venga y nos impida trabajar.
¿Estas tierras tienen un dueño? Claro, porque si no las sembraran estuviera monte; esto ya está todo desmontado, despejado. Esto no es charla, aquí hay evidencias de que se ha sembrado y cada gota de diésel cuánto cuesta, cada movilidad que se mueve no es con agua.
¿Y qué opina de los verdaderos dueños de estas tierras? Cuando esta empresa se levantó, yo diría que todo el pueblo se benefició porque se creó un sindicato y se trabajó, hasta ahora estamos queriendo trabajar.
¿Cuántos años que usted trabaja aquí? La fundadora de aquí les diría con la verdad en la boca he sido yo porque cuando llegué aquí no había nada, todo era tierra.
¿Qué quisiera? Deseara que vuelva la tranquilidad y se trabaja como se estaba trabajando claramente y en armonía, sin engaños, sin estafa y llevemos el pan a nuestras casas, yo deseara que lo que queremos es tranquilidad.
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