Seríamos ciegos si no veríamos los cambios que se están generando en nuestro país. Seríamos parte de una pequeña Bolivia aislada en el siglo pasado. El conflicto ocurrido las semanas pasadas en el sector salud ha producido después de mucho tiempo una reacción en el cuerpo médico que desde hace varias décadas ha venido siendo solidario con todas y cada una de las reformas en salud; desde el seguro de vejez hasta el seguro universal, volviéndose el cuerpo medico cómplice de implementar estas coberturas sin aumentar la capacidad instalada en los hospitales.
Es que nos enseñaron a trabajar con lo que tenemos resolviendo con poco la gran mayoría de las patologías. Nos formamos en crisis y nos desenvolvemos en crisis. El perfil del médico boliviano es así, un medico solidario. Hasta el SOAT se mantiene barato porque nos pagan la mitad del arancel que por ley nos corresponde, somos conscientes de que este seguro ayuda a muchos bolivianos y bolivianas y les proporciona dignidad en momentos de sufrimiento y angustia cuando ocurre un accidente.
La actitud del actual Gobierno es criticable. No ha respetado la identidad del médico boliviano, está identidad se ha ido transmitiendo de generación en generación, acompañando la revolución boliviana en silencio solidario. Somos también parte incuestionable de este proceso. La carrera de medicina es dinámica. Comienza en la universidad, continua en los hospitales y sigue durante toda la vida profesional. Dentro de la profesión existen niveles, existe implícitamente mandos; los médicos de atención primaria se supeditan a los especialistas de segundo nivel y estos a los subespecialistas de tercer nivel. ¿Quiénes están en qué nivel y por qué? La mayor de las veces por propios meritos, sacrificio y saber aprovechar las oportunidades que se presentan. El estudio y auto superación son en esta carrera esenciales para pasar de un nivel a otro, casi como en el ejército existe cierta cadena de mando al que nos supeditamos, si no sería un desorden total.
Se ha tratado de romper con este ordenamiento milenario imponiendo mandos que van en contra de la esencia misma de esta profesión. Todos los niveles son vitales para un buen funcionamiento del sistema de salud.
La cumbre convocada por el Gobierno es muy importante para el futuro de nuestro sistema de salud, de ella emanará un mandato al que probablemente debemos subordinarnos. Los participantes deben ser los más idóneos porque con la salud no se juega. A la salud no hay que ponerla en juego, ya sea para satisfacer demandas sectoriales aisladas o para adornar una victoria circunstancial y egocéntrica en una pulseta de poder a la que estamos acostumbrados a vivir los últimos años. La sociedad boliviana está en deuda con el sector salud. Como dijimos, este sector ha venido sacrificando sus propias conquistas y reivindicaciones sociales desde hace varios años con cada Gobierno de turno respaldando el desarrollo social de nuestro país a pesar de no contar con un soporte económico sólido.
Es momento entonces de reconocer este sacrifico, ahora es cuando el Gobierno de cambio debe obrar de acuerdo a sus preceptos de justicia social e igualdad de trato para todos. Los médicos deben ser tratados de acuerdo a la las leyes vigentes. Se les deberá reconocer entonces sus horas extras, su trabajo nocturno, los días feriados y festivos así como el incentivo por ejercer la docencia. El médico al curar enseña, el paciente es el verdadero texto en el que se aprende, no se puede ejercer la medicina sin enseñar. Miles de médicos en Bolivia practican la docencia sin percibir un solo peso, lo hacen por vocación. Es momento de que el Estado se preocupe y comience a incentivar económicamente esta actividad. Deberá entender que no hay docencia sin paciente y que los mejores centros de salud en el mundo sean capitalistas o socialistas son docentes asistenciales.
Se podría seguir escribiendo y debatiendo aspectos técnicos durante días y días. El sector salud es diferente, el Gobierno tendrá que considerar la identidad del médico y del trabajador en salud para establecer un dialogo horizontal. Este sector tiene las manos limpias, una sólida historia revolucionaria lo que le va a permitir negociar de igual a igual y con la frente en alto, defendiendo su identidad y sobre todas las cosas el libre ejercicio de la profesión.
Como meta común mejorar la calidad de atención, denunciar permanentemente los errores en la administración para no ser cómplices de la ineficiencia que lo único que hace es aumentar la carga de trabajo a este sector por demás sacrificado. Las ocho o seis horas es un tema que ha pasado a un segundo plano, luchar por mayores recursos económicos hacia este sector es la prioridad de todos los bolivianos. Este será el verdadero triunfo de esta cumbre.