Periodista de profesión, Iván Arias, ha tomado la iniciativa de salir a las calles con un micrófono de entrevistador para ejecutar todo lo contrario de las respuestas que recibe de sus entrevistados.
El alcalde Iván Arias se ha convertido en el periodista sordo de La Paz. Se toma la ridícula tarea (no le interesa la opinión de los paceños) de salir a recorrer las calles de la ciudad con un micrófono en mano, haciendo oídos sordos al clamor de los vecinos que le han pedido en todas las formas posibles que la bicicleta no va en la ciudad. Desoyendo la opinión de sus múltiples entrevistados (igual sin importarle las respuestas todas de un “no” rotundo) se ha dado a la tarea de hacer una ciclovía inútil por las calles de la zona sur.
Arias no mide sus decisiones y las consecuencias caóticas y el impacto de sus acometidas sordas. En todas las entrevistas (ejerciendo su profesión en la que ostenta medio rabo, urbanista no es, arquitecto peor, tampoco) todos sus entrevistados señalaron que construirla era un error, pero tercamente se empeñó en llevar adelante la obra.
Impuesta la decisión en el secante autoritarismo que lo caricaturiza paso a otra: una de sus correligionarias políticas reveló la intención del gobierno municipal de regularizar las construcciones ilegales ¡¡¡Bravoooo!!! Habría verdaderamente que aplaudir la medida que llega tardíamente. Gran parte de las construcciones en La Paz presentan observaciones, exceso de plantas; falta de estética y ética; las edificaciones no respetan las áreas verdes que han convertido a La Paz en un enmarañado desalineado de edificios ensombrados. Sanciones pecuniarias es lo que busca el alcalde periodista.
Qué más se le puede pedir a Iván Arias que se ha tomado cinco meses en devolver un puente que quedó destruido tras la riada de junio que estuvo a punto de arrancarlo de cuajo por el que a diario circulan estudiantes de los turnos de mañana y tarde de los planteles educativos (Santa Rosa y La Salle). Un desbordado Alcalde priorizó el asfalto en algunas calles sin monitorear la seguridad de los transeúntes.
Nadie como él periodista Arias ha impuesto sus propias reglas.