Nacionalización vs. Capitalización. El último adiós a Villegas

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El aporte de Carlos Villegas a YPFB

 

La enfermedad le jugó la peor pasada de su vida. Carlos Villegas había desarrollado un exitoso esquema productivo al frente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), hasta que un cáncer terminal cegó su vida cuando todavía le quedaban por poner a andar varios proyectos del modelo que vertiginosamente puso a la compañía entre las 500 mejores del planeta. Una tarea nada sencilla. Se considera que la actividad petrolera es una de las más competitivas del mundo en la se juegan cientos de millones de dólares. Villegas desafió esas asimetrías  y no sólo que estaba ganando la apuesta, sino que como padre del modelo Comunitario Productivo que desarrolló junto al ministro de Economía Luis Arce en horas interminables que les costó largas noches de sueño, había contribuido en gran manera al crecimiento que sitúa a Bolivia entre los países de América latina con mejor desempeño económico. Por eso, la noticia de su fallecimiento afectó visiblemente en las huestes oficialistas.

Uno de los homenajes en vida se lo había expresado abiertamente el ministro Arce en una entrevista que sostuvo con dat0s el pasado mes de diciembre. Arce dijo en esa oportunidad que Carlos Villegas era el gran gestor del nuevo modelo económico. Ambos habían germinado el Programa de Gobierno del MAS que sustituiría el “neoliberalismo económico”. La semilla del cambio. Hace poco menos de 20 años, YPFB había sido anotada entre las empresas estatales que debían ser capitalizadas por su mala administración. El argumento del que se valió la salva de artificios de la Ley de Capitalización aducía que los bolivianos no sabían administrar sus empresas estatales. También, que necesitaban el know how de compañías extranjeras sin cuyo aporte moriríamos en el intento.

La entrega de YPFB a la voracidad extranjera

Parte de esta historia fue contada por dat0s en 1994. “Funcionarios de la estatal del petróleo de Bolivia y ejecutivos de la norteamericana ENRON se juntaron en Brasilia a firmar contratos lesivos a los intereses del Estado boliviano”, decía el encabezamiento de una nota publicada en la edición número 57. “El 13 de julio de ese año la presidencia de YPFB y ejecutivos de la otrora poderosa ENRON, suscribieron en territorio brasileño un “memorándum de entendimiento” alentando un contrato de riesgo compartido que estipulaba el desarrollo, financiamiento, construcción y operación de un gasoducto para el transporte de gas natural de Bolivia a Brasil. La compañía estadounidense se comprometía entregar US $10 millones para desarrollar el proyecto, pero el dinero nunca ingresó a las arcas del Estado boliviano. En esa misma edición denunciamos que la penetración de ENRON provocó un daño económico de US $130 millones.

Pero fue recién a comienzos de este siglo que explotó una de los peores escándalos de corrupción que arrastró a la cárcel y a los tribunales de la justicia a varios ejecutivos de la compañía norteamericana. Hasta entonces, ENRON se había valido de la inteligencia y la sagacidad de sus audaces funcionarios para cometer estafas en varios niveles y en diferentes países. Un informe sobre el proceso de Capitalización establecería que ENRON “es el origen de un sistema de debilitamiento del Estado boliviano”. En 2004, autoridades estadounidenses descubrieron que los libros de la petrolera estaban sobrevaluados. La intervención de la reserva federal a las cuentas de la compañía develaría en la época uno de los mayores fraudes financieros, calculado en US $40.000 millones.

El nuevo rostro de YPFB

La historia viene a cuenta del nuevo rostro que Carlos Villegas construyó a la cabeza de YPFB. Es probable que su muerte se lleve muchos secretos a la tumba, pero entre las horas que transcurrieron desde su muerte el sábado 24 en una clínica de Chile, hasta la llegada de sus restos mortales al país, la narración que se escucha en las calles del personaje alimenta su excepcional aporte al proceso de transformación de la estatal del petróleo de Bolivia. La plana mayor el Ejecutivo se dio cita a las exequias fúnebres de Carlos Villegas, además de altas autoridades nacionales y de ambas cámaras legislativas;  destacaron los esfuerzos del presidente por sacar a flote a YPFB de los altibajos cíclicos que ensombrecieron su pasado.

Su muerte es una reafirmación tras ocho años de nacionalización, la construcción de dos plantas separadoras de líquidos: Río Grande y Gran Chaco; la instalación de la Planta de Licuefacción de Gas Natural Licuado (GNL, también en Río Grande), además del inicio de la construcción de la Planta de Amoniaco y Urea (fertilizantes, en Cochabamba) abanderan la industrialización del gas bajo la administración del Estado boliviano, con una inversión global que supera los US $1.800 millones.

Todos quienes recuerdan esta importante tarea, dijeron que el verdadero homenaje al “compañero Villegas” es cumplir su sueño para la industrialización de los hidrocarburos.

Algunos datos para tomar en cuenta

Según datos de YPFB, la producción programada para 2015 en la Planta de Río Grande (en el departamento de Santa Cruz) es de 126.200 toneladas métricas día de Gas Licuado de Petróleo (GLP): el 50% para abastecer el mercado interno y el otro 50% destinado a la exportación.

La puesta en marcha de la Planta de Río Grande, en mayo de 2013, permitió a Bolivia dejar de enviar “gas rico” a Brasil. La planta separa los componentes del gas natural para exportar sólo el metano requerido por ambos países y dejar el resto para el beneficio de la industria petroquímica boliviana.

Río Grande tiene capacidad para procesar 5,6 millones de metros cúbicos día (MMmcd) de gas natural y producir 361 toneladas métricas día de GLP, 350 barriles diarios de gasolina estabilizada y 195 barriles día de gasolina rica en isopentano.

La Planta Separadora de Líquidos de Gran Chaco, en Tarija, es 6 veces más grande que la de Río Grande y la tercera con mayor capacidad de producción en Sudamérica. Su construcción fue concluida y las operaciones de prueba comenzaron el pasado 10 de octubre.

Construida en más de 74 hectáreas, Gran Chaco procesará 32,2 MMmcd para producir 2.247 toneladas métricas día de GLP y 3.144 toneladas métricas día de etano, además de 1.044 barriles de isopentano y 1.658 barriles diarios de gasolina natural.

Entretanto, la Planta de Licuefacción GNL, en Santa Cruz, permitirá llevar gas natural a regiones donde es imposible ingresar con gasoductos convencionales y entregar el energético por redes para uso domiciliario y comercial.

La Planta de GNL fue inaugurada el pasado 26 de septiembre y en una primera etapa beneficiará a 27 poblaciones intermedias, entre ellas las ciudades capitales de Trinidad (Beni) y Cobija (Pando).

El GNL es el gas natural en estado líquido, procesado para ser transportado a presión atmosférica y -161ºC reduciendo su volumen en 600 veces para llevarlo en cisternas especiales hasta poblaciones de difícil acceso geográfico.

Respecto a la industria de fertilizantes, el Gobierno boliviano financia con recursos propios la construcción de la Planta de Urea y Amoniaco en Bulo Bulo, Cochabamba, con una inversión de 862,5 millones de dólares, la inyección más alta registrada en la historia económica de Bolivia.

Los fertilizantes obtenidos en esa planta proveerán nitrógeno a los cultivos de soja, maíz, arroz, papa, girasol, trigo y caña de azúcar, entre otros, además mejorarán la calidad de los productos agrícolas.

El 20% de los fertilizantes de la Planta Amoniaco Urea servirán para mejorar la agricultura del mercado interno y el 80% será exportado a países de la región, de acuerdo con proyecciones de YPFB.

Construcción de las factorías de Etileno Polietileno y de Propileno Polipropileno, proyectadas hasta el año 2022, en lugar aún a definir.