La sequía, heladas y granizo agravadas por efectos del cambio climático y los fenómenos de El Niño y La Niña afectan la producción agrícola y ponen en riesgo la seguridad alimentaria en el país, hay productos que dejan de sembrarse, se reduce la producción por temor a las pérdidas y otros son reemplazados, coincidieron agrónomos y ambientalistas. La situación se agrava con la quema de bosques que repercute en la reducción del agua y la expansión de la mancha urbana que resta áreas de cultivo.
Reducción de cultivos
Para el coordinador del Programa Metropolitano de la Fundación Agrecol Andes, Alberto Cárdenas, la inseguridad alimentaria se evidencia en la reducción de la producción. Este año, el calendario agrícola se retrasó por la falta de lluvias y una de las consecuencias fue, por ejemplo, que se dejó de sembrar maíz morado en el valle alto cochabambino. “No se pudo cultivar dentro del calendario agrícola y hay desfase”.
Las lluvias de septiembre se prolongaron y se concentraron en febrero, ocasionando gran daño a los cultivos; aparecieron enfermedades que dañaron los cultivos.
Sobre el tema, el director del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) de Cochabamba, Heber Araujo, señaló que los más afectados son los productores campesinos que abastecen el 62 por ciento de los alimentos. “La reducción de la producción tiene efectos en el consumo de los alimentos y, por ende, en la seguridad alimentaria”, explicó.
Sustitución de productos
Cárdenas señaló también que el cambio climático incide en la sustitución de los productos cultivados. En el Altiplano ya no se cultiva la papa amarga, que es usada en la elaboración del chuño, porque la temperatura cambió y hay menos frío, pero contrariamente ya puede plantarse durazno, que es propio de los valles.
Añadió que los incendios forestales son un problema que agrava el desequilibrio climático porque se reduce el bosque y hay menos recarga de agua. “Se pierden millones de hectáreas de árboles por los incendios; no se los repone, se los reemplaza por cultivos de soya y maíz”, lamentó.
Otro problema es que se anuló la vocación agrícola en las ciudades por la expansión indiscriminada de la mancha urbana. “Ya no hay infiltración del agua porque todo es cemento”, explicó.
Araujo explicó que la producción más afectada es de hortalizas, cereales, frutas y papa.
Agricultura familiar
Cárdenas explicó que se garantiza la seguridad alimentaria con la agricultura familiar; por lo tanto, debe ser potenciada desde todos los niveles de Gobierno y no sólo por las entidades no gubernamentales. “El 70 por ciento de la agricultura es familiar, el resto es agroindustria destinada a la exportación”.
Sobre el tema, la directora nacional de Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca), Pamela Cartagena, señaló que de acuerdo con una investigación realizada por la institución hay 871 mil unidades productivas que generan el 61 por ciento de alimentos de consumo, el resto viene de la agroindustria. “Por lo tanto, las políticas deberían volcarse a estas unidades que enfrentan tantas dificultades para producir”, señaló.
Cartagena coincidió con Cárdenas en sentido que el cambio climático acrecentó las pérdidas de los productores que sólo reciben atención a las emergencias. “No hay una política de fomento a la productividad”, señaló. Aclaró que no sólo están golpeadas las comunidades del altiplano y del valle, también las tierras bajas de la Amazonía, la Chiquitanía y el Chaco donde producen granos y frutos que están siendo marginados porque no están en las cadenas de valor.
Sequía
La sequía afecta a Bolivia desde 2023, pero los últimos días golpeó al menos a cuatro municipios de la zona andina de Cochabamba y a tres de la Provincia Velasco, en Santa Cruz.
En Cochabamba se trata de Arque, Tapacari, Tacopaya y Bolívar. Arque se declaró como zona de desastre ante la falta de agua, tanto para el consumo como para el riego, señaló Franolic Huanca, representante de la mancomunidad de la zona andina.
En Santa Cruz, el Consejo de Desarrollo de la Provincia Velasco declaró emergencia por sequía en los municipios de San Ignacio, San Miguel y San Rafael. En las comunidades de Santa Rosita de Lomerío, San Juan de Lomerío, San Pedro de Capacho, Santa Anita de Lomerío y San Rafaelito de Lomerío no hay agua para consumo y el ganado muere de sed.