Soledad Chapetón, tarea pendiente

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LA ALCALDE ELECTA POR LA CIUDAD DE El Alto derribó el mito de la imbatibilidad de las organizaciones sociales alteñas que en las jornadas de Octubre de 2003 tumbaron al Gobierno de Goni y dos años después apuntalaron la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia.

“Sole” tuvo la capacidad de volcar simpatías en las elecciones subnacionales, lo que representó un duro revés para el ofi cialismo que daba por descontado que su bastión electoral seguía enardecidamente de pie.

Cuando le preguntamos qué opinaba de exitosas mujeres en política; Dilma en Brasil, Bachelet en Chile, Cristina en Argentina y Merkel en Alemania tuvo una respuesta congelante. Sólo atinó a decir que “le parecía importante que la mujer participe en la toma de decisiones”.

No es un dato menor porque detona un elemento visible como el éxtasis que provocó entre sus enfervorizados simpatizantes que vivaban su nombre el día de su elección. A Chapetón le sobran atributos pero le falta desprenderse del temor de vivir en una ciudad donde los extremos son el pan de cada día.

La combativa urbe alteña decidió respaldar una pieza clave para encarar los siguientes pasos en la estrategia de cambio. El resultado -Chapetón ganó con el 54% de los votos- modificó el germen del “proceso de cambio”, pero hasta ahora la “Sole” no ha podido desprenderse del efecto por el que ha sido elegida; se mantiene presa entre los elogios y la actuación de la que hasta ahora ha evitado salir a actuar en

diferentes escenarios. Le han reservado por ahora el papel de un extra en la política.