Chonchocoro (antes y después)

Por Carlos Rodriguez San Martín
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Chonchocoro
Foto: ABI

Las trifulcas en las cárceles son lo menos, o sea, lo más posible es que lleguen a convertirse en matanzas. Pueden llegar o no suceder. No es que ahí adentro estés a salvo, lo saben quiénes pasaron momentos de prueba en una cárcel. Lo ocurrido en Chonchocoro el pasado fin de semana, no es nada cerca a los amotinamientos de presos en Ecuador (recientemente) o las que ocurren en Brasil, comúnmente. Los niveles de peligrosidad en las cárceles de Bolivia están lejos de llegar a situaciones sin salida. Y eso menos mal o más bien.

Lo de Chonchocoro (del pasado fin de semana) ha sido una pelea entre detenidos, con heridos, cierto, en la que no se tuvieron que lamentar muertos o extremos de violencia mayores.

Todo esto viene a colación por las múltiples noticias suscitadas tras el hecho; el reclamo para el traslado del gobernador (hoy ex) Luis Fernando Camacho, a pesar de haber logrado una votación con la que debía estar gobernando tranquilamente instalado, pero algo salió mal y acabó detenido en Chonchocoro. Las noticias afirman que Camacho fue evacuado a la gobernación de la penitenciaria de máxima seguridad, donde tampoco su vida estaba a salvo, (volvemos a que en una cárcel pueden producirse situaciones inesperadas de violencia). Es lo que es. Ese día, siempre de acuerdo a la media, el detenido en cuestión, es decir, LFC, habría estado acompañado de su esposa y su hijo menor de edad. El objetivo de la gresca claramente no era Camacho, ya que de haber sido no estaríamos contando esta historia.

Su traslado a otra cárcel ha pasado por varios filtros y ahora vuelve a colación. En su momento en el mismo lugar pasaron años los hermanos García Linera (ambos) acusados de alzamiento armado y terrorismo junto a Felipe Quispe Huanca (alías el Mallku), integrantes del EGTK. Desde que ingresaron hasta su definitiva liberación transcurrieron cinco largos años. Ninguno estuvo plenamente convencido de que se encontraba a salvo. García Mesa fue otro de los reos que pasó en esa cárcel, en un ambiente semiseparado (no del todo) de la población penal. Se puede decir que todos ellos han sido presos políticos, aunque a su turno todo régimen lo niegue. Por ese motivo nadie puede garantizar su traslado (el de Camacho a otro centro de reclusión), pues ninguna cárcel ofrece condiciones de seguridad absolutas; el argumento esgrimido para solicitar su traslado es que su vida corre peligro, así es infelizmente, ya que en algún momento la situación particular de cada uno de ellos hizo temer cierto nivel de violencia.