Desistir para morir y ser libre
Hugo Chávez ha desistido recién cuando ha muerto. El Papa Benedicto XVI ha desistido aun vivo. Barcelona, por primera vez en su historia desiste de sus principios y sus tradiciones y decide poner el logo de su auspiciador en sus camisetas. Los tiempos oscuros están presentes. Habrá mas despidos y muchos comenzaran a desistir, en el ámbito político, económico y social. Cada uno de nosotros tiene algo por lo que debe desistir: algún principio que no lleva a ningún lado, alguna creencia que nos asusta y nos tiene desesperado; un amor del que se debe desistir en vez de mantenernos en la ilusión y buscar el renacimiento. Desistir de una idea que nos podría salvar; quién fue que dijo: “recién cuando sabes que no hay nadie quien te pueda salvar, comienzas a ser un hombre de verdad”. Es hora de desistir de convencer a otros de que usted tiene la razón. Desistan de todos los intentos de convencer a otros que lo entiendan. Siempre habrá muchos que se esforzarán por demostrar que usted está equivocado y otros que pensarán lo opuesto. El ser humano comienza a ser libre de verdad recién cuando se despoja de sus deseos de ser comprendido y se libera de su necesidad de ser aceptado por el mundo que lo rodea. Logrando despojarse de eso el ser humano le quita a este mundo el poder de calificar y tomar la decisión de hacerlo ganador o perdedor, según sus criterios mundanos. Saramago dice: “aprendí a no tratar de convencer a nadie”. Tratar de convencer es una falta de respeto, tratar de convencer a alguien es querer colonizar. Sin embargo, el escritor no dice que ha desistido de escribir ni que ha desistido de sus pensamientos.
Desistan de todo lo que le exige la aprobación de otros, el respeto de otros, el amor por otros, donde el amor está ausente, claro. En el momento que desista usted no desistirá de sí mismo. Es más, volverá a sí mismo en una pausa que vale la pena, de la misma manera como, por ejemplo, respetar la muerte como el más digno enemigo del hombre. Una muerte metafórica la necesitamos todos ahora. Que muera nuestro ego para poder dar lugar a un nuevo nacimiento y una plena libertad. El precio de esta plena libertad es el desistimiento del carcelero que mora dentro de cada uno de nosotros. Este desistir se debe entender como un paso estratégico y no como una derrota.
Charles Bukovski nos dice: … “la gente está destruida por la eterna carrera de competir, se esconde detrás de sus costumbres, sus intereses son los intereses de una manada. Los seres humanos están sin vida porque no tienen capacidad de hacer una pausa, anularse, vaciarse y olvidar lo que han aprendido; aclarar su mente… Escuchen su risa vacía y aléjense de ellos….”.
La ilustración fue tomada del libro “El silencio del agua” de José Saramago