El caballito de Troya

Carlos Rodriguez San Martín
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Asfi
Foto: La Razón

Ayer, la Autoridad del Sistema Financiero (ASFI) salió de su madriguera fijando regulaciones sobre la cotización en alza descontrolada del dólar ante un angustiado sector financiero que acaba siendo el rasero de las medidas para imponer un supuesto orden ante el caos reinante, aunque las consecuencias están por verse; la poca pulcritud y ninguna explicación razonable de lo que está pasando con el dólar, la ASFI NO PLANTEÓ ni resquicio de alguna solución, mientras algunos desubicados piden el blue boliviano (al estilo argentino) que es vox populi en la población. Otro arco de lo confundidos que están todos.

Ayer, sucedió lo increíble, la presidenta de la entidad se mandó un comunicado al típico estilo Yul Brynner (actor estadounidense de origen ruso) para asustar a quienes excedan la confianza de los depositantes, regulaciones transitorias (podrían durar horas, quizá minutos o meses) para envíos y castigos tormentosos para los infractores.

Eso en medio del alza incontrolable de la divisa norteamericana (reconocida oficialmente) a partir de la frustrada intentona golpista del pasado miércoles 16 (uno de sus más terribles efectos y la caída de la popularidad del jefe de Estado). O sea, todo lo contrario del objetivo como todo lo que estamos acostumbrados a presenciar. Mientras las grandes fortunas del régimen trasladaron sus billetes verdes a España en medio de un sigiloso “lentes oscuros” en la noche para ver todo desde otra órbita galáctica. ¡Sálvese quien pueda!

El caballo de Troya de la batalla se llama ASFI ante la increíble y poco usual desaparición de las principales autoridades del Banco Centra de Bolivia (BCB), que deberían dar “tres pasos al frente”; acaban encontrando una cabeza de turco; amortiguar la caída que provocará un rebrote del mismo efecto del fallido “golpe de Estado”. Que la paguen los bancos, que la paguen las casas de cambios y algunos otros desequilibrados emocionales que están descomponiendo la estabilidad financiera, además de los golpistas del modelo de la industrialización que avanza desorbitadamente (es decir a ningún lugar).