El mea culpa por la falta de éxito en el Gobierno transitorio de Añez

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Foto: ABI

El ministro de Obras Públicas ha declarado que la culpa es de ellos. Es decir, la culpa de la derrota electoral del pasado domingo, responsabilidad de quienes insuflaron la candidatura de la presidenta transitoria. Hay al menos en el gabinete quien acude al análisis descarnado para dejar de seguir sembrando dudas por el fracaso. Los periodistas que hasta el jueves -antes del silencio electoral- vociferaron contra la corriente masista que según ellos no tenía la mínima posibilidad de ganar, se refugian en el formulismo de la libertad de expresión. Los editorialistas de primera línea piden cordura y se la juegan para hacer entender que se debe aceptar el resultado. De inmediato el irracional ministro de Gobierno se vuelve racional. Dice que no permitirá desordenes y gritan las pititas: Nadie se Rinde, señal de fracaso.

Salvando al ministro Arias, el resto se debería estar preguntando cuál ha sido la clave del extraordinario éxito electoral del MAS. El paroxismo del dilema sobre la esencia del resultado expresa que los 14 años han permitido construir una visión sobre el Estado y el mercado tan opuesto que representan las élites que perdieron la oportunidad teniendo en sus manos; quizá corresponda ahora -debieran preguntarse – a estructurar una posible explicación.

No alcanzan a ver la dimensión nacional. La causa irreductible no reside en si puede un demócrata ser simultáneamente masista o si un masista puede ser demócrata. Para Víctor Paz Estenssoro había derrotas que contenían grandezas. En el Gobierno transitorio se encuentra el nudo gordiano de ser masista: la necesidad de éxito. El MAS estuvo en el poder el momento justo. A la inversa debe aplicarse con el Gobierno saliente. El caso explica la declaración del Ministro de Obras Públicas. “Fue un error hacerla candidata a Añez”, dice. Combatieron a no dar más la pandemia, defendieron la justicia social tanto o más que el propio MAS, pero no supieron tener éxito y se cargan una derrota amarga que les va a doler hasta los huesos. Era lo que había que tener en el momento que se necesita.