Hablando al dispositivo mucho antes del ChatGPT

Ricardo Mikio Obuchi Ugarte
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IA chatgpt

Recuerdo que cuando era niño mi papá me llevó una tarde a su oficina, fue ese día en el que conocí a la primera computadora que vi en mi vida (¿o quizás fue en otro lugar? No recuerdo bien). Cuando me senté frente a aquel aparato el universo para este yo niño se podría resumir en un teclado tipo máquina de escribir (la marca era Atari), una caja rectangular para el diskette y un televisor de esos con dial de matraca a modo de monitor.

Un montón de ideas se agolparon en la cabeza; estaba frente a aquel legendario dispositivo, mismo que en mi imaginación infantil cobraba varios nombres: Karr y Kitt (del auto fantástico), Teletraan I y Vector Sigma (en los Transformers), Max Headroom (en la serie del mismo nombre). Todas las computadoras que tenían mucha información y con ellas, tenían todas las respuestas, recuerdo que ignorante del funcionamiento real de aquel dispositivo pregunté en la consola DOS sobre los otros componentes químicos de la atmosfera, pero nunca respondió.

Este año salió en este mismo medio (dat0s) un artículo que me llamó muchísimo la atención ya sea por la idea o por el nombre que invoca en el título: «Jorge Carrión: “Los algoritmos escriben mejor que Paulo Coelho”. Quien diría que más allá de la antipatía que dicho nombre me provoca, los juguetones espectros de mi niñez moraban en ese artículo, bajo un nombre diferente: ChatGPT. Después de leer el artículo, mi curiosidad despertó, quería leer el dichoso libro: ¿Cómo escribirán la IA? ¿Frente a qué me encontraré? ¿Qué tendrán que decir? ¿Se establecerán como un otro? ¿Qué tipo de otro será? En fin, quien me lee conoce mi dinámica de preguntas.

Sin embargo, frente al libro, que tan amablemente ha aportado para esta serie de escritos, me di cuenta de un detalle y no estaba frente a ningún Teletran I, ni a Max Headroom, ni mucho menos frente a la computadora de Superman III (con Cristopher Reves), estaba frente a una tecnología muy antigua, un libro, entonces ¿dónde estaba la inteligencia artificial? (más allá de los créditos: Jorge Carrion/Taller Estampa/GPT2 y GPT3)

Y es algo muy cierto, no estaba frente a una IA, estaba frente a algo más inquietante, estaba ante las palabras de la IA, quizás ante un pensamiento nuevo, quizas ante el pensamiento de aquel otro que buscamos de nuestro universo, menos en nuestra capacidad creadora, quizás esas legendarias máquinas de las caricaturas sean solo un presentimiento de la capacidad creadora del ser humano o una premonición de lo que viene. Ahora, simplemente, nos queda analizar sus palabras, sus ideas ¿o quizá no?