Internet chico infierno grande

Mikio Obuchi
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internet, acoso
Foto: Shutterstock

Estaba mirando un video en el que una novia decidió usar un vestido corto para casarse (minifalda), esto sucedió en Brasil. Más allá de las imágenes, me llamó la atención el modo en que muchos de los habitantes de la red empezaron a atacar esta decisión de usar un vestido corto, los ataques parecían ser a ciegas sin cuestionar los móviles de la decisión. Al final se trata de algo personal estén de acuerdo o no los internautas. Ahí me di cuenta de la inmensa cantidad de personas que juzgan lo que ven según su propia razón.

Es que ahora que la gran mayoría de la gente que tiene acceso a las redes y asumen el papel de voces autorizadas para juzgar e incluso imponer sus criterios. Cuando uno ve los comentarios de los distintos posts puede notar que hay gente que apoya, gente que condena y en el caso de la boda familiares contentos por la unión. Basta una opinión mala para que surjan quienes apoyan este parecer (o ¿será mejor asumirlo como ataque?)  Y acaso en este caso de la cancelación no surge una especie de autoridad ¿pero no es esta autoridad fruto de un sesgo? Es peculiar notar que lo que puede empezar como un debate se transforma en un duelo, es necesario pensar si ¿existe un debate? O simplemente un ego enaltecido por “tener la razón”.

Y me vuelvo a cuestionar: ¿Existe la autoridad? En un debate entre sordos la verdad muy difícil vislumbrar siquiera un moderador. Sin embargo, el problema es la “autoridad” que se forma a partir del apoyo (cualquier imagen coincidente con un linchamiento es mera coincidencia) y es que aquí todos juzgan a partir de lo que creen correcto y este juicio se ve refrendado por la similitud de pareceres, es decir si el apoyo se basa en una igualdad o similitud de opiniones pues es aprobado y surge una voz autorizada, es interesante ver como esta mecánica se ha vuelto pan de cada día en el internet, logrando influir incluso en decisiones creativas en películas, casi nadie espera la sorpresa que puede ofrecer el director, muchos menos juzgan a partir de sopesar posturas contrapuestas o simplemente distintas a las que están en juego.

Hasta ahora solo se puede ver una anatomía de la simplificación en favor de un premio, “tengo la razón”, esta mecánica viral es muy similar a esa idea de hacer negocio vendiendo lo que ya está establecido (se vende por que se conoce) o la figura mesiánica encarnada por la frase: “ser como… Cristo o el Che o Batman… ¿Ema Bovary?”, también se recurre a la idea de lo que “se podría llegar a ser” (autoridad o líder) romantizando una idea quimérica de meta que es la que para muchos autoriza y digo similar porque se asume una predominancia de parte del autorizado siendo la meta, el tener la razón. Pero: ¿esa meta soy yo o la tengo yo? Se suele decir que nadie sale de estereotipos, pero: ¿hasta dónde esos comportamientos son una meta y hasta donde son estados transitorios que afinan lo que uno es o posee? Pues: “ser Batman o tener la razón es lo importante” o no.

¿Quizás sea que para muchos la autoridad es acercarse a un estereotipo? ¿quizás nos hemos transformado en ese ser que ve imposible su idea de ser lo que se es? Son cuestiones que saltan a mi mente al redactar este texto; estas preguntas siempre se van a quedar cortas ante una realidad que aplasta y de la que solo queremos ver lo que nos conviene.

Al final de cuentas quizás la autoridad que buscamos no sea la que nos autoriza a ejercer un poder, quizás la autoridad sea sólo y el simple hecho de dudar para tratar de ajustarnos a algo que no sabemos y nunca lleguemos a conocer del todo… vivir tiene más de andar a tientas como ciegos que los pasos del ser que se apoya firme sobre la tierra o una estratégica combinación de ambos.

Finalmente: ¿El anonimato de esa virtualidad nos convirtió en juez, jurado y verdugo? (gracias Inti por prestarme esta pregunta), todos tenemos derecho a una opinión, pero debemos ser críticos con ella. Lo que es un hecho: Internet chico infierno grande … ¡Qué vivan los novios! Quien quiera que sean.