La reorganización de las actividades productivas, ha comenzado en un nuevo orden, en diferentes niveles y por distintos valores a los que conocíamos antes de la pandemia. Mientras el mundo vuelve a la normalidad nos encontramos con noticias tan aterradoras como el del imparable avance de la inteligencia artificial que puede todo sin sostén humano, sustituyéndolo en cambio y la insaciable voracidad de sus titanes que han adquirido un poder inusual. Las compañías de Silicon Valley se cotizan en un valor de mercado mayor al que habían dejado rastro tras la pandemia, es decir, la gente, todos, hemos caído presas de su voracidad amenazante en la que antes ocupaba preminencia el ser humano, sin discusión. Nuestra evolución como especie parece alentar días cada vez más lúgubres al lado de la insoportable transmisión de algoritmos que nos han encasillado en una especie de cárcel moderna –la prisión digital- que en apariencia ofrece un menú completo de distracción insoportable, mientras el humor se apodera de Meta, Google y todos ellos, los humanoides, vuelan apurados en la fiebre de la red que nos ha domesticado.
Las aspiraciones del hombre se han convertido en una línea fragmentada casi siempre por la evolución de la tecnología. A Twitter acaba de sustituirla Threads; quien hubiera imaginado algo así, una plataforma que en memos de una semana sumó alrededor de 10 millones de usuarios. Quien si no la tecnología se permite dictar las reglas de lo que sentimos, comunicamos y somos en términos materiales e inmateriales.
En esta edición dat0s ha querido encontrar valor a la innovación del arte que aún nos mantienen vivos e inexpugnables: escribiendo, diseñando, construyendo, sintiendo el papel y el olor a la tierra en la cocina y la pintura en las galerías de arte donde podemos encontrar el valor de un cuadro y congeniar. Todas estas actividades han adquirido un valor intrínseco que es bueno reconocerlo y recordarlo para no dejar de pensar que tenemos cinco sentidos e intuición, que no todo ha sido colocado tras las celdas digitales.
El fin de la verdad
La revista Deir Spiegel titula en una de sus ediciones de julio Das Ender der Wahrheit (El fin de la verdad en traducción libre) con las fotos de portada del ex presidente de EEUU Donald Trump vestido de reo (justicia); la activista Greta Thunberg bebiendo cerveza; la excanciller alemana Angela Merkel con el agua que parece subirle por encima de la cintura y el Papa Francisco divirtiéndose en una fiesta rave. Señales de los tiempos caóticos y de crisis fragmentadas que vive el mundo y sus personajes.
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