Los doctores que enfrentan al coronavirus combaten otro flagelo: la desinformación
Los médicos dicen que a menudo deben tratar a personas más inclinadas a creer lo que leen en Facebook que lo que les dice un profesional médico.
Un médico que trabaja en una sala de urgencias en Illinois fue acusado en abril de obtener ganancias por decir que la causa de muerte de un paciente era el coronavirus, un rumor que se ha extendido en línea.
Un internista de Nueva York atendió en mayo a un paciente que vomitaba por haber tomado una mezcla de cloro como parte de una cura falsa contra el virus que había encontrado en YouTube.
Y en junio, un paramédico del Reino Unido ayudó a un hombre claramente enfermo que se había negado a ir al hospital después de leer en línea advertencias engañosas sobre el trato deficiente a los pacientes con coronavirus.
Los médicos en la vanguardia de la pandemia a nivel mundial aseguran que no solo luchan contra el coronavirus, sino que también combaten cada vez más un flagelo interminable de desinformación sobre la enfermedad que afecta a los pacientes.
Antes de la pandemia, los profesionales de la salud ya estaban acostumbrados a tratar pacientes que se habían desinformado en línea, un fenómeno al que llamaron Dr. Google. Sin embargo, en entrevistas, más de una decena de doctores e investigadores especializados en desinformación de Estados Unidos y Europa señalaron que nunca habían visto un volumen como el relacionado con el virus. Culparon a líderes como el presidente estadounidense, Donald Trump, de amplificar teorías alternativas; a las plataformas de redes sociales por no hacer lo suficiente para acabar con la información falsa, y a las personas por creer con tanta facilidad lo que ven en línea.
La semana pasada, un grupo de investigadores mencionó que al menos 800 personas habían muerto a nivel mundial en los primeros tres meses del año y miles más habían sido hospitalizadas por haber leído en línea aseveraciones sin fundamento que aseguraban que el alcohol en altas concentraciones podía matar al virus. Sus hallazgos, realizados a partir de los rumores que circulan en la red, fueron publicados en American Journal of Tropical Medicine and Hygiene.
Las frustraciones de los médicos llenan grupos de Facebook y foros en línea. La Asociación Médica Estadounidense y otros grupos que representan a los doctores aseguran que la información falsa que se difunde en línea perjudica la respuesta de las instancias de salud pública frente a la enfermedad. La Organización Mundial de la Salud desarrolla métodos para medir el daño de la desinformación relacionada con el virus que se encuentra en línea y, durante dos semanas de julio, el grupo organizó un congreso en línea con doctores, expertos en salud pública e investigadores especializados en el internet para encontrar la manera de abordar el problema.
Los doctores aseguran que por lo regular los pacientes se resisten a sus consejos, pues tienen una mayor inclinación a creer lo que leen en Facebook que lo que les dicen los profesionales de la salud. Según los doctores, las mentiras han afectado las iniciativas para que la gente use mascarillas y han alimentado la idea de que la gravedad de la enfermedad es exagerada. De acuerdo con algunos doctores, enfrentan abusos cuando participan en debates en línea para aclarar el asunto.
“Esto ya no es una observación anecdótica que algunos doctores han hecho de manera individual”, dijo Daniel Allington, profesor titular de King’s College de Londres y coautor de un estudio reciente en el cual se descubrió que había una mayor probabilidad de que la gente que obtiene sus noticias en línea, en vez de hacerlo de la radio o la televisión, creyera en teorías conspirativas y no siguiera los lineamientos de salud pública. “Es un patrón estadísticamente significativo que podemos observar en un muestreo grande”.
Howard Mell, un doctor que trabaja en una sala de urgencias en un suburbio de East St. Louis, Illinois, contó que la esposa de un hombre que había muerto de coronavirus en abril lo acusó de haber llenado falsamente el certificado de defunción para ganar dinero. Mell explicó que el formulario era fiable y que su pago no dependía de la causa de muerte.
“Ella me gritó: ‘Hemos visto en línea cómo ganan más dinero ustedes'”, declaró Mell.
Desde entonces, la situación no ha mejorado, dijo. Varias veces a la semana, conoce a alguien que cree en información médica falsa que descubrió en línea.
“Se ha vuelto un trabajo en sí mismo”, dijo Mell, quien también es portavoz del Colegio Estadounidense de Médicos de Emergencia.
Algunos doctores dicen que discuten con pacientes que exigen recetas para obtener hidroxicloroquina, el fármaco sin respaldo científico que defendió Trump. En algunos hospitales han llegado personas a pedir que algún doctor les dé un certificado para no tener que usar mascarilla porque creen que llevarla dañará sus niveles de oxígeno, otro rumor que corre en línea.
“Ahora, las cifras han vuelto a escalar mucho, y creo que está muy relacionado con las cosas que aparecen en redes sociales que dicen que no es un problema grave y no debemos tomar todas estas medidas”, opinó David Welsh, un cirujano que trabaja en Indiana y ha tratado a pacientes con coronavirus, en referencia al aumento reciente de infecciones en su zona.
Las plataformas en línea como Facebook y YouTube, esta última propiedad de Google, han presentado políticas para limitar la desinformación sobre el coronavirus y para que la información de fuentes confiables como la Organización Mundial de la Salud sea más relevante. Este mes, Facebook y Twitter eliminaron una publicación de la campaña de reelección de Trump que aseguraba de manera equivocada que los niños no se contagiaban de coronavirus.
“Hemos sido agresivos al momento de eliminar aseveraciones falsas y perjudiciales, y de dirigir a la gente hacia información acreditada”, aseguró Facebook en un comunicado. La empresa, la cual sostuvo una llamada con médicos en junio para conocer sus inquietudes, dijo que había eliminado más de siete millones de artículos de desinformación sobre el virus y había agregado etiquetas de advertencia a millones más.
YouTube señaló que estaba “comprometida con proporcionar información útil y oportuna sobre la COVID-19” y había eliminado más de 200.000 videos engañosos o peligrosos.
Sin embargo, se sigue difundiendo información falsa. El mes pasado, un video de un grupo de personas que se hacen llamar America’s Frontline Doctors fue visto millones de veces. El video compartía información engañosa sobre el virus, por ejemplo, que la hidroxicloroquina es un tratamiento efectivo contra el coronavirus y que las mascarillas no detienen la propagación del virus.
El mes pasado, la escala del problema produjo un informe parlamentario en el Reino Unido que se sumó a las exigencias que han surgido en el país para que haya leyes más duras en contra de las plataformas más grandes de redes sociales, como Facebook y YouTube.
Ryan Stanton, médico de sala de emergencias en Kentucky, dijo que varios pacientes enfermos habían esperado hasta casi demasiado tarde para visitar un hospital porque estaban convencidos por lo que habían leído en línea de que la COVID-19 era falsa o “no era para tanto”.
“Pensaron que era solo un estratagema, una farsa, una conspiración”, recuerda Stanton. “Me dejó sin palabras que puedas taparte los ojos e ignorar los hechos”.
Thomas Knowles, un paramédico del Reino Unido, contó que en junio una persona se había negado a ser internada después de leer que los hospitales iban a empeorar su padecimiento. El incidente afectó tanto a Knowles que investigó en redes sociales sobre la desinformación relacionada con el virus y encontró aseveraciones falsas como que los doctores sacaban sangre de las personas para hacer investigación y luego las dejaban morir.
“En persona, nunca me he topado con un conjunto de personas tan comprometidas y congruentes -y tan claramente coordinadas desde algún lado- que tengan tal arraigo en sus creencias falsas”, comentó Knowles.
En ciudades como Nueva York, algunos doctores mencionaron que había disminuido el volumen de pacientes que creían en la información falsa cuando la enfermedad arrasó en sus zonas. Sin embargo, aseguraron que seguía siendo una tendencia problemática.
Parinda Warikarn, quien trabaja en el Centro Hospitalario de Nueva York, dijo que el paciente que había ingerido cloro después de ver el tratamiento falso en YouTube llegó al hospital con un fuerte dolor en el abdomen.
“Sin duda creyó de verdad que lo hacía para prevenir la COVID”, opinó. “Por suerte, su esposa y sus dos hijos no tomaron esta solución”.
Cada vez hay más temor de que las teorías conspirativas en contra de las vacunas puedan socavar los futuros esfuerzos de vacunación, comentó John Wright del Instituto de Investigación de la Salud de Bradford en Inglaterra.
“Las redes sociales producen muchas cosas geniales, pero también brindan una plataforma para sembrar las semillas de la duda, y eso es lo que ha sucedido”, opinó.
Wright recordó que los inmigrantes congoleños creían un rumor en las redes sociales de que la COVID-19 era un truco del gobierno para deportarlos, y que otros, de la comunidad india, citaron publicaciones sobre médicos que infectaban a sus pacientes intencionalmente. Un enfermero del hospital se quejó en Facebook de que las personas publicaban nombres y fotografías de trabajadores de la salud acusándolos de dejar morir a los pacientes.
Mell, el médico de Illinois, se enfrenta regularmente a insultos por parte de usuarios de Facebook cuando rechaza información falsa. Pero cree que el esfuerzo es necesario para evitar que se propaguen las falsedades.
“Los médicos tenemos que seguir diciendo la verdad tan alto como podamos”, dijo. “La gente necesita escucharlo”
Adam Satariano es un reportero de tecnología que vive en Londres. @satariano