Un paralelo algo indeseable para las clases medias altas urbanas (acomodadas). Ayer tuve acceso a las encuestas realizadas por un experto que decidió abandonar el barco y dejar a “sus” periodistas flotando en medio de un océano de tiburones. Pero más allá de la actitud, existe un paralelismo a la hora de encargar encuestas por internet (no soy experto) que vienen a confirmar la tendencia, el castigo o inversamente el premio que quieren recibir.
Las pasadas elecciones de los Estados Unidos son un ejemplo. Hubo gente que me llamaba para preguntarme por la preferencia de dat0s al candidato republicano, cuando las encuestas le daban a Harris un claro margen de diferencia en los estados clave y la hacían presidenta de los Estados Unidos. Trump arrastraba 32 procesos, respondía ante un jurado de Nueva York por violación (desembolsó en cash 80 millones de dólares para cerrar el caso) y otros tantos abusos que había cometido el magnate que lo inferiorizaba a la categoría de delincuente.
Pero Trump supo dar vuelta con el sombrero MAGA y el descontrol no menos atentatorio (por debajo) del pantano demócrata difícil de ocultar. Sin pasar por alto el atentado que sufrió en medio de un mitin en el que resultó levemente herido en una de sus orejas. O sea, estaban empatados en sus vulneraciones, solo que uno era condenado públicamente (vejado, atacado a tiros, insultado), mientras la candidata demócrata acuñaba con empeño la clásica bandera de derechos humanos, victimas, libertad de expresión, misoginia y las que estamos enfilados a oír siempre de los buenos.
Las encuestas son un montículo de percepciones a veces a encargo y por muy difícil que parezca su método científico pueden engañar. Es lo que observo en la última realizada este mes por el mismo grupo especializado (puntualmente ahora en sondeos de preferencia electoral) en la que Evo Morales aparece encima (25,2%) como el personaje más capacitado para salvar Bolivia de la crisis.
Ayer (también) coincidente me llegó un documental sobre el atentado de asesinato contra Morales (las realidades paralelas se simplifican).
Será que sus abusos son culturalmente aceptados y pasados por alto por un grueso del electorado que lo aprueba. Un amigo tratando de explicar ese resultado con un método filosófico decía: “los ojos con que ves el mundo, no son los ojos con que el mundo te ve”. Puede explicar en parte el trance. Son devoradores de la misma permisibilidad sea en Nueva York, en Cliza, Punata o en Villa Tunari.