Sé un esclavo, haz lo que se te ordena y tendrás un celular

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Un nuevo rico le estaba dando una lección de vida a un muchacho disfrazado de vampiro en una tienda de abarrotes en el barrio de San Miguel. El nuevo rico hablaba a voz alta algo de cómo se debe trabajar honestamente. El muchacho llenaba las bolsas de plástico con sus pequeñas manos acostumbradas a trabajar. Su expresión no se distinguía debajo de la pintura grotesca de algo que supuestamente debería ser un festival de los muertos. El nuevo rico seguía con su discurso haciendo alarde de su opulencia de mal gusto.

Es increíble que fácil se acomodan,  y casi de manera desapercibida se introducen a la cultura  cotidiana los conceptos “modernos”, y a  través de los supuestos estereotipos de los jóvenes se van afirmando  con peligrosa facilidad.

Una campaña de marketing está ofreciendo a los jóvenes premios  para el mejor piersing, mejor selfie, mejor disfraz de calavera. El más “loco” recibirá un teléfono móvil de última moda, o una cámara fotográfica. Para seguir sacando más selfies. Algunos chicos correrán a perforarse las cejas para sacarse la foto y recibir un celular. No me sorprende que una niña de doce años saque la foto de su trasero para recibir una cámara digital, por ejemplo.

El mensaje oculto de esas campañas es: sé un esclavo, haz lo que se te ordena y tendrás un celular. La cuenta de todas maneras te la cobramos nosotros. Al fin de mes. Los mejores esclavos reciben los mejores premios. Ne l´ est pas? Dirían los franceses. No hay la excelencia en la psicología de la manada de esclavos. Lo horrible se vuelve normal. Un discurso pornográfico en la cultura contemporánea no ve solo un ciego. No hay peor ciego que aquel que no quiere ver, reza el dicho.

Un concepto  desvergonzado utilizado como “herramienta política” es el movimiento FEMEN en el este de Europa cuyas activistas en público orinan sobre las fotos de los políticos locales. Los medios globalistas europeos las aplauden y lo describen como “lucha democrática”.  La imagen de un cura masturbándose es un arte conceptualista que nos debe incentivar a pensar sobre los valores. Bravo por lo de la parte que nos quiere hacer reflexionar. Lo que no me queda muy claro es a que conclusión hemos llegado. Y en que nos ayudó todo ese arte conceptual a ser mejores. Como sociedad y como individuos.

La violencia directa y la violencia implícita están en cada esquina. Tenemos problemas con el consumo masivo de alcohol, droga, prostitución, pedofilia, niños sin hogar.  Por otro lado, los medios compiten promoviendo el sinsentido. Gula materialista y violencia pornográfica al servicio de una supuesta lucha en la igualdad de género. Qué maravilla.  En las redes sociales todo está rebalsando de tetas. Más grandes las tetas  ganan mayor premio. El mejor celular. Los jóvenes se convierten muy fácilmente de los actores a las víctimas. Podríamos premiar a los que a sus veinte años hablan más de dos idiomas, por ejemplo. O a los que lograron alcanzar un récord en alguna disciplina deportiva. Y tal vez, podríamos aunque casualmente premiar a una chica porque logró terminar los estudios muy joven y con las mejores notas. Estamos demasiado apurados en premiar la promiscuidad, la borrachera y la estupidez. La factura nos la cobrarán al fin de mes de todas maneras. Y esa impuesta y tan triste fiesta de calaveras y muertos, brujas; símbolos religiosos profanados, mujeres enloquecidas de odio e ira nos quieren dar lecciones del bien y el mal.